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El Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca cumple un cuarto de siglo en guerra contra la enfermedad

Esta instalación tiene la mira puesta en un futuro aún más prometedor para pacientes y familias

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El Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca cumple un cuarto de siglo en guerra contra la enfermedad
Trabajadora del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca. Fotos: Susana Martín.
Javier A. Muñiz / ICAL
Lectura estimada: 7 min.

La Sociedad Española de Oncología Médica estima que el número de cánceres diagnosticados en España durante este año alcanzará los 296.103 casos, lo que supone un ligero incremento del 3,3 por ciento respecto a 2024, según el informe ‘Las cifras del cáncer en España 2025’, elaborado junto a la Red Española de Registros de Cáncer. Lo cierto es que esta enfermedad, poliédrica y devastadora, continúa siendo una de las mayores causas de mortalidad en el mundo, aunque el mayor conocimiento de la biología del cáncer, capaz de alumbrar la oncología de precisión y las terapias dirigidas, ha contribuido en los últimos años a una significativa mejoría en la tasa de supervivencia.

En los albores del nuevo milenio, hace ahora 25 años, el Campus Unamuno de la Universidad de Salamanca, tras una inversión, aún en pesetas, de casi 1.400 millones, alumbró un espacio para la esperanza. Junto al viejo Complejo Asistencial Universitario, se erigió el Centro de Investigación del Cáncer, ahora de aniversario, bajo el patronato de la Fundación de Investigación del Cáncer de la Usal, con el objetivo integrar la investigación competitiva y de excelencia sobre el cáncer en sus niveles básico, clínico y aplicado o traslacional. Recientemente, el CIC de Salamanca resultó nuevamente acreditado como el único Centro de Investigación de Excelencia de Castilla y León.

Con el apoyo de la Junta, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el Instituto Nacional de Salud Carlos III, actualmente es un centro de investigación puntero en cáncer a todos los niveles, con la misión de fomentar las sinergias entre la ciencia biomédica básica y la aplicada. Además participa en proyectos competitivos como centro científico de referencia y es ‘top’ en la formación especializada en biología y clínica del cáncer. Por otro lado, convierte a Castilla y León en nudo de colaboración con redes temáticas de investigación oncológica nacionales e internacionales y es un generador servicios para el bienestar social y el desarrollo económico regional, informa Ical.

La mayor parte de la labor científica del centro se centra plenamente en la oncología traslacional, a través de los dos grandes programas de Investigación definidos en su Plan Estratégico: ‘Mecanismos Moleculares del Cáncer’ e ‘Investigación Traslacional y Clínica en Cáncer’. "Además de impulsar el progreso en los mecanismos moleculares y celulares del cáncer, un reto fundamental para la comunidad científica oncológica es traducir los recientes avances de la investigación básica en mejoras clínicas concretas en el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento de esta enfermedad", explica el director del CIC, Xosé Bustelo.

Por un lado, el programa de ‘Mecanismos Moleculares del Cáncer, coordinado por el investigador principal David Santamaría, se centra en "la caracterización de nuevos impulsores oncogénicos, elementos de señalización y programas patobiológicos que intervienen en el origen, la progresión maligna y la respuesta terapéutica de diversos tipos tumorales". Para ello, utilizan un enfoque múltiple que incluye ratones genéticamente modificados y modelos celulares como injertos derivados de pacientes. Estos análisis también permiten la identificación y validación de nuevas dianas farmacológicas, así como el diseño de nuevos biomarcadores y otras herramientas diagnósticas.

Por otro lado, el programa de ‘Investigación Traslacional y Clínica en Cáncer’, coordinado, en este caso, por el investigador principal Alberto Orfao, está compuesto por grupos interesados en la aplicación directa de los resultados del laboratorio a la práctica clínica. Para ello, trabajan en "la validación de dianas farmacológicas, el diseño de nuevas vías terapéuticas, la comprensión de la resistencia a algunas terapias y la caracterización genómica de tumores antes y después del tratamiento". También participan en un amplio número de ensayos clínicos. Además, se benefician de otras iniciativas sanitarias coordinadas en el CIC, como el Biobanco Regional de Tumores de Castilla y León, la Unidad de Detección de Cáncer Familiar y la Unidad de Diagnóstico Molecular.

Avances significativos

Bustelo reconoce que "la comprensión de los procesos tumorales ha avanzado enormemente en las últimas décadas, gracias a avances científicos fundamentales que aclararon significativamente los mecanismos básicos del cáncer y mejoraron su tratamiento". En retrospectiva, considera que "la generación de los avances conceptuales y clínicos más relevantes sobre el cáncer" solo fue posible gracias a "la coordinación de múltiples esfuerzos de investigación interconectados de la comunidad científica mundial", una tarea colectiva a la que los científicos del del CIC han realizado "contribuciones significativas".

Ahora, 25 años después de la puesta en marcha del centro, celebra en declaraciones recogidas por Ical en el Centro Internacional del Español, donde se celebró esta semana una jornada con investigadores de primer nivel, haber cumplido en plena forma esta cifra redonda. "Partimos de unos inicios donde, básicamente, había un edificio y nada más. 25 años después, es un centro de investigación de referencia, que combina investigación básica y clínica, que se preocupa de atraer talento a la ciudad y de formarlo, y sobre todo, de ofrecer servicios diagnósticos a los pacientes o a personas que piensen que puedan tener cáncer familiar. Entonces, yo creo que es un valor añadido muy importante para la ciudad que le da un valor especial y diferencial sobre otras ciudades españolas", señala.

Repasando las aportaciones del Centro del Cáncer a esa batalla global, algunos hitos le hacen estar especialmente orgulloso. "La doctora María Victoria Mateos dio hoy una charla sobre cómo se había avanzado en el Mieloma Múltiple, una enfermedad de la sangre que hace 20 años tenía un índice de supervivencia muy bajo y gracias al trabajo, justamente, los clínicos que están asociados al Centro de Investigación del Cáncer y a todos los ensayos clínicos que han generado, ahora se está convirtiendo ya en una enfermedad crónica. Entonces yo creo que ese es el ejemplo paradigmático de la importancia que tiene la investigación en una ciudad como Salamanca", matiza.

Además, Bustelo apunta que los servicios diagnósticos son muy importantes. "Aquí vienen muestras de toda España para ser diagnosticadas de manera precisa, sobre todo en tumores hematológicos. Y, gracias a nuestro servicio diagnóstico de cáncer familiar, pues familias que piensen que tienen cáncer familiar pueden venir al centro, ser diagnosticadas y ser tratadas adecuadamente. Yo creo que ese es el valor añadido. En 25 años, afortunadamente, hemos hecho muchísimas más cosas", añade.

Una de las claves, explica, es la traslación de la investigación básica a la aplicada. "El Centro del Cáncer está donde está, precisamente, porque queríamos enfatizar el estar cerca del Hospital y cerca de las facultades de Medicina o Farmacia para interaccionar con ellos. Y siempre tuvimos, desde el inicio, investigadores clínicos en el centro. Inicialmente, Jesús San Miguel, ahora por ejemplo, María Victoria Mateos o Alberto Orfao, que son referencias en investigación clínica. Estas fronteras son antiguas. Un investigador básico tiene, obviamente, que estudiar a nivel de laboratorio con sus modelos animales y celulares, pero al final tiene que ir a los pacientes porque si no para qué vale. Y viceversa. Siempre hemos combinado los dos mundos y cada vez están más próximos, no están tan separados como antes", reflexiona.

De cara al futuro, el objetivo es abarcar las terapias dirigidas. "Muchos de nuestros grupos de investigación trabajan en analizar cuáles son los puntos débiles de las tumorales para desarrollar después inhibidores contra esas alteraciones genéticas. Por supuesto, la inmunoterapia y la células CART-T son muy importantes. El futuro es desarrollar nuevos individuos y nuevas terapias combinadas que nos permitan ser cada vez más eficientes. Es un camino, lamentablemente, que está por cerrar todavía. Nos llevará tiempo, pero poco a poco iremos progresando en cada enfermedad de manera individualizada", avanza.

Éxito en mieloma

Un claro caso de éxito de traslación es la investigación de María Victoria Mateos en el campo de la hematología, de hecho, según explica en declaraciones recogidas por esta agencia, el Servicio de Hematología y Hemoterapia del Causa tiene laboratorios en el CIC y "el trabajo conjunto es permanente", no en vano existe una persona que actúa como "nexo de unión". "Se trata de que la información clínica, los últimos avances, lleguen a los investigadores del Centro del Cáncer para que compartan con la parte clínica los resultados y las inquietudes. Al final, lo que pretendemos es que no haya una médula ósea, una muestra de células tumorales de pacientes en el clínico que no viaje al Centro del Cáncer. La distancia es realmente corta y ése es nuestro tesoro", recalca.

En este sentido, manifiesta que, pro ejemplo, las compañías farmacéuticas tienen "mucho dinero, muchos medios y mucha tecnología" para hacer estudios de investigación, "pero lo que no tienen, y tenemos nosotros, es a los pacientes y las muestras: del paciente que es muy sensible, del que no responde nada, del que es un largo superviviente, etcétera". Es la esencia para intentar entender por qué unos pacientes responden y por qué otros no. "Todo ese tipo de preguntas y de respuestas las encontramos en la interacción entre la parte clínica y la parte traslacional y la parte más básica, que existe en el Centro del Cáncer", insiste.

Su ejemplo, con la investigación en mieloma múltiple, es de los ámbitos que, gracias a su trabajo, mejor evolución han tenido. "Un estudio realizado en el Centro de Investigación del Cáncer recién inaugurado fue la base para uno de nuestros primeros ensayos clínicos, que se siguió de un ensayo mundial con más de 700 pacientes sobre el cual hemos ido optimizando, y resultó en el estándar que utilizamos ahora en todos los pacientes. Lo cual, sí, es caso totalmente de éxito, pero es que yo creo que no puede ser de otra manera. Los clínicos necesitamos a los básicos y los básicos necesitan a los clínicos porque si no su investigación, si no tiene ninguna traducción en la práctica clínica, realmente puede ser muy válida, pero tendría muy poco impacto y muy poca visibilidad", concluye.

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