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Medusas que desafían el envejecimiento, invertebrados capaces de suspender los procesos metabólicos para protegerse de la deshidratación, hongos resistentes a la radiación o bacterias que iluminan los mares son solo algunos de los "superpoderes" de muchos organismos de la Tierra, con un potencial, además, inmenso y todavía inimaginable para los humanos.
Son superorganismos y los protagonistas del último libro del microbiólogo Raúl Rivas, quien explica a EFE que los ejemplos de cómo su estudio podría beneficiar a los humanos son múltiples. "La medusa Turritopsis dohrnii o los tardígrados podrían aportar las claves necesarias para lograr el rejuvenecimiento celular y que podamos alargar nuestra existencia en condiciones óptimas varias decenas de años", dice.
Editado por Guadalmazán, el texto -titulado "Superorganismos"- mezcla lenguaje coloquial y científico, y está dividido en 16 capítulos, que empiezan para ubicar al lector con el relato de algún hecho histórico, anécdota o parte de un drama teatral.
Las "peculiaridades inusuales" se van agrupando en cada episodio. Así, Rivas habla de la zarigüeya de Virginia, que se queda tiesa "como la mojama" cuando se siente amenazada o de la angula eléctrica, capaz de emitir descargas de 650 voltios.
Hablar de superorganismos, afirma Rivas, es "molón, entretenido e interesante, y permite informar a jóvenes y adultos, a través de relatos y situaciones asombrosas, de la existencia en nuestro planeta de criaturas y organismos extraordinarios".
"Muchos de estos superorganismos -algunos han volado al espacio- son formas de vida inesperadas, casi irreales, y desconocidas para muchas personas", por eso Rivas cree que es un tema atractivo para trasladarlo al público general.
Portada del libro.
Su definición más frecuente se refiere a ellos como una agrupación de organismos que funcionan juntos de una manera altamente integrada para realizar tareas a nivel de grupo, de modo que el conjunto puede considerarse colectivamente como un individuo (hormigas, avispas, abejas, termitas).
Sin embargo, Rivas, doctor en Biología y catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca, considera que son mucho más. "Un superorganismo también es un tipo de organismo del mundo animal, vegetal o microbiano que tiene peculiaridades inusuales, muy identificativas de la especie, y que es capaz de ofrecernos herramientas y estrategias para desarrollar investigaciones beneficiosas".
"El potencial es inmenso y probablemente en estos momentos inimaginable", resume el científico, quien pone otro ejemplo: la comprensión de los mecanismos regenerativos del ajolote -en peligro crítico de extinción-, quizás, podrían conducir a poder reemplazar los miembros perdidos, corregir deformidades congénitas y mejorar la vida de millones de personas amputadas.
Precisamente el ajolote es uno de sus superorganismos preferidos, si bien, admite, todos son atractivos y especiales. "Este anfibio es un animal fascinante porque, además, es un símbolo de la cultura mexicana, tiene un genoma grande y complejo que es ideal para estudiar la evolución de los genes y es un buen indicador de la calidad del agua y de la salud de los ecosistemas".
Pero no solo el posible provecho es a futuro, ya hay ejemplos de este aprovechamiento.
La capacidad de ser venenoso es una adaptación que tienen algunos seres vivos y que consiste en la producción de sustancias tóxicas que son utilizadas para capturar presas o bien para evitar ser depredado, explica el investigador. En este sentido, los caracoles marinos del género Conus están entre los depredadores de más éxito del planeta gracias al veneno que producen y que utilizan para cazar. El Prialt es un fármaco derivado de una toxina del veneno del caracol marino Conus magus que es utilizado para tratar el dolor crónico intenso.
Rivas termina el libro con un epílogo en el que pregunta: "¿Eres un organismo?". "Es posible -dice a EFE- que ya lo seamos, porque la vida social y la cognición humana han alcanzado un nivel insólito en comparación con cualquier otro ser vivo".
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