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En esencia, el Centro de Emprendimiento ‘Tormes +’ se configura como un ecosistema urbano de desarrollo económico e innovación en el que diferentes agentes, profesionales o no, pueden fomentar la generación de ideas y proyectos, pertenecientes principalmente al sector de los contenidos digitales
Talento, conocimiento, ciencia, innovación y desarrollo. La recuperación económica, tras dos años de recesión a todos los niveles, y el futuro inmediato del modelo productivo de Salamanca, en plena transformación, pasan irremediablemente por impulsar este tipo de conceptos. Al otro lado del río, en la parte trastormesina de la ciudad, en el corazón de la inagotable avenida de Lasalle, que vertebra todo el sudoeste desde las áreas residenciales más próximas al centro, como puerta de Vistahermosa, Chamberí y los Alamabres, y hacia los Alcaldes, Tejares y, más allá, Buenos Aires, las áreas más deprimidas de la capital, es donde se erige el nuevo Centro de Formación y Emprendimiento ‘Tormes+’.
Se trata de la antigua Casa de Campo, ahora remozada gracias a una inversión cercana al millón y medio de euros articulada a través del Ayuntamiento con dinero de los fondos europeos Feder de cohesión territorial. Un edificio de 1993, inserto en una parcela de 3.500 metros cuadrados, recuperado en el marco de la Estrategia de Desarrollo Sostenible ‘Tormes+’, que comparte título con el espacio formativo recién estrenado. Una gran pantalla LED, que además hace esquina, preside la fachada exterior sobre una gran cristalera y un muro vegetal con plantas trepadoras que ayudan a filtrar la radiación solar, toda vez que Savia, la estrategia salmantina de infraestructura verde, impregna todos los nuevos proyectos de forma transversal.
“La filosofía, en general, es ser un centro de emprendimiento e innovación. No queremos ser un ‘coworking’ al uso, sino que todas las personas que vengan aquí lo hagan con una idea de innovación digital”. Así lo explica Marian Díez, de la Oficina Municipal de Promoción Económica, quien se encarga de la coordinación del centro. Mientras, en la sala polivalente, de unos 115 metros cuadrados, y que ahora funciona como aulario, está en marcha un taller de montaje de drones que mantiene concentrado al alumnado del turno vespertino. “Y más que los cursos, que están muy bien, lo que queremos es intentar que la gente venga a lo que llamamos el espacio libre”, comenta Diez a Ical.
Así, en cualquier momento dentro del horario de 9.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00 horas, las máquinas del Centro de Formación y Emprendimiento ‘Tormes +’ están a disposición de “cualquiera que haya sido antes capacitado” para su uso a través de los cursos. “Tratamos de proporcionar, sobre todo al tejido empresarial pequeño, unas tecnologías que, a veces, les pueden parecen un poco lejanas, pero a las que pueden acercarse si vienen”, explica la coordinadora, matizando que estas persona pueden tener como intención la realización de su trabajo de forma finalista o, simplemente, su promoción a través del marketing. “El objetivo es sorprender al empresario para que se dé cuenta de que todas las tecnologías se pueden adaptar hasta al más pequeño negocio que tengamos en la ciudad”, añade.
El Fab-Lab cuenta con maquinaria de pequeña dimensión, incluida una impresora para la elaboración de modelizado 3D que cuenta con su propio espacio de almacenaje. Además, existe una mini fresadora CNC y un ‘plotter’ de corte, cada uno de ellos conectado a un ordenador con el software necesario para su correcto uso, además de una plancha de calor para la impresión de camisetas, jarras o gorras. En otra sala anexa, una cortadora láser, también conectada a un dispositivo dotado del software necesario para el diseño, la producción y la postproducción de elementos en madera, metacrilato o materiales similares.
Red del MIT
Marian Diez apunta los distintos usos que pueden aplicarse a la hora de utilizar esta tecnología. En el capítulo de anecdotario, comenta que un empresario se afana cada día en construir una pieza “que no encuentra por ningún sitio” para recuperar una tercera máquina de su propiedad y poder así seguir dándole uso. “Otros vienen por el marketing, con la idea de hacerse un kit digital para entregar a sus clientes: láminas en 3D, cosas de esas”, ejemplifica. Y es que el centro además ha acogido la formación en marketing 360 y data 4.0 desarrollada este tiempo a través de los programas municipales. Incluso, según comenta, "personal del propio Ayuntamiento ha estado realizando maquetas en 3D para después realizar obras para implantar en parques y otras zonas de la ciudad”. Las aplicaciones son muy variadas.
Y más cuando en un futuro logre, como es su objetivo, integrarse en la red del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y el centro salmantino quede certificado para formar parte de un ecosistema global de innovación y emprendimiento. Para ello, según avanza Diez, necesitan máquinas "más grandes" que sean homologables con las de otros centros del MIT, de modo que este espacio sirva para avanzar proyectos internacionales impulsados desde cualquier parte del mundo. “Queremos que, por ejemplo, un carpintero o un ebanista se dé cuenta de que, sí, se pueden hacer cosas con las manos, pero también con un ordenador. Te puedes hacer un mueble, una cama, lo que sea”, afirma.
La coordinadora reconoce, en este sentido, que otro de los objetivos a futuro es dar soporte a los artesanos. Para ello, ya están en contacto con la Federación de Organizaciones Artesanas de Castilla y León (Foacal), de modo que puedan integrar nuevas formas de impresión, no solo con filamento plástico o para carpintería metálica, sino también con materiales como la arcilla para adecuarse a las bellas artes. “Queremos, sobre todo, unir profesiones que parecen separadas como, por ejemplo, las bellas artes con la informática y el marketing y que, entre ellos, puedan lograr un proyecto colaborativo en común”, valora Marian Diez, quien se enfoca en la interrelación de sinergias entre emprendedores de varios ámbitos. “El siguiente paso será ir a la realidad virtual”, avanza.
Si bien otro de los fines a corto plazo es involucrar a los escolares de la ciudad en el funcionamiento del centro, por el momento, la formación tiene una perspectiva universitaria. De hecho, la imparten profesores de la Universidad Pontificia de Salamanca en el marco de un convenio de colaboración firmado con el Ayuntamiento para poner en marcha el Fab-Lab. Es el caso de Daniel Hernández de la Iglesia, profesor de la la Facultad de Informática, que se encarga de ofrecer el curso de montaje de drones. “Aquí se potencia que la gente de a pie pueda tener la posibilidad de acceder a un laboratorio abierto, con máquinas gratuitas, para hacer sus diseños y desarrollos, para investigar o, simplemente, familiarizarse con la tecnología de una forma sencilla y gratuita”, resume.
Aproximación tecnológica
Sobre la maquinaria de fabricación digital, el docente reconoce que “hoy en día” es “asequible y económicamente rentable”, pero su disponibilidad en el centro "puede venir bien", por ejemplo, a quien quiera hacer “una aproximación” a esa tecnología y “tener una primera toma de contacto gratuita”. A partir de ahí, se enseña “cómo construir un modelo de negocio que permita generar ciertos datos, procesarlos en tiempo real, analizarlos y, con eso, sacar una aplicación práctica”. Por ejemplo, mediante sistemas de sensorización o monitorización en los terrenos agrícola o industrial, o simplemente, buscando “la actualización de los empleos”, es decir, “darles un impulso digital innovador que permita dar ese salto de calidad a ciertas empresas para pasar de modelos tradicionales a modelos digitales, de internet, para que puedan desarrollar con una mayor garantía ese tipo de propuestas”.
Según fuentes municipales, unas 400 personas ya han acudido a formarse al centro en los escasos dos meses que lleva en marcha. Por el momento, son grupo heterogéneos con ideas dispares. “Hay de todo. Al ser formación gratuita y abierta, no hay ningún tipo de filtro. Hay ejemplos de aulas con gente que controla un poquito, con chicos, por ejemplo, de 18 años que en el instituto tienen algunos conocimientos y, luego, gente que viene de sectores como el campo que, simplemente, se acercan aquí a ver qué es esta tecnología y si le puede sacar algún tipo de partido para su día a día. Es la combinación entre la gente que sabe a lo que viene y gente que viene con la mente en blanco, y abierta, para ver qué tecnologías puede aprovechar”, explica el docente.
De hecho, el curso piloto de montaje de drones tiene un enfoque con variada perspectiva. Por un lado, el estrictamente recreativo y, por otro, el profesional, especialmente pensado para estrategias de innovación en el sector agrícola, desde grandes latifundios hasta los pequeños huertos, como las urbanos impulsados junto a Salas Bajas. Al taller de drones, ha acudido el joven Miguel Rodríguez García, más interesado en la parte lúdica del pilotaje, pero ansioso, en cualquier caso, por conocer 'las entrañas' de aparatos como el suyo. “Tengo un dron que sí puedo volar, pero no sabía exactamente cómo funcionaba y tenía interés en aprender todo lo que tiene que ver con la mecánica interna para, si se me rompe alguna cosa, saber arreglarla por mí mismo”, comenta.
En esencia, el Centro de Emprendimiento ‘Tormes +’ de Salamanca se configura como un ecosistema urbano de desarrollo económico e innovación en el que diferentes agentes, profesionales o no, pueden fomentar la generación de ideas y proyectos, pertenecientes principalmente al sector de los contenidos digitales. Está enfocado, sobre todo, a la formación y al apoyo al emprendimiento tecnológico, pero también acoge investigación y desarrollo de prototipos, así como la celebración de eventos, demostraciones y exposiciones de diversa índole. “Está muy bien que el Ayuntamiento dedique fondos a dar este tipo de formación porque es la manera de impulsar a la gente de Salamanca, que suele irse toda fuera”, según concluye el alumno.
Javier A. Muñiz / ICAL
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