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Félix Viscarret: "La película toca un ajuste entre los deseos, la insatisfacción y aprender a encontrar tu lugar"

El director navarro atiende a TRIBUNA como nominado al Goya al Mejor Guion Original por 'Una vida no tan simple', una historia de inseguridades que enseña que en la cara B de la vida también hay 'temazos'

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Félix Viscarret: "La película toca un ajuste entre los deseos, la insatisfacción y aprender a encontrar tu lugar"
Félix Viscarret, en un momento del rodaje. Foto: David Herranz
Rebeca Pasalodos Pérez
Rebeca Pasalodos Pérez
Lectura estimada: 8 min.
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Cuando en la naturaleza se produce un vacío, la fuerza de atracción que se genera para rellenarlo, no discrimina. Puede entrar materia, más o menos noble. También puede entrar energía, positiva o negativa. A Isaías, protagonista de 'Una vida no tan simple', la falta de retos profesionales y el estancamiento personal le generan un agujero negro interior por el que empiezan a entrar pequeñas obsesiones, pensamientos intrusivos, baja autoestima y algunas tentaciones. Ese Isaías es muchos hombres, es muchas mujeres y es Félix Viscarret (Pamplona, 1975), creador de una historia nominada al Goya al Mejor Guion Original, que refleja esa crisis personal que se origina cuando, entre las rendijas de la inseguridad se cuela la pregunta de ¿dónde está mi lugar?

PREGUNTA: Llega a los Goya con su película 'Una vida no tan simple', donde cuenta la historia de Isaías, un hombre de mediana edad en medio de una crisis personal. ¿En qué se basó para escribir el personaje de Isaías?

RESPUESTA: Es una historia personal. Me di cuenta, en ese momento de tu vida que viene con la paternidad y en el que los proyectos no salen adelante, que había como una especie de crisis en toda la vida adulta entre lo que uno creía que iba a ser y la realidad. Me parecía que, en ese desajuste, había parte de comedia y de reflexión personal. Suelo recordar cuando estaba en el parque empujando el columpio con mis hijos. Estaba ahí intentando que merendaran fruta, porque alguien me había dicho que era lo adecuado. Y entonces decía: "Estoy aquí perdiendo el tiempo empujando el columpio, pasando toda la tarde en el parque. Tendría que estar ahora escribiendo un guion o haciendo algo valioso con mi tiempo". En cambio, cuando estaba delante del ordenador, me daba cuenta de que se me iba a pasar la infancia de mis hijos y lo más bonito, probablemente, sea eso. Esa especie de insatisfacción de estar en el lugar equivocado fue la génesis de 'Una vida tan simple'.

P: ¿Aborda, en cierta medida, esa crisis de los 40, en la que se pasa de ese periodo donde todo es ilusión a esa época de conformismo?

R: No necesariamente es la crisis de los 40, porque me parece muy simplista. Me gustaría pensar que la película toca más un ajuste entre el mundo de los deseos, la insatisfacción y aprender a encontrar tu lugar en el presente. Como pareja, como padre o madre o como profesional, pensar que puede haber cantos de sirena que te hacen ver más verde el césped del vecino, pero que a lo mejor lo que tienes que hacer es las paces contigo mismo y darte cuenta de que eres muy afortunado de estar aquí y estar vivo.

P: La película tiene una mirada muy masculina, con una vuelta de tuerca al típico papel donde el hombre siempre es líder, es exitoso en su trabajo, sostén de la familia... y lo muestra con la naturalidad de que esos roles de género han cambiado. ¿Era esa su pretensión?

R: Me gustaba mucho hacer una mirada con cierta ironía hacia esta cosa de la competitividad, del éxito, esa especie de espada de Damocles. No sé si es masculino. En este caso la competitividad entre iguales a lo mejor históricamente sí ha sido una cosa más de un ámbito masculino, pero a día de hoy, quizás no tanto. Lo de medir tu vida en ese baremo de éxito o fracaso, compararte con cómo les va a otros, considerar que siempre que haya otro al que le va mejor que a ti, tú merecerías estar donde está el otro, creo que tiene mucho humor. Somos muy ridículos los seres humanos cuando hacemos esa lectura de la vida. Sobre si es masculino o femenino, a veces en los coloquios, algunas espectadoras me dicen que esa forma de hablar del protagonista con su amigo de relaciones pasadas es muy femenina. Es curioso. Creo que en el fondo es más lo que nos une que lo que nos separa, tanto en la competitividad del éxito y en la expresión de los sentimientos más íntimos, pero a lo mejor creemos que en el otro sexo es diferente. Quizá esa idea parte de los estereotipos con los que hemos sido educados.


Félix Viscarret. Fotografía cedida a TRIBUNA

P: En la película, todos los personajes tienen su crisis particular. ¿Aborda también el modo en el que convivimos con todas esas crisis que nos rodean?

R: Sí. Una cosa que estaba en la génesis del proyecto era que nos reconociéramos en los cuatro personajes principales porque en algún momento de nuestra vida hayamos pasado por eso. Incluso los cinco, si incluimos a Rascafría, porque también, más que menos, todo el mundo ha tenido que venderse de alguna forma. La idea era que los sintiéramos cercanos. Por ejemplo, el personaje de Álex García [Nico en la película], que es el amigo y socio, es esa especie de eterno Peter Pan, pero se encuentra con una ex y eso le remueve todo sobre los trenes que ha podido dejar pasar en su vida... La idea era que todos pudiéramos tener un poquito de ellos y decir: "Yo pasé en algún momento de mi vida por algo parecido".

P: Es un guion complejo porque hay un protagonista, pero realmente hay cuatro personajes principales que están muy pensados. ¿Cómo ha sido un proceso de creación del guion?

R: Me cuesta decir cuándo empezamos, pero sería 2017 o 2018. Lo bueno es que, entre medias, hubo otros rodajes y eso me permitió coger un poquito de perspectiva, coger distancia y sedimentarlo. Cuando lo retomaba, releía mis propias secuencias casi de nuevas, porque había estado en otras batallas que habían sido tan absorbentes que volvía casi de cero. De modo que, lo que te hacía gracia, tienes que ver si te sigue haciendo gracia porque te sigues sintiendo identificado o porque sigue reflejando una parte de los seres humanos muy particular: nuestras 'neuras', nuestros autoengaños, los cuentos que nos contamos. Gracias a ese tiempo, el guion ganó ese puntito de "cada pequeña pieza está ahí por algo".

P: Hablando de los personajes, los niños están geniales en la película. ¿Cómo ha sido trabajar con ellos? Son tan naturales que cuesta creer que estuviera guionizado.

R: Sí, de algún modo, el que mis hijos tuvieran esas edades entonces, me inspiró mucho en el tipo de situaciones que se daban frecuentemente. Me interesaba contar esa época cuando los críos tienen tres a cinco años, en la que empiezan a ser autónomos para algunas cosas, pero te siguen necesitando hasta para hacer pis en el parque. Efectivamente, los niños de esas edades no actúan, tienes que plantearles situaciones que para ellos sean de juego, ya que lo van a hacer con mucha frescura, pero solo una vez. Decíamos la broma de que rodar con ellos era como tener solo una bala de plata. El guion estaba escrito de forma que ellos pudieran hacer lo que quisieran, si les planteabas una situación realista, y que fueran los adultos los que hablaran de sus cosas. Si, por ejemplo, están yendo al cole, yo le planteaba a la niña: "Tú, haz este juego de ir caminando por las líneas y no lo hagas ni caso a quién vamos a jugar que es tu padre". Que es como lo que sucede normalmente cuando vas a clase con los críos con prisa, que no te van a hacer ni caso.

P: Realmente, los dos niños resultan muy creíbles.

R: Ahí hay un proceso de casting. A esas edades no son actores, pero ves quienes tienen esas ganas o esa facilidad para jugar con otras personas que, en este caso, van a jugar a que son sus padres o madres. En rodaje teníamos una 'coach', Naiara Carmona. Entonces, yo planteaba a los niños una situación y la 'coach' los preparaba para que, cuando estuviéramos listos los demás, ellos llegaran con frescura. Les tienes que plantear un juego, pero que lo jueguen por primera vez en toma y así es cuando sucedían las cosas más divertidas. Miki Esparbé, que interpreta a Isaías, es muy hábil jugando con los críos. Había veces que el pequeñico se distraía. Me acuerdo una vez que estaban en el columpio y dijo en mitad de la toma: "¿Miki, por qué Ana Polvorosa en la película se llama Sonia?". ¡Cuando estábamos rodando! Y Miki lograba redirigirle, "no, ahora te lo explico, pero tú sigue jugando conmigo a esto, que estamos aquí en el columpio". Y de repente esa toma era maravillosa, pero había empezado de una forma desastrosa.

P: Pensando ya en los Goya, está nominado a Mejor Guion Original, lo estuvo el año pasado por 'No mires a los ojos'. ¿Cree que es un reconocimiento al cine de autor?

R: La parte que hace ilusión es que haya un reconocimiento de profesionales a tu labor. Me hace gracia, haciendo un paralelismo con el humor de la película, que los dos últimos años he sido nominado en la categoría de guion, e incluso el Goya que gané por 'Bajo las estrellas' la película ganó dos Goyas, pero uno de ellos fue a guion adaptado, y lo divertido es que los directores dicen: "ah, no, pero tú, Félix, estás aquí como guionista". Y, en cambio, para en el gremio de los guionistas, soy director. Como en la película, hagas lo que hagas no estás en el lugar adecuado.

P: Con la experiencia que tiene ya en los Goya, ¿se pone aún nervioso o lo vive con tranquilidad?

R: Hay que meditar, hay que trabajar mucho la respiración, sobre todo porque es una ceremonia muy larga, entonces no puedes estar nervioso tanto tiempo. Tienes que aprender a disfrutarlo para estar presente en el momento.

R: Estuvo en 2022 aquí en la Seminci con 'No mires a los ojos', que además se llevó un premio a la Mejor Película Iberoamericana. ¿Era la primera vez que venía? ¿Cómo fue la experiencia?

P: Algún cortometraje mío había estado, hace ya mucho. Y 'Bajo las estrellas', aunque se había estrenado en otro festival, había pasado también por la Seminci. El año pasado fue la película de inauguración en la Sección Oficial. Recuerdo con mucho cariño al público. Dio un recibimiento muy caluroso hacia Paco León, Leonor Watling, Amaya Romero también, que cantaba el tema de la película. Ellos eran personas que tenían mucha popularidad y me gustó muchísimo que tuvieran una acogida tan cálida. Pero lo que me pareció más entrañable fue el recibimiento a Juan José Millás, que era autor de la novela en la que se basaba la película. Él no es una persona joven y mediática y ver a todo el público gritando ¡Juanjo, Juanjo! me pareció una cosa especialmente entrañable. Lo pasamos todos muy bien y me pareció muy bonito el inicio de la película ahí.

R: Por último, ¿qué próximos proyectos podemos esperar de Félix Viscarret?

P: El 18 de enero, se ha estrenado en Movistar Plus una serie nueva, 'Galgos', en la que he participado en la dirección. Yo estaba terminando 'Una vida no tan simple' y recibí una oferta de las que, como dirían en 'El Padrino', uno no puede rechazar. Son unos guiones muy, originales, con unos 'personajazos' y unos diálogos muy divertidos, llenos de una fina ironía. Y a la vez el poder trabajar con un reparto muy de ensueño, con Adriana Ozores, Patricia López Arnaiz, Luis Bermejo, Óscar Martínez. Esa combinación hizo que casi saltara después de 'Una vida no tan simple' a la serie 'Galgos'.


Félix Viscarret en la 67 Seminci. TRIBUNA

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