No es inusual que en China una localidad se especialice en la producción de un determinado artículo y eso permite mejorar técnicas y trabajar en piezas específicas
El montañoso condado de Zhengan, en pleno centro de China, acapara un porcentaje cada vez mayor de la fabricación de instrumentos musicales a nivel global, entre ellos la guitarra española.
Un enorme cartel a la entrada de la localidad, perteneciente a la provincia de Guizhou, da la bienvenida a los visitantes con el eslogan "la música hace que la vida sea más bella". Sus avenidas están flanqueadas por una inacabable sucesión de farolas engalanadas de adornos en forma de guitarra, de las que este lugar ha producido una media anual de 2,25 millones en el último lustro, según representantes de la industria.
No es inusual en China que una localidad se especialice en la producción de un determinado artículo, una estrategia ejemplificada por Xuchang (centro), que fabrica más de la mitad de las pelucas del mundo, por Shaodong (centro), origen del 70% de los mecheros a nivel global o por z (este), que produce aproximadamente el 30 % de los violines. Esta concentración permite a algunos trabajadores especializarse en técnicas muy concretas o en piezas muy específicas, además de crearse una fama que atrae a posibles clientes, que pueden visitar varias fábricas y empresas en un mismo viaje.
Pero Zhengan, ubicado en una región montañosa de difícil acceso en Guizhou, una de las provincias menos desarrolladas de China, está lejos de los principales puertos o de los mayores nodos logísticos del gigante asiático. De hecho, el condado afrontaba hace años una situación económica difícil, y parte de su población emigró debido a la escasez de infraestructura y las limitadas opciones de cultivo.
Por aquel entonces, un estudio de las autoridades locales descubrió que más de 50.000 nativos de Zhengan se habían ido a trabajar en la producción de guitarras en provincias costeras como Cantón (sur), apodada la 'fábrica del mundo'.
Después, a partir de 2012, el Gobierno comenzó a ofrecer incentivos y subvenciones a aquellos que retornasen y contribuyesen a crear una industria local basándose en el conocimiento adquirido durante sus años de emigrados.
Hoy en día, el condado es sede de más de 130 empresas relacionadas con el sector de la guitarra, que dan empleo directo a aproximadamente 4.000 personas y a 1,5 millones indirectamente.
El empresario Li Qiwang, responsable de producción de la empresa local Natasha, señala que la compañía trasladó su sede desde la citada Cantón hasta Zhengan, "principalmente por el respaldo" de las autoridades, que incluyen beneficios como exenciones de alquiler durante tres años y préstamos con intereses reducidos.
La empresa, que cuenta con unos 120 empleados, que cobran unos 4.000 yuanes mensuales (557 dólares, 519 euros), se está expandiendo internacionalmente y ya exporta sus productos a países como Tailandia, Rusia o Japón.
No obstante, se enfrenta a la competencia de "marcas internacionales que tienen décadas, o incluso siglos, de tradición en la producción de guitarras", mientras que la producción en China apenas tiene 50: "reconocemos el desafío de posicionar una marca china en el mercado global, pero tenemos la confianza de que, con esfuerzo y dedicación, podemos destacar", dice el empresario.
En un contexto de creciente competencia en el mercado, Li decidió dejar de importar madera para fabricar sus guitarras y apostó por el bambú, una alternativa innovadora y de gran disponibilidad en China que se alinea con una "tradición cultural milenaria" en la fabricación de otros instrumentos como flautas.
China figura desde hace años como el mayor fabricante de instrumentos musicales del mundo, y empresas de investigación de inversiones como Equalocean estiman que produce entre el 50 % y el 70 % del suministro mundial de pianos, guitarras y violines.
Li asegura que también la calidad de sus piezas ha mejorado mucho y que las guitarras chinas no tienen ya tanto que envidiar a las producidas en otros países.
Sin embargo, hay quien no lo siente así, lo que supone una barrera para los fabricantes chinos: "Estamos invirtiendo en construir una identidad de marca, pero es un proceso que requiere tiempo y recursos significativos", remata.
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