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La antesala de los primeros presupuestos autonómicos no heredados

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Tribuna
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La Comunidad de Castilla y León tendrá nuevos presupuestos después de conocerse el jueves pasado la aprobación de un techo de gasto no financiero con cifras históricas. Serán los presupuestos que normalicen el funcionamiento institucional tras mantener las cuentas prorrogadas desde 2021. Este nuevo techo ascenderá a 12.470 millones de euros, un 13,6 por ciento más respecto al presupuestado en el año 2021, con importantes condicionantes como el crecimiento de la recaudación tributaria y la llegada de los fondos europeos frente a la desaparición del denominado 'Fondo Covid'  y la reducción del déficit público. 

Castilla y León ha preferido mantener un criterio más prudente en sus previsiones estimando un crecimiento del 1,6 por ciento, alejado de los cálculos más optimistas del Gobierno de la Nación que después se encarga de cuestionar el Banco de España. Según esos pronósticos, la tasa de paro alcanzará el 10,1 por ciento en la Comunidad y los puestos de trabajo a tiempo completo aumentarán un 2,3 por ciento.

La lectura siguiente a la realidad de las cifras ofrece un escenario de estabilidad política, tan cuestionado en Castilla y León desde la primera alianza de Gobierno con Ciudadanos y el paso posterior al acuerdo con la, entonces, emergente fuerza política de VOX. El presidente Alfonso Fernández Mañueco buscaba una atmósfera de tranquilidad en la que, al menos, no planease de manera permanente la sombra de una moción de censura. Aquel episodio de marzo pasado no erosionó al Gobierno autonómico, que salvó la situación, pero sí le puso en alerta y provocó el posterior anticipo electoral que ha deparado en la coalición actual. VOX pondrá todas las trabas del mundo en aspectos que considera intocables dentro de su particular decálogo de actuación y de entender la política, pero su presencia en el Gobierno elimina cualquier posibilidad de moción de censura. Con este panorama despejado, la cohabitación se resume en resolver las tiranteces de una convivencia complicada, por supuesto, pero al menos manejable sin fantasmas de vuelcos inesperados.

De esta forma, Castilla y León tendrá de nuevo presupuestos autonómicos no heredados que anticipan una importante inversión en gasto social y una fuerte apuesta por la creación y consolidación de empleo de calidad. El panorama autonómico no emplaza a ninguna cita electoral, que se reduce a la batalla municipal, y el ejecutivo de Mañueco anhela esa estabilidad tan necesaria en tiempos de indudable incertidumbre económica. Por esta razón, sus socios de VOX deberían estar a la altura de lo que significa gobernar para todos, dejando a un lado esas inflexibles posiciones ideológicas que en la mayoría de las ocasiones ocultan su gestión. Entre las tres consejerías que ocupa el partido de Abascal ya se aprecian hasta distanciamientos de talante con evidentes diferencias entre la serenidad de Gerardo Dueñas frente a las ocurrencias que protagonizan Veganzones y Santonja. Si VOX no se hace más abierto, su inexplicable hermetismo acabará por convertirle en pieza de titulares estrambóticos y siempre quedará la duda de lo que verdaderamente puede aportar como partido político.

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