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Turbulencias incontroladas en el Gobierno más débil

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Félix Ángel Carreras Álvarez
Félix Ángel Carreras Álvarez
Lectura estimada: 3 min.

Los ‘reskoldos’ no se van a apagar, por mucho que el Gobierno intente borrar todas las huellas que ha ido dejando el asesor del ex ministro.

La pieza más codiciada para la oposición es la presidenta de las Cortes, la enigmática Francina Armengol, que durante su etapa al frente de la Comunidad de Baleares tuvo una controvertida actuación con la gestión de las mascarillas. “Quiero explicar el contexto en lo que los estoy explicando las cuestiones que voy a explicar”, dijo textualmente para arrancar su esperpéntica rueda de prensa. Esperpéntica porque no fue capaz de dar ninguna explicación convincente y, además, utilizó la sede del parlamento nacional para arremeter contra el PP apelando a la máxima de la que la mejor defensa es un buen ataque.
La descomposición de la política española resume la tremenda desafección popular hacia su labor. Un Gobierno que accedió al poder gracias a una moción de censura por un caso de corrupción, ahora está inmerso en un galimatías de comisiones, tráfico de influencias, destituciones y justificaciones sin ninguna credibilidad. Es el peor momento para un Pedro Sánchez que puso tierra de por medio con un viaje institucional para hablar desde la distancia y asumir la complejidad del caso sin hacer bandera de la autocrítica.

La situación política en España está en un limbo de incertidumbre. Hacia dónde pueda caminar el futuro es toda una incógnita que arranca con las elecciones en el País Vasco y finalizan al principio de verano con las europeas. En ambos casos, pintan bastos para un PSOE arrollado recientemente en Galicia y que se dirige también hacia el abismo en el País Vasco donde solo se salvará gracias a que el PNV ya le ha advertido a Pedro Sánchez que no pruebe a juegos con Bildu. El lehendakari será de nuevo nacionalista con el apoyo del PSOE y a pesar del fuerte impulso que va a tomar Bildu, en buena parte, por el hundimiento de los socialistas vascos. Esa alianza PSE-PNV le otorga a Sánchez un respiro en Madrid para mantener un Gobierno débil al que no se le augura una legislatura larga.

De nuevo, las turbulencias políticas con Amnistía incluida en medio de una situación que sigue sumida en el envoltorio de unos supuestos buenos datos del paro, maquillados porque no se contabilizan los fijos discontinuos, y pendientes de una economía que apunta hacia un crecimiento pero que mira de reojo a eso que se llama estabilidad, de la que es imposible presumir con un Gobierno multicolor donde cada uno tira para un lado: Ábalos se marcha al Grupo Mixto para no perder su aforamiento, Armengol aparca su papel de tercera autoridad del Estado para convertirse en una simple mitinera y Yolanda Díaz sale ahora con la ocurrencia de los horarios en los restaurantes como tema estrella del momento.

En resumen, puede que las elecciones al Parlamento Europeo sean el punto de inflexión para saber qué capacidad tiene este Gobierno de aguantar un nuevo revés electoral. El PSOE está en un punto de mira impensable que se escapa a todo lo que podía imaginar tener controlado.

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