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El día de la malversación

La opinión de Diego Jalón en TRIBUNA

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El día de la malversación
Archivo - Europa Press.
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.
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¡Cómo pasa el tiempo! Con permiso de la izquierda, que como ya sabemos es la dueña de la cuarta dimensión y decide cuándo se congela y todo permanece eternamente inmutable, como la Guerra Civil y el Franquismo, o cuándo las cosas no ocurrieron y deben borrarse de inmediato, como eso de la ETA, que es sólo una obsesión de la derecha obcecada siempre en mirar atrás. Pero bueno, un año más, y van cuarenta y cuatro, hemos celebrado esta semana el aniversario de la Constitución que, en 1978, aprobaron en referéndum los españoles. El 91,81% de los que votaron entonces respondieron sí a la sencilla pregunta "¿Aprueba el Proyecto de Constitución?".

Y no se equivocaron, por mucho que se empeñe Carmen Calvo, que entregó esta semana en Valladolid, abrazada a Óscar Puente, el premio Carmen Calvo. En una ceremonia tan confusa que algunos pensaron que se lo entregaba a sí misma, algo totalmente verosímil en este país, reclamó una modificación para que la Constitución reconozca que "hombres y mujeres son lo mismo". A ver Carmen, la lógica, la razón y el sentido común nos dicen que dos cosas distintas no pueden ser lo mismo, salvo que lo diga esa ley trans que tan poco te gusta. Pero si a lo que te referías es a que hombres y mujeres deben ser iguales ante la ley y disfrutar de los mismos derechos, la Constitución ya lo dice. En su artículo 14, por si te animas a leerla.

Cuarenta y cuatro años que han sido sin duda los mejores de la historia reciente de nuestro país, pese a que alguno quiera reivindicar los legados de luz, breves, convulsos y violentos, de nuestro dos veces fallido republicanismo. Los datos no engañan. Nuestro PIB ha pasado de 160.000 millones de euros de 1978 a los 1,42 billones actuales. Y nuestra renta per cápita, de 4.356 euros a 30.115. Claro que el dinero ya no vale lo que valía antes, pero para ponerlo en perspectiva, la renta per cápita de Francia era de 9.264 euros en 1978 y más que duplicaba la nuestra. Actualmente solo nos supera en un 30%. Y en este tiempo, Francia ha multiplicado su PIB por seis y nosotros casi por diez.

Y, sobre todo, hemos disfrutado de paz, derechos, libertades y una democracia tan desarrollada que hasta el haragán de Pablo Iglesias y la madre de sus hijos han llegado al Gobierno en este sistema hindú de "castas", heredero del franquismo, en el que los oprimidos como ellos nunca podrían aspirar al poder. Mucho denostar el "régimen del 78" y resulta que ahora Irene se aferra al sillón ministerial y se lía a machetazos con la amable Yolanda, a ver si la convence de que sin ella no puede sumar, para que la coloque en un puesto en las listas que le garantice seguir chupando del régimen.

Estos de Podemos, tan partidarios del aprobado general y de que todo el mundo pase de curso aunque no sepa hacer la o con un canuto, están sorprendentemente preocupados por lo mucho que tarda Yolanda en sumar y eso que la pobre no es de ciencias. Tampoco es que tenga muchas letras. Hasta Pedro Sánchez, también muy fan de la Ley Celáa, pese a que le dio la patada a su autora a las primeras de cambio, cosas de nuestro presidente que tiene ese carácter, anda preocupado con el "timing" de Yolanda. En Moncloa se han puesto a echar cuentas, un poco así a ojo como hacen siempre, y han llegado a una conclusión digna de Mariano Rajoy: sin Sumar no suman.

Que parece una perogrullada, pero tiene su miga. La cosa es que las encuestas les dicen que si Yolanda no consigue reunir en una misma papeleta a Podemos, a Compromís, a los de la Colau, a Más País, a izquierda, a unida y no sé si me dejo a algún Frente Popular de Judea por ahí, y toda esta tropa se presenta por separado, pueden sacar 27 diputados menos que si van juntos. Lo dijo muy claro el otro día Pablo Iglesias en La SER: "En Podemos han dicho que ya sería tiempo de que Yolanda Díaz aclarara si quiere ser la candidata de todos y a partir de ahí cerrar un acuerdo de coalición". 

Pablo habla de Podemos en tercera persona, como Julio César de sí mismo en la Guerra de las Galias, pero enseguida aclara la cosa y nos explica que habla en nombre propio: "En las elecciones municipales y autonómicas creo que se ha demostrado que eso de ir por separado funciona peor que decirle a la gente: somos partidos diferentes, no necesariamente somos amigos, no necesariamente nos queremos, no tenemos por qué hacer los mítines juntos, pero somos lo suficientemente inteligentes como para asumir que para que no gobierne la derecha y haya entendimiento de las fuerzas progresistas tenemos que hacer cada uno nuestro trabajo".

Vamos que uno de los tíos más vagos de España le dice a la ministra de Trabajo que se ponga a trabajar, que no sé yo si eso es un micromachismo, pero se le parece bastante. Así que ahora la verdadera papeleta la tiene Yolanda, que dice que sigue en su proceso de escucha, pero que ya va, que no se pongan así, que en un par de meses, en cuanto digiera el pavo y el turrón, se pone con ello y nos desvelará "el secreto de la nueva coalición progresista". Dice también, y no le falta razón, que no sabe cómo han podido echar esas cuentas cuando "Sumar todavía no es una oferta electoral", pero eso, Yolanda, son cosas de Tezanos y El País, que aunque no tienen una bola de cristal, hacen sus cábalas.

Lo que sí sabe Yolanda, que para eso le explicaron sus padres que el comunismo es la igualdad y la democracia, que "solamente si sumamos colectivamente con afecto, sin sectarismos, sin etiquetas, sin separaciones, somos capaces de garantizar que no gobierne la barbarie". Que, por supuesto, no son las purgas ni los gulags, que eso es civilización democrática. Y lo del sectarismo y las etiquetas, pues igual es un zasca a Pablo y a Podemos, pero qué sé yo. Lo que no parece es que todos estén muy dispuestos a "sumar colectivamente con afecto".

Igual por eso, o porque no se fía de sus augures de cabecera cuando le dicen que con los 57 diputados de Sumar y los 125 que va a conseguir él por su cara bonita tendría la mayoría absoluta asegurada, Sánchez quiere seguir mimando a sus niños malcriados de ERC y de Bildu. Le escribieron hace tres años su carta a los Reyes Magos, un tanto anticipada, en la que pedían financiación, indultos, acercamiento de presos, modificaciones del código penal a la carta... Y él está dispuesto a que no les falte ni un solo regalo estas Navidades.  

Así que cuando el pasado miércoles los españoles celebramos el día de la Constitución que además de paz, libertad y prosperidad nos permite disfrutar del mejor puente del mundo, con permiso de Calatrava, no estaban los socios de Sánchez, ni los de ERC, ni los de Bildu. Por un lado, porque ellos quieren acabar con la Constitución y con España. Y por otro, porque no era necesaria su presencia. Sánchez estaba allí para representarlos y para celebrar con ellos el día de la malversación.

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1 comentario

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usuario anonimo 12/9/2022 - 9:49:04 AM
Es una vergüenza lo que está haciendo Sánchez: si uno defrauda 10 euros le cae la del pulpo pero si da un golpe de Estado y roba millones puede ser elegido diputado. Una verdadera vileza de este Gobierno que dice gobernar para todos.
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