Un peregrino de esperanza envuelto en la luz pascual

Artículo del vicario general de la Diócesis de Salamanca, Tomás Durán, ante el fallecimiento del papa Francisco

imagen
Un  peregrino de esperanza envuelto en la luz pascual
Tomás Durán
Lectura estimada: 2 min.

En plena Pascua del Señor, cuando los cánticos de la victoria del Resucitado resuenan en todo el orbe, fallece el papa Francisco. Este papa, venido del fin del mundo, como él mismo dijo al presentarse en el balcón de la Basílica de San Pedro, nos ha llevado al corazón del evangelio, al amor del Padre que nos entrega a su Hijo en un exceso de misericordia y gracia, derramado en el corazón de todo hombre, de la humanidad y del cosmos. Este exceso del don, de la gracia que nos antecede como amor gratuito, es lo que trasluce en su escrito programático, la exhortación Evangelii Gaudium (2013).  Es la alegría del Evangelio, que no es otra cosa que la "alegría del corazón del Padre" (Lc 15), que nos primerea y se alegra de encontrarnos y derramar su amor sobre nosotros.

Es un papa más del postconcilio, largo, que se abre paso entre el combate y el debate casi eterno, de las difíciles "disociaciones estériles" (H. de Lubac) en las que nació y perduran, no se sabe hasta cuándo. Es el debate entre tradición o novedad, ley o gracia, misericordia o verdad, evangelización o sacramentalización, fe o vida... y así una tras otra. Qué sufrimiento el de este papa, cuando se ha puesto frente a esta ideologización del Evangelio, sin decantarse por una disociación u otra, sino que nos ha invitado a la hondura del Misterio Pascual, como gracia regalada, para así hacer coincidir a unos y otros en la hondura inefable del Amor fontal del Padre, que nos sobrepasa a todos y se derrama, sobre todo, en los últimos, los pobres y los desahuciados sociales.

Pero no ha sido entendido. Unos, descubriendo errores doctrinales donde no los ha habido nunca; otros, queriendo hacerle decir lo que nosotros quisiéramos oír, y que él nunca ha dicho. "Rezad por mí, no contra mí", decía con sabiduría evangeliza y acento porteño, queriendo relativizar estos escollos y controversias partidistas.

No puedo por menos, hoy, que citar, estas proféticas palabras: "Cuando el centro de la unidad se convierte en el blanco preferido de los ataques más apasionados, al creerse cada uno con derecho a lanzar al sucesor de Pedro, con cualquier motivo y ante el mundo entero, reproches altivos, la Iglesia, toda la Iglesia, queda herida en su corazón. Quienes en el momento actual se dejan llevar por tales excesos,  no saben lo que hacen. Sea cual sea el pretexto invocado, vuelven la espalda al Evangelio" (H. de Lubac). ¡Qué verdad! Gracias, papa Francisco. Nos has llevado al corazón del Evangelio. Y lo has hecho sin guardarte para nada, con la entrega total de tu vida. Y sin defenderte.

Tu partida, Francisco, también ha sido una catequesis viva de la luz pascual. Ayer, en la fragilidad de un anciano enfermo, magisterio inolvidable el de estos meses últimos, deseaba una feliz Pascua al mundo entero. Así se ha despedido hoy, envuelto de la luz pascual, como un peregrino de esperanza, de la esperanza pascualGracias. Oremos por él, al Padre de las misericordias.

0 Comentarios

* Los comentarios sin iniciar sesión estarán a la espera de aprobación
Mobile App
X

Descarga la app de Grupo Tribuna

y estarás más cerca de toda nuestra actualidad.

Mobile App