Más de media hora de fotos y autógrafos, de abrazos y saludos. Leo Rodríguez contenía como podía la emoción después de una tarde muy especial para ella en Würzburg en la que más de una vez comentaba que vivía un auténtico privilegio. Con esa corazón apretado pero aguantándose más de una vez las lágrimas, Leo hablaba ya casi con el pabellón vacío. "Muchas gracias, solo tengo palabras de agradecimiento a la afición, al club, a la ciudad por todo lo que me está pasando".
Vivió momentos emotivos al ver el vídeo, cuando la camiseta se desplegaba pero "sobre todo el volver a sentir la conexión con la afición que siempre ha sido especial. Volver es con lo que me quedo más que con los triunfos de los partidos me quedo con el valor humano".
No esperaba tener un adiós así: "Yo siempre he dicho que jugaba al baloncesto porque me sentía feliz, libre y se me daba bien pero nunca podía pensé que podría tener repercusión más allá de ser una jugadora y lo que me llevo es esto, el cariño de la gente que es recíproco y ojalá todas las jugadoras pudieran sentirlo. Me hace sentir muy especial".
Una tarde que vivió con toda su familia. "Cuando lo supieron se apuntaron desde el minuto uno, con todos los billetes sacados. Soy quien soy gracias a ellos y me hacia especial ilusión que ellos pudieran vivirlo. Los aplausos no eran solo para mí, también para ellos porque mi valor es por donde vengo".
Asegura que volverá "por supuesto. Me encantaría volver".