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Una visita al almacén de los secretos de Salamanca

El inventario de bienes de la ciudad está compuesto por cientos de objetos históricos, desde grabados artísticos a banderas nazis o dos calaveras del siglo XVII

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Daniel Bajo Peña
Daniel Bajo Peña
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En un almacén anónimo de Salamanca se guardan los objetos más inverósimiles de la ciudad. Conforman el inventario de bienes histórico-artísticos del Ayuntamiento y, como estelas en un mosaico, ilustran parte parte de la historia de la capital.

La lista completa es inabarcable. La integran cientos de piezas de todo tipo. Algunas se exhibieron en el desaparecido museo de la ciudad hasta que fue clausurado. Después se trasladaron a Las Claras y, finalmente, hallaron acomodo en un almacén, clasificadas y custodiadas.

 

Escultura 'Reposo', de Venancio Blanco.

El más famoso de los objetos, por quién fue su propietario, podría ser el maletín de campaña de Wellington, el militar británico que expulsó a los ocupantes franceses de Salamanca. También hay una batuta del músico salmantino Gerardo Gombau, esculturas de Venancio Blanco, partituras de Tomás Bretón, una máscara funeraria mexicana entregada como regalo institucional, tres gorras de terciopelo para los maceros del Ayuntamiento, maquetas de edificios de la capital, decenas de cuadros, grabados y fotografías... De todo un poco, vamos.

 

Nariz original del medallón de Felipe I.

Otro ejemplo de lo heterogéneo del inventario. La próxima vez que pase por la Plaza, acérquese al medallón de Felipe I y fíjese en su nariz, porque no es la original: ésa se guarda en una caja, a buen recaudo. Después contemple el medallón de San Juan de Sahagún y piense que no fue el único diseño que se barajó para el relieve del patrón de Salamanca. El modelo alternativo, del que sólo existe un molde en escayola, presenta a San Juan mirado directamente a los espectadores y sosteniendo un cáliz con la mano izquierda.

 

Dos cráneos

 

Muchos elementos del inventario tienen 'partida de nacimiento'. Se sabe quién los entregó al Ayuntamiento, cuándo, por qué y para qué. El resto llegaron en algún momento de la historia a manos consistoriales y ahí siguen, como parte del 'otro patrimonio' de Salamanca.

Por ejemplo: ¿alguien sabe a quién pertenecieron los dos cráneos que se custodian en el almacén y por qué uno tiene dos agujeros y los nombres de los huesos tallados sobre su superficie? Según consta en el inventario, están catalogadas como "calaveras humanas (siglo XVII)", pero no hay más información sobre quiénes eran esas dos personas.

 

Detalle de una de las calaveras, con dos agujeros y letras grabadas en el occipital.

Capítulo aparte merecen las banderas. Ningún otro objeto ilustra tan bien el paso de una era histórica a otra. Una caja del almacén guarda un estandarte de Falange oscurecido y arrugado porque se uso "para envolver a un ajusticiado". También se custodian enseñas italianas, guatelmaltecas, portuguesas, alemanas, falangistas y de los requetés "para el balcón, durante la guerra civil", un banderín con una esvástica (¿lo usaría alguien como adorno de escritorio en 'aquellos' años? Quién sabe), y el "último pendón morado que estuvo en Alcaldía" de Salamanca antes de la transición a la Democracia. El banderón tiene por un lado el escudo de la ciudad y por el otro la insignia española de la dictadura: el águila de San Juan con el yugo y las flechas. Un ejemplar del diario Pueblo fechado en 1941 también mantiene vínculos evidentes con la II Guerra Mundial. 

La lista es interminable, así que sólo citaremos otros elementos interesantes del inventario, para que quede constancia de ellos: hay varias espadas y sables del siglo XVIII, dos bombos para sortear a los quintos, las llaves de la ciudad, cinco bastones de mando para el alcalde e incluso una manta zamorana. Es, en pocas palabras, la isla del tesoro para cualquier aficionado a la historia.