A las 21.00 horas, salida desde la Iglesia de la Vera Cruz, con los pasos del Santísimo Cristo de los Doctrinos y la Virgen de la Amargura
La Semana Santa despierta con el alma de Julio López Revuelta: "Que las calles de Salamanca se conviertan en arterias de la fe"
Profundo repaso del pregonero a "un gran libro abierto que merece una lectura, no quedarnos impresionados por su encuadernación; debemos leérselo a nuestros hijos"
Este año, la ciudad de Salamanca ha vivido con una emoción especial el pregón que inauguró la Semana Santa de 2025. En un acto que tuvo lugar en el histórico Teatro Liceo, el pregón estuvo a cargo de Julio López Revuelta, actual director de Comunicación de la Junta de Castilla y León, un hombre profundamente vinculado a la cultura salmantina y al legado de nuestra Semana Santa.
En el solemne acto previo al pregón de la Semana Santa 2025, el presidente de la Junta de Semana Santa, Francisco Hernández Mateo, tomó la palabra con la serenidad de quien conoce el peso del momento. Recordó, no sin emoción, que hace justo un año se preguntaba si estaría nuevamente presidiendo este acto, dejando esa certeza en manos de Dios. Hoy, agradecido, reconocía la confianza que los hermanos mayores y presidentes han depositado en su persona.
Sus palabras no fueron sólo un saludo institucional, sino una reflexión profunda sobre el sentido de la Semana Santa. "Es la conmemoración del misterio de Cristo, donde muerte, dolor y gozo se entrelazan en los días del Triduo Pascual", afirmó con convicción. En este año marcado por el jubileo de la Esperanza, hizo un llamado claro a vivir como verdaderos instrumentos de evangelización, alejados de rivalidades y soberbias, y guiados por la humildad y la fe compartida. "Pasar del yo al nosotros" fue una de sus frases más destacadas, subrayando la necesidad de caminar unidos en torno al mensaje cristiano. A los dirigentes de cofradías, hermandades y congregaciones, les recordó que el papel de estas instituciones debe estar más vivo que nunca, adaptado con fidelidad y entrega al tiempo presente.
No faltó el reconocimiento al esfuerzo colectivo que, año tras año, hace posible una Semana Santa única y reiteró, como en otras ocasiones, que la Semana Santa goza de buena salud, gracias al trabajo silencioso de muchos. Finalmente, invitó a los presentes a abrir sus corazones, a dejarse tocar por el misterio profundo de la cruz y la resurrección, y a valorar el trabajo constante de cofradías, hermandades y congregaciones.
Con esas palabras cargadas de fe, esperanza y compromiso, se abría el telón de una nueva edición del pregón de López Revuelta, presentado por el presidente de la Junta de Castilla y León Alfonso Fernández Mañueco.
FERNÁNDEZ MAÑUECO
El acto continuó con la intervención de Alfonso Fernández Mañueco, encargado de presentar al pregonero de este año. Su intervención fue un canto a la esperanza y a la humanidad que brota de la Semana Santa, una invitación a vivirla desde lo más profundo: "Salimos a la calle para responder al mensaje de esperanza que Él predicaba. Debemos sentirnos más humanos, más vivos. No estamos solos ante los avatares de la vida".
Recordó que la Semana Santa de Salamanca es un tesoro de fe que se revela dentro del tesoro de arte que es la ciudad. Y que este pregón, como cada año, anuncia que vamos a revivir la Pasión de Cristo, no como un recuerdo, sino como una experiencia que nos transforma.
Este año, destacó, la fortuna es doble: no solo por lo que representa la Semana Santa, sino por quién la anuncia. "Julio López", dijo, "es un nombre que en Salamanca se asocia con pasión, con entrega, con cultura y con compromiso". Compartió con el público el privilegio de haber trabajado junto a él, conociendo de primera mano no solo su trayectoria profesional, sino también su calidad humana.
"Quien conoce a Julio -subrayó Mañueco-, sabe que todo lo que tenga que ver con Salamanca despierta en él una pasión auténtica. Esa misma pasión que ha puesto durante años al servicio de la cultura, del patrimonio, de las tradiciones. Fue pionero en impulsar, desde el Ayuntamiento, iniciativas culturales de gran calado, destinando recursos municipales para proteger y engrandecer el patrimonio imaginero, así como para apoyar a las nuevas cofradías y congregaciones".
"Su mirada sobre la Semana Santa está impregnada de ese espíritu único e irrepetible que sólo quien la vive desde dentro puede comprender"
En sus palabras, "Julio se expresa con pasión y arte, pero también con devoción y fe". Y es que, más allá de su saber académico y cultural, destaca en él una profunda sensibilidad espiritual. "Su mirada sobre la Semana Santa está impregnada de ese espíritu único e irrepetible que sólo quien la vive desde dentro puede comprender".
"Te he visto trabajando duro escribiendo este pregón", concluyó Fernández Mañueco, "y sé que lo que vas a ofrecer es una garantía de acierto pleno. Porque tienes sensibilidad, saber y conocimientos para hacer de esta apertura algo inolvidable".
Con estas palabras cargadas de admiración y verdad, se abría paso a la música a la Banda de Expiación y López Revuelta, que ha dedicado su vida al servicio público y a la promoción de nuestra ciudad, subió al escenario.
JULIO LÓPEZ REVUELTA
El acto fue un momento lleno de sentimiento, cargado de historia y tradición. Julio López Revuelta, que ha dedicado su vida al servicio público y a la promoción de nuestra ciudad, subió al escenario en un silencio expectante. Lo acompañaba, en presencia y en espíritu, la imagen de Jesús Despojado, ante quien dirigió sus primeras palabras. No comenzó su discurso con fórmulas de cortesía, sino con una confesión íntima, profundamente espiritual.
"A este encuentro no llego como siempre", dijo, rompiendo el protocolo para abrir el alma. "Me he puesto el traje, he ordenado mis sentimientos para no olvidarme de nada ni de nadie. Señor, hoy no llego tarde. He sido puntual. Llego tras el ocaso y recuerdo tus palabras: 'El que camina de noche se tropieza'. Tendré que alumbrarme con la luz de tu rostro y corona de espinas, un faro que me muestra el horizonte de la fe".
Con esas palabras, el pregonero marcaba el tono del pregón: íntimo, poético, profundamente vivido. No era sólo una alocución; era un testimonio. Pidió permiso para desvelar los secretos de un creyente imperfecto, defensor apasionado de la Semana Santa y enamorado de su ciudad y de sus tradiciones. Su mirada se posó en una calle simbólica, su 'sitio' en esta historia compartida, donde tres palabras tejían su experiencia: música, oración y gratitud.
"Todo empieza con la madre de todas las madres", evocó con emoción, haciendo alusión a la Virgen, presente siempre, discreta pero constante. "La Semana Santa es oración", proclamó, "es la manera de comunicarnos con nuestro Padre, es el lenguaje de la fe". Y añadió, con humildad, un "gracias" sincero a la Semana Santa de Salamanca y a su presidente, expresando sentirse profundamente honrado por el encargo.
"La Semana Santa es oración. Es la manera de comunicarnos con nuestro Padre, es el lenguaje de la fe".
Sin pertenecer a ninguna cofradía, hermandad o congregación, se definió como un "cofrade de acera", como tantos salmantinos que viven la Semana Santa desde el borde del paso, con una medalla al cuello, un nudo en la garganta y la fe latiendo al compás de los tambores. "Siempre he pensado que fue la Semana Santa la que me encontró a mí", confesó. "Muchas veces la había visto, pero no la había mirado".
En su recorrido por la memoria y el corazón, tuvo también palabras para las cofradías, empezando por Jesús Amigo de los Niños, y recordó que la continuidad está garantizada por "los que llevan las palmas hoy", esos niños que ya caminan con el paso firme de la tradición heredada.
Julio López continuó su pregón transformando la Semana Santa en un gran libro abierto. Un libro que -dijo- encierra el testimonio más profundo jamás contado: la vida del primer padre de familia. "Ese libro merece una lectura", expresó con firmeza, "no debemos quedarnos impresionados por su encuadernación; debemos leérselo a nuestros hijos".
"La Semana es un gran libro abierto. "Ese libro merece una lectura, no debemos quedarnos impresionados por su encuadernación; debemos leérselo a nuestros hijos"
Y en esa lectura personal de la Pasión, su voz se volvió aún más íntima al dirigirse de nuevo a Jesús Despojado. "Gracias", le dijo, "te conocí cuando estabas en una hoja de papel". Fue entonces cuando compartió un recuerdo especialmente emotivo: haber sido testigo del nacimiento de una cofradía. "Contigo aprendí que el empuje y el pundonor todo lo pueden", afirmó con orgullo. Hoy, aquella imagen que una vez fue solo un proyecto es quien llevará por primera vez "a lo más preciado que tengo en la vida, mi hija". Un gesto que traspasó la palabra para tocar el corazón del auditorio.
Después, el pregonero continuó su recorrido, deteniéndose con reverencia en la Vera Cruz, "la que abre el camino". Mencionó la fuerza de Vía Matris y volvió a la figura que sostiene cada uno de los pasos: la Madre. "Dolor y maternidad en cada una de las esquinas del casco histórico", dijo. "Siete espadas en el pecho y la mirada puesta en el cielo". La solemnidad de esa procesión, confesó, "sobrecoge sin necesidad de palabras. Salamanca entera parece detenerse ante esa imagen, convertida en oración que avanza entre la piedra antigua y la emoción contenida".
"Vía Matris. Dolor y maternidad en cada una de las esquinas del casco histórico Siete espadas en el pecho y la mirada puesta en el cielo"
La voz del pregonero se tornó grave al recordar otra de sus vivencias más impactantes: el Cristo de la Liberación. Una imagen que emerge en la oscuridad del cementerio, en una procesión única, cargada de silencio y verdad. "No es lo mismo verlo en la calle que pisar el cementerio", reconoció. "Allí, uno recuerda que algún día nuestro corazón dejará de latir". Una frase que resonó como un susurro colectivo, devolviendo a todos la conciencia de lo esencial: la fugacidad de la vida, la esperanza en la resurrección, el consuelo que ofrece la fe.
En su voz, también hubo espacio para el recuerdo. Julio López quiso rendir homenaje a tantos y tantos cofrades y hermanos que ya partieron, pero que han dejado en él una huella imborrable. "Vuestra presencia siempre estará", proclamó. La Salamanca de hoy -reflexionó el pregonero- "es el resultado del paso de esos hombres y mujeres que, generación tras generación, han construido una ciudad admirada por todos. Una comunidad que acoge, que enseña, que transmite a quienes llegan la riqueza de sus valores. De cada gesto y rito, una enseñanza", resumió, recordando que en la Semana Santa todo educa: el incienso, la música, el andar pausado, la mirada al cielo.
En su recorrido emocional y espiritual, llegó a la plaza de Colón, donde cada año se detiene el tiempo con la llegada de Nuestro Padre Jesús del Perdón. Allí, el acto del indulto se convierte en símbolo de una justicia que no condena, sino que da oportunidades. "El protagonista de ese momento es anónimo", destacó. "Su paso por la hermandad es fugaz, pero su recuerdo será eterno". Porque en él se encarna la segunda oportunidad, la esperanza ofrecida al que tropieza, al que cae.
Y si el Perdón se manifiesta en quien ha perdido el rumbo, Nuestro Padre Jesús del Vía Crucis camina hacia otro dolor: el de los enfermos. "Cumple la misma misión", dijo López Revuelta, "pero con aquellos que, desde una cama, claman auxilio en silencio". Puso en palabras una de las dimensiones más humanas de esta celebración: su capacidad de acercarse, de consolar, de sostener sin hacer ruido.
Continuó su relato, sumergiéndose en las entrañas de la Semana Santa salmantina, detallando los momentos y lugares. Habló con devoción del Huerto de los Olivos, mencionó luego a la Dominicana, y la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Cristo de la Agonía, con su singular belleza.
Dirigió su atención a dos imágenes: Cristo del Amor y de la Paz y María Nuestra Madre. "Cada uno elige su sitio", reflexionó, pero sin duda el favorito de todos para verlos parece ser el Puente Romano. "Así que probé en la subida por Tentenecio y parece mentira que semejantes pasos puedan entrar en una calle tan estrecha". La maravilla y la dificultad de ese momento no sólo habla de la destreza de los hermanos, sino de cómo la fe puede hacer posible lo aparentemente imposible.
"Probé en la subida por Tentenecio y parece mentira que semejantes pasos puedan entrar en una calle tan estrecha"
"Salamanca también es pasión y barrio", afirmó, para hablar de la Hermandad del Silencio, cuya procesión comienza en el humilde barrio de Pizarrales. "Baja esos veinte escalones", dijo, con nostalgia, "y el corazón late con la fuerza de la vecindad, en la tarde del sábado. La Hermandad, con su silencio solemne, ofrece una lección de humildad", recordó el pregonero.
El pregonero continuó su relato mencionando a la Hermandad Universitaria, una de las más significativas de la ciudad, destacando su vinculación con más de 800 años de historia universitaria. "El Santísimo Cristo de la Luz y Nuestra Señora Madre de la Sabiduría nos enseñan en sus pasos una lección eterna: la madre con la mano en el pecho rota de dolor, y el hijo mirando a todos, perdonando. Un ejemplo de humildad y generosidad, donde el sacrificio de la madre y la misericordia del hijo nos abrazan", afirmó.
De allí, su discurso se trasladó al Cristo de los Doctrinos y la Virgen de la Amargura, destacando la seriedad y el recogimiento de una procesión anclada en tiempos pasados. Pero no olvidó señalar la necesidad de evolución, de una adaptación a los tiempos. "Frente a esta procesión, pide paso la que pide evolución: la Cofradía del Rosario y Jesús de la Redención", dijo, reflexionando sobre la forma distinta de entender la fe. "Me quedo con los muchos jóvenes que encuentran su hueco atraídos por los aires del sur", compartió. "¿Es tan importante cargar a hombro o a costal? Aceptemos lo diferente, no hagamos de una tradición algo excluyente. A Cristo no le importa el acento con que se reza" Esta reflexión sobre la inclusión y la diversidad fue recibida con una cálida ovación, un recordatorio de que la fe no tiene fronteras ni normas rígidas, sino que crece en la acogida de lo nuevo, lo diverso, lo que nos une.
"¿Es tan importante cargar a hombro o a costal? Aceptemos lo diferente, no hagamos de una tradición algo excluyente. A Cristo no le importa el acento con que se reza"
La Semana Santa de Salamanca, proclamada Bien de Interés Turístico Internacional, sigue siendo un testimonio vivo de esta convivencia entre tradición y modernidad, entre la devoción más profunda y la evolución natural de la comunidad.
Continuó con una mirada hacia el Viernes Santo, esa jornada emblemática en la que la ciudad de Salamanca permanece siempre presente. "Los charros de luto", evocó, aludiendo al alma de la ciudad que se viste de silencio, de penitencia. "En Salamanca la penitencia se hace en silencio, que nada se escuche, salvo la marcha del Cristo Yacente de la Misericordia y Agonía Redentora", dijo con solemnidad. Los últimos veinte años, relató, han estado marcados por la constante llamada de Julian Alcántara, quien, con su dedicación incansable, ha invitado siempre a compartir esos momentos previos al Viernes Santo, en los que la ciudad se prepara para vivir el misterio de la Pasión.
"Los cabellos del Cristo de la Agonía son mecidos por el aire que entra por la Puerta de Ramos", dijo, evocando una imagen de 500 años de devoción compartida, de fe transmitida a lo largo de generaciones.
"En Salamanca la penitencia se hace en silencio, que nada se escuche, salvo la marcha del Cristo Yacente de la Misericordia y Agonía Redentora"
No quiso olvidar que cada uno de nosotros también carga su cruz, y que en las calles, durante las procesiones, las personas también cargan las cruces de sus seres queridos, cruzando las mismas calles que siglos atrás vieron nacer esta tradición. "Cada día, las personas que nos congregamos en las calles para ver las procesiones también cargamos cruces, y a veces las de otros, las de un ser querido que pueden pesar aún más", recordó. "Buscamos consuelo en las imágenes, en los pasos que pedimos nos den consuelo. Bien lo sabe Nuestro Padre Jesús Rescatado, quien, con su misericordia infinita, acoge a todos los que, en silencio, buscan alivio en su mirada".
Miraba hacia el Nazareno de San Julián. "Jesús en la calle de la Amargura", dijo, evocando la imagen de los fieles que, en esa procesión, se sumergen en un mar de túnicas moradas, donde "el Evangelio toma la calle", afirmó, con la certeza de que la Pasión de Cristo se hace presente en cada rincón de la ciudad, en cada esquina donde el eco de los tambores resuena.
Y entonces, como si en ese momento la ciudad misma se vistiera de luto, se refirió a la figura que representa todo el fervor del pueblo salmantino: La Soledad. "La ciudad muestra su luto a la señora de Salamanca, María Nuestra Madre", dijo con ternura. La Soledad es, para él, el reflejo del dolor más profundo, el de una madre que llora la muerte de su hijo. "Ella representa todo el fervor de un pueblo que la acompaña en su sufrimiento. Su dolor es el de cada madre que ve partir a su hijo", explicó, como quien desentraña un misterio ante la mirada atenta de los presentes. "La estampa no necesita contexto alguno. Donde haya una cruz y una madre, habrá Semana Santa".
"La Soledad: La estampa no necesita contexto alguno. Donde haya una cruz y una madre, habrá Semana Santa"
Continuaba: "Salamanca deja de ser luz" sonando sobre el escenario el Ave María por última vez tras veinte años, ya que este año la hermandad prescinde de este acto.
"Celebremos el encuentro, el de todos con todos. Festejemos la llegada de la buena nueva: Cristo ha resucitado". Silencio, como si cada palabra reverberara en las piedras de la ciudad, en cada rincón donde la fe se vive. "María Santísima contempla a su hijo, y el encuentro es celebrado por los charros, que, con sus cantos y su alegría, nos recuerdan que la vida, como la fe, siempre se renueva".
El pregonero hizo una pausa y continuaba: "Atrás queda la penitencia y el duelo. Cofrades y hermanos exhiben su rostro, porque Cristo ha vencido a la muerte". Los cofrades regresan a casa", dijo con una sonrisa, "pero no es el final. Nada acaba, porque todo empieza para aquellos que viven la Semana Santa de 365 días".
Y así, con una voz más firme, dirigió sus palabras finales. "Este pregón termina como empezó, dirigiéndome a nuestro Padre, al que me ha llevado de la mano en este tan importante anuncio. A Él le debemos nuestra fe. Que las calles de Salamanca se conviertan en arterias de la fe. Que sean los cofrades los protagonistas".
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