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Unas 7.000 colmenas que albergaban millones de abejas han sido arrasadas por la intensidad de las lluvias o por las corrientes de agua durante la DANA que asoló el interior de la provincia de Valencia el pasado 29 de octubre.
En la Comunidad hay 2.500 explotaciones apícolas y un centenar de ellas se han visto afectadas total o parcialmente por el desastre de la DANA, la mayoría de ellas en torno al río Magro y el barranco del Poyo aunque también junto al cauce del Júcar, y en algunos casos sus propietarios ya han comunicado que echan el cierre.
Así se lo han trasladado a la técnico veterinaria de la sectorial apícola del sindicato agrario ASAJA Inma Segura, quien ha apuntado a EFE que varios de estos ganaderos han decidido dejar la actividad "porque los seguros no pagan, no se reciben ayudas y no se ven con fuerzas para empezar desde cero".
Los datos de que dispone ASAJA sitúan como algunos de los municipios más damnificados Turís, Cheste, Gestalgar, Algemesí, Albalat de la Ribera, Alzira, Cullera, Sueca, Polinyà del Xúquer, Tavernes de la Valldigna, Utiel, Alginet y Tous, y además han resultado muy dañados almacenes de miel con maquinaria específica, como centrifugadoras, de Paiporta, Alfafar y Aldaia.
Caída del 32 por ciento de colmenas desde 2008
La apicultura de la Comunidad Valenciana representa alrededor del 10 por ciento de la española, con 281.740 colmenas contabilizadas en 2024 dentro de las cerca de 3 millones del país, aunque a diferencia de otros territorios (donde han crecido) su evolución en Alicante, Castellón y Valencia ha sido negativa desde 2008, cuando había unas 414.000 (una caída del 32 por ciento en estos 15 años).
En un sector fundamentalmente trashumante, siguiendo las floraciones a lo largo del año en distintos puntos de la península, la mayoría de estos ganaderos valencianos ya habían traído de vuelta sus colmenas a principios de octubre, lo que ha agravado las consecuencias.
Las pérdidas directas se valoran en alrededor de 840.000 euros (a unos 120 euros por colmena, cada una con entre 15.000 y 30.000 abejas) pero con una perspectiva más amplia hay que añadir los intangibles de la trascendencia medioambiental y económica de este sector productivo tradicional que está profundamente vinculado al territorio y que posee marcados valores de carácter identitario y de gestión territorial.
Además de bioindicadoras de la calidad ambiental, las abejas constituyen uno de los actores más relevantes en la necesaria polinización de la que depende más del 70 por ciento de la agricultura, por lo que la caída de sus poblaciones tiene necesariamente consecuencias negativas en la flora y fauna silvestres, y a su vez en la cadena alimentaria.
Difícil peritaje de los seguros
La labor de peritaje para los seguros ha comenzado con muchas dificultades ya que muchas de las colmenas han desaparecido completamente al ser arrastradas por la virulencia del agua junto a las cañas y barro, sin poder ser posteriormente recuperadas y ni siquiera identificadas porque se hallaban dentro de cajas de madera que no han resistido los golpes.
En estos casos, los peritos deben analizar la altura que alcanzó la corriente y si ha habido arrastre de tierra en los alrededores para poder calcular las pérdidas, una tarea que se ve facilitada en las explotaciones donde el agua simplemente ha tumbado o sumergido los panales, ahogando las colonias de abejas.
En todo caso, Segura ha manifestado que todavía "no se ha recibido nada, ni un euro, ni de los seguros privados contratados ni de Agroseguro" tanto en las explotaciones totalmente destruidas como las que han constatado más de un 40 por ciento de daños.
La calamidad del desastre de la DANA se produce en una situación que Asaja califica de "agónica" para la apicultura valenciana a consecuencia de la sequía y del cambio climático, con un aumento de las temperaturas que afecta tanto a la salud de las abejas como a la producción.
En los últimos años ha habido un aumento de costes que ha reducido notablemente la rentabilidad por los tratamientos zoosanitarios, las plagas y por enfermedades como la varroa, una auténtica amenaza para las colmenas.
La política de la 'pinyolà', que desde finales de la década de 1980 restringe en la Comunidad la colocación de colmenas cerca cultivos de cítricos híbridos dificultando la actividad apícola, y sobre todo la creciente competencia de mieles importadas a menor precio, como de China y Ucrania, son otros de los obstáculos de los apicultores valencianos. FUENTE: EFE
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Los beneficiarios deben cumplir una serie de requisitos como que la explotación esté inscrita en el Registro de Explotaciones Agrarias de Castilla y León
En la Comunidad hay 2.500 explotaciones apícolas y un centenar de ellas se han visto afectadas total o parcialmente
Más de 200 personas han disfrutado de las actividades, que han incluido una comida popular