No todas las jugadoras llegan a los 300 partidos con un mismo club. No todas dejan su huella en cada cancha que pisan. Y muy pocas pueden decir que han escrito su nombre en la historia del baloncesto español con la tinta imborrable de los títulos. Pero Laura Gil no es una jugadora cualquiera. Es una gladiadora, una elegida.

Desde sus inicios, el destino de Laura estaba marcado por la lucha y la victoria. En categorías inferiores, ya peleaba como si cada partido fuera una final. Esa mentalidad la llevó a convertirse en una de las jugadoras más laureadas del baloncesto español, acumulando trofeos tanto con sus clubes como con la selección. Su legado en la pista no se mide tanto en números, como en la intensidad con la que se deja la piel en cada jugada, en cada rebote, en cada defensa.

Con Perfumerías Avenida, ha vivido momentos que han quedado grabados en la memoria de los aficionados. En 2011, formó parte de aquel equipo que conquistó la Euroliga, la cima del baloncesto europeo, un hito que solo unas pocas pueden contar. Pero como toda guerrera que busca crecer, emprendió nuevas batallas en otros clubes, exploró otros territorios, probó nuevas aventuras. Y, como ocurre con quienes están destinados a algo grande, regresó a casa. Porque Laura Gil y Perfumerías Avenida están hechos la una para el otro.

Y ahora, su partido 300 llega en un escenario perfecto: la semifinal de la Copa de la Reina en Zaragoza. No podía ser un partido cualquiera, tenía que ser un desafío digno de una guerrera.

Como el Rey Leónidas lideró a sus 300 espartanos en la batalla de las Termópilas, Laura estará en la pista con la misma fiereza, sabiendo que cada balón, cada posesión, es una batalla en sí misma. Porque en su ADN está la lucha, la resistencia, la entrega absoluta.

Hoy, en Zaragoza, Laura Gil no solo juega un partido. Escribe otro capítulo de su leyenda. Y Salamanca, su Esparta, la observa con orgullo, lista para gritar junto a ella: "¡Esto es Avenida!"