Jesús de la Redención planta cara y se abre paso ante las nubes negras

La Archicofradía del Rosario no se dejó amedrentar por las previsiones que apuntaban a lluvias

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Procesión de Jesús de la Redención. Fotos: Arai Santana.
Manel Pacho
Manel Pacho
Lectura estimada: 2 min.
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El mal tiempo ha llegado junto a la Semana Santa y tras el Vía Matris de este viernes el temor está presente entre cada uno de los hermanos de las cofradías. Sin embargo, Jesús de la Redención se impuso a las nubes negras a pesar del murmullo que imperó desde minutos antes de las siete de la tarde, momento previsto para que el templo de San Martín abriera sus puertas y permitiera su salida a la imagen. Las miradas apuntaban hacia arriba y el motivo era obvio: las nubes negras.

Los hermanos de la Archicofradía del Rosario esperaron hasta el final para tomar la decisión y tratar de posponer la suspensión. Todo ello con centenares de salmantinos que se agolparon junto a la iglesia para profesar su cariño a Cristo. Al fin, las dudas dejaron paso a las certezas y las puertas del templo abrieron y los aplausos aparecieron.

La incertidumbre prosiguió unos minutos, con el portón a medio abrir y los cuchicheos subiendo de intensidad, aunque todo acabó con la alegría, los aplausos apareciendo de nuevo y posteriormente el silencio sepulcral.

Los capirotes blancos comenzaron a procesionar, a paso lento hasta llegar al puente e ir poco a poco dejando espacio para que la imagen acabara saliendo y despertando la ilusión entre todos los presentes. Con los pequeños subiéndose a los recónditos salientes del templo para contemplarlo y no verse entorpecidos por los mayores.

Una estampa de curiosidad y profesión de fe, donde Salamanca contempló a Jesús de la Redención imponiéndose al cielo. Una salida que desafío a la meteorología y que encendió el corazón de los presentes junto al sonido de la banda que, un año más, estuvo junto al Cristo en su gran momento.

La lluvia acabó apareciendo y con fuerza, pero los hermanos cargaron a Jesús de la Redención hasta la Catedral. La entrada estuvo marcada por el agua, pero permitió disfrutar de su estampa recorriendo las calles de la capital salmantina hasta la Seo.

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