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Pasar a la Historia

Diego Jalón nos deja como cada viernes un nuevo artículo de opinión sobre el panorama político actual

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Pasar a la Historia
Foto: EUROPA PRESS.
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.
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En general, a las personas no les gustan los lunes. Pero a menudo, como les ocurría a Bob Geldorf y a los Boomtown Rats, no saben por qué. ¿Qué tendrán los lunes para ser peores que los martes, los miércoles o cualquier otro día de la semana? A mi no me disgustan. Son un punto de partida, un comienzo, el primer paso hacia el fin de semana. Son también días en los que podemos aprender cosas. El lunes pasado, sin ir más lejos, Pedro nos reveló sus anhelos de posteridad y trascendencia. A falta de otras preocupaciones, con lo bien que va todo, Sánchez anda pensando en cómo va a pasar a la Historia. Y debo confesar que consiguió sorprenderme.

Resulta que quiere pasar a la Historia por haber exhumado el cadáver de Franco del Valle de los Caídos, "un gran monumento", según nos explicó también. Yo pensaba que Sánchez quería jugar en la liga de los Kennedy o los Trudeau y pasar a la Historia como el presidente más guapo del mundo, competir con Aquiles o con el troyano Paris, "el de más hermosa figura", o con ese rey David al que inmortalizó Miguel Ángel.

Incluso pasar, junto a los hermanos Wright, Lindbergh o Amelia Earhart, a la historia de la aviación. A estas alturas, seguro que en horas de vuelo no tiene rival que pueda hacerle sombra, ni entre los pilotos más curtidos del SEPLA. Lo de cruzar el atlántico o dar la vuelta al mundo sobre la línea del ecuador son paseítos al lado de lo que ha volado nuestro presidente a bordo del Falcon, una aeronave a la que Sánchez ha granjeado también un merecido puesto en el panteón de los aviones famosos, junto al Espíritu de San Luis.

O tal vez ser recordado como el presidente más progresista y ecologista de la Historia mundial. Quién como él puede presumir de no haber destinado todavía, después de 18 meses, ni un solo euro al PERTE verde, el de energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento, que según él mismo explicó "es uno de los proyectos más ilusionantes de los fondos europeos". Qué no hará con los que no le ilusionan tanto. Lo de Greta Thunberg a su lado es un juego de niñas.

Y sin duda, podría pasar también a la historia del feminismo junto a Guillermina de Bohemia, Christine de Pizan, Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft o las primeras sufragistas. No en vano ha aprobado la ley del sí es sí, que "es un hito importantísimo, una ley pionera, a la vanguardia mundial y que nos van a copiar en otros países", porque "tiene el único cometido de reforzar la seguridad de las mujeres". Y no es cuestión de que Irene Montero se atribuya los méritos, que para eso él es el presidente y dedica todos sus esfuerzos a proteger a la clase media y trabajadora. Irene anda más preocupada por su sillón, su chalé y su puesto en las listas en las próximas elecciones, unos afanes espurios que la descalifican para compartir enciclopedia con los grandes próceres. Y próceras.

Pero no, ninguno de estos campos de la Historia es el que Sánchez aspira a labrar. Él quiere ser recordado como destacado personaje de la historia funeraria. Y no por crear como Mausolo o el Shah Jahan tumbas cuya exquisita belleza han asombrado al mundo. Ni siquiera por erigir como Keops, Kefrén y Micerino pirámides imposibles, sólo al alcance de los dioses, que asombraron incluso a Napoleón, otro que como Sánchez también conquistó Europa, aunque todo acabase en Waterloo como lo de Puigdemont.

Además, Sánchez no quiere pasar a la Historia como un famoso enterrador, eso se lo deja a Nate Fischer y a su familia. Él quiere ser el gran exhumador. Porque, ¿quién si no él se atrevería a desenterrar a un dictador muerto hace casi medio siglo? En eso ha demostrado casi tanto valor como el Partido Socialista, que al fallecer Franco presumía de 100 años de honradez, aunque los comunistas les afeasen haber estado cuatro décadas de vacaciones, que ya hay que tener mala baba. Para pasar a la Historia, quizá hubiese sido más loable enterrar a un dictador vivo que desenterrar a un dictador muerto, pero quién sabe.

Sánchez tiene otros obstáculos para pasar a la Historia como el gran exhumador de Franco. En primer lugar, porque como él mismo ha explicado, lo ha hecho "guiado por el legado de luz del republicanismo". Y eso, claro, es menos meritorio. Porque contando con una guía, cualquiera es capaz de grandes hazañas. Incluso yo he conseguido montar varios muebles de Ikea. Si Colón hubiese tenido a mano la guía Repsol, con los mapas y los puntos de repostaje más cercanos, el descubrimiento de América no hubiese pasado a la Historia.

A Sánchez le gusta mucho lo de la República, igual porque le jode tener a un Rey de más altura, física, moral e institucional, que él. Y ya nos ha expresado varias veces su admiración por Largo Caballero. ¿Se referirá a él cuando habla del legado de luz? No sería extraño conociendo a ambos personajes. Antes de dar el golpe de Estado de 1934, que acabó siendo conocido como la Revolución de Asturias, el ídolo de Sánchez decía: "Mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas habrá que obtenerlo por la violencia... Haremos la revolución violentamente. Eso dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil... Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil... No nos ceguemos camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar."

El legado republicano que ilumina a nuestro presidente es el luminoso legado de una República tan democrática que no sometió su constitución a referéndum, que cerró y metió en la cárcel a los medios y periodistas que no compartían su ideario, muy al estilo de lo que le gustaría hacer a Pablo Iglesias, que fomentó la violencia física contra sus adversarios, de la de verdad, con asesinatos incluidos, más como la que no condena Otegui que como la que denuncia Irene Montero. Una República con un Partido Socialista que exigía una revolución bolchevique. Una República en la que ardían los conventos y en la que el líder de la oposición fue asesinado por la guardia de asalto y las milicias socialistas.

Ni siquiera Largo Caballero parecía muy partidario de la República, ni de esa bandera tricolor que tanto le gusta ahora a la izquierda: "Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista". En fin, ese debe ser el legado de luz que guía a Sánchez, que no parece entender la diferencia entre una luz y una luz roja. O quizá sí. Pero sin duda, si quiere pasar a la Historia debería empezar por leerla.

Por mucho que Sánchez quiera pasar a la Historia como exhumador, lo más probable es que lo acabe haciendo como inhumador o como incinerador. Porque si hay algo que es posible que consiga es enterrar o reducir a cenizas la Constitución que sí votamos, por abrumadora mayoría, los españoles en referéndum. Quién sabe cómo pasará a la Historia nuestro presidente, pero yo lo que espero es que lo haga cuanto antes.  

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1 comentario

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usuario anonimo 12/2/2022 - 11:04:06 AM
Si la democracia vuelve a España, pasará a la Historia por ser el primer presidente de gobienno juzgado por traición.
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