Protegido por un cambio en el PGOU de 1984, el litigio hasta conseguir el derribo para su restitución ha sido largo
El derribo del palacete de la Avenida de Italia ha acabado con años de dudas sobre su debía o no mantenerse en pie en vista de su estado tanto estético como estructural. Resueltos los problemas legales y normativos que impedía a sus dueños iniciar estas obras, ahora en el lugar de este 'palacete' se levantará un nuevo edificio que conservará el esplendor de la fachada derruída y que contará con seis viviendas, dos por planta, y tres sótanos para plazas de garaje.
El edificio era un ejemplo único en la ciudad del estilo neobarroco y era muy característico en el barrio. Databa de 1926 y el arquitecto autor fue Luis Vega según su ficha del catálogo de edificios protegidos del Ayuntamiento de Salamanca. Tenía un edificio muy similar en el número 34, justo al lado, que ya fue derribado y transformado.
El PGOU de 1984 catalogó en su conjunto los edificios de Avenida Italia 34 y 36 por su valor y les dio una protección. La protección pudo incluso ser de mayor calado porque se llegó a pedir la declaración BIC del número 36, el que todavía sobrevive, pero fue rechazada en 1991. Por contra, en 1995 es derribado el otro edificio, que se levanta en una restitución tipológica.
Sin embargo, el 'palacete' con el que se pretendía seguir el mismo camino, en 2004 ees catalogado por el nuevo PGOU con protección estructural.
Con ese nivel de la ficha, estaba permitida la restauración estructural y el mantenimiento de fachada y sus elementos originales. Eso le da un cierto nivel de protección patrimonial, pero en vista de su estado no se podía quedar así. Desde hace años había constancia del deterioro progresivo del edificio y no se pudo actuar de manera solvente para detenerlo.
La anterior propiedad vendió y llegó a pedir una indemnización de casi medio millón de euros por la pérdida de edificabilidad que suponía su protección en el PGOU de 2004, que impedía repetir proyectos como el del número 34..
Primero se solicitó la declaración de ruina y que se actualizara la ficha de obras permitidas, dado que la deficiente cimentación hacía imposible cualquier actuación. En 2018, la empresa pide una licencia de restitución tipológica que sí se le concede: se autoriza junto a un garaje en planta baja, aprovechando los tres metros de diferencia de altura entre la calle actual y el edificio, pero no hacer sótanos.
En 2019 una sentencia declaraba el estado de ruina por la deficiente cimentación y tres años después solicitó que se aclarara qué es lo que se podía hacer. La resolución judicial final dio vía libre a las obras que ahora se acometen.
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