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Dejar atrás un campamento saharaui por un hogar temporal: "Les sorprende todo, desde una escalera a un grifo"

El programa 'Vacaciones en paz' ha traído este verano a 14 niños saharauis a la provincia de Salamanca, 14 nuevas familias temporales cargadas de amor y solidaridad

Dejar atrás un campamento saharaui por un hogar temporal: "Les sorprende todo, desde una escalera a un grifo"
Manel Pacho
Manel Pacho
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Hicieron las maletas y tomaron un avión rumbo a España. Esa rutina lleva desde mediados de la década de los 80 realizándose en el Sáhara Occidental gracias al programa 'Vacaciones en Paz', impulsado por el trabajo de las Asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui que están repartidas por España.

Esta iniciativa ha permitido que miles y miles de niños y niñas saharauis hayan podido disfrutar de, al menos, dos meses de tranquilidad y hospitalidad en hogares españoles. Estos llegan cargados de ilusión y vergüenza a partes iguales, con ganas de descubrir una cultura totalmente diferente a la suya, pero a la vez temerosos de llegar a un lugar desconocido. Este verano son 14 los jóvenes que han aterrizado en Salamanca, 14 personas que se repartirán por distintos puntos de la provincia con sus familias temporales, aquellas con las que pueden pasar hasta cuatro veranos pero que llevarán siempre en el corazón.

Pero para que estos viajes puedan realizarse hay una fuerte carga de trabajo detrás. Desde que una compañía aérea flote 18 vuelos hasta gestionar visados colectivos para los niños, pasando entre tanto por encontrar familias dispuestas a acogerlos o recibir el visto bueno de las administraciones. Pese a todo, estas tareas merecen la pena al verlos poner el primer pie en España, dejando atrás los campamentos de refugiados donde viven, apoyados por la ayuda internacional. A pesar de lo que muchos pudieran imaginar, el delegado saharaui en Castilla y León, Abdalahe Hamad Jlil, deja claro que todos los niños del Sáhara están escolarizados, aunque las condiciones de su día a día "no se pueden imaginar".

Uno de los pilares fundamentales para que puedan estar en Salamanca durante los meses de julo y agosto es la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Salamanca (AMPUSASA), liderada por Ángeles Jiménez. Esta organización conecta a los niños con las que serán sus familias durante el verano, unas uniones que pueden darse hasta un máximo de cuatro años. Acusando todavía los problemas de la crisis del 2008 y del coronavirus, pues el programa se ha visto resentido y sigue tratando de reponerse, Jiménez recalca que "las familias suelen repetir".  Sin embargo, el número sigue siendo escaso a pesar de que para el año que viene ya hay dos más inscritas al llegar tarde al proceso de inscripción de esta edición.

Los niños disfrutan, conocen a sus padres y hermanos de acogida y se sorprenden con todo. "Les llama la atención desde una escalera hasta abrir un grifo", aclara la presidenta de AMPUSASA. Este proceso de adaptación lo ha vivido en sus carnes Socorro Criado desde 2018, quien ha tenido ya tres jóvenes saharauis en su hogar y formando parte de su familia.

"Para él es muy emocionante. Enseguida se van haciendo y soltando", recalca, haciendo hincapié en que lo que más buscan es "ir a la piscina". Una actividad que para muchos salmantinos es habitual incluso durante el invierno, pero que para estos niños y niñas es todo un contraste con su realidad.

No obstante, "hay que tener mucha paciencia" durante los primeros días de adaptación, explica, resaltando que en muchos casos "entienden, pero les cuesta hablar". Después de estos dos meses llegará la despedida, un momento "muy duro" que Socorro Criado ya ha vivido pero que sigue sintiendo como la marcha de "un cachito tuyo" tras días y días formando parte del día a día y compartiendo momentos y vivencias juntos.

"Se hace duro, pero es llevadero porque sabes que pueden volver y sigues manteniendo contacto con ellos". Pero eso también lo viven los hermanos de acogida, que en su caso son dos. "Mis hijos son mayores, pero se implican. El mayor tiene Asperger, fue por lo que nos apuntamos a esto, para que empezara a relacionarse con gente desconocida y lo acoge muy bien", reitera, dejando patente los vínculos que se crean a través de esta iniciativa.

Da fe de ello Abdalahe Hamad, quien ha podido ver como "hay familias que bajan a los campamentos a verlos" con el paso de los meses, creándose el sentimiento de "una segunda familia" para toda la vida. Algo que experimentarán estos 14 jóvenes que estarán en Salamanca hasta la llegada de septiembre, quedando una parte del Sáhara en Salamanca y de Salamanca en el Sáhara para siempre.