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El Ministerio de Sanidad ha aprobado este miércoles la financiación de un nuevo tratamiento para los pacientes adultos con enfermedad renal crónica que ha demostrado reducir el riesgo de progresión de la patología, de hospitalización e, incluso, retrasar la diálisis entre tres y 13 años.
La nueva opción terapéutica, que se comercializa desde este miércoles, supondrá en España un beneficio para seis millones de personas, potenciales afectados de la enfermedad, ya que dos de cada tres está sin diagnosticar al tratarse de una "enfermedad silente", que en las fases iniciales trascurre sin síntomas.
El jefe del Servicio de Nefrología del hospital Clínico Universitario de Valencia, José Luis Górriz, ha explicado, según recoge EFE, que el tratamiento con empaglifozina, una molécula hasta ahora disponible para pacientes con diabetes tipo 2, ya se puede administrar a personas con enfermedad renal crónica sin diabetes, una vez comprobado que mejora de forma significativa su situación clínica.
"En España hay el doble de personas con enfermedad crónica que parados", ha subrayado este experto, que ha puesto el foco en el diagnóstico precoz, ya que se trata de una patología "que afecta a una de cada siete personas, el 15% de la población, y será la primera causa de muerte a finales de siglo". En España, atender las fases más avanzadas de la enfermedad renal crónica supone el 3% del gasto sanitario del sistema público de salud y el 4% de la atención sanitaria hospitalizada.
Górriz ha insistido en la detección precoz para reducir el riesgo de deterioro o fracaso de la función renal y las hospitalizaciones, y ha lamentado que la mayoría de los casos, hoy día, se detecten en urgencia.
Por su parte, la responsable de Medicina Familiar y Comunitaria, Flora López, ha explicado que para diagnosticar la enfermedad desde Atención Primaria se debe realizar un análisis de sangre, que comprueba la eficacia con la que los riñones filtran la sangre, y otro de orina, que mide la presencia de albúmina y de creatinina.
Esta experta en Atención Primaria ha sugerido la implantación de cribados para detectar esta enfermedad crónica que estaría destinado, principalmente, a población diabética y mayores de 65 años, ya que la función real se va perdiendo con la edad y se estima que un 33% de personas en esta franja de edad la padecen.
Otro grupo que debería realizase pruebas de detección serían los hipertensos y los pacientes con enfermedad cardiovascular. Según esta especialista, hay una relación muy estrecha entre corazón y riñón, "y cuando uno de estos órganos enferma, a continuación lo hace el otro con un decalaje de menos de dos años".
Por suerte, ha comentado, "el 80% de los pacientes con enfermedad renal crónica están en estadios iniciales y en Atención Primaria, por lo que hay margen para hacer tratamientos antes de que la enfermedad progrese".
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