Por las tierras del norte de la vieja Castilla medieval de la segunda mitad del Siglo X cabalgaron los Siete Infantes de Lara. Durante siglos y, en la actualidad, coexiste el litigio entre varias sedes que se disputan albergar los restos de los héroes castellanos. Los cuerpos decapitados  se los disputan los Monasterios de San Millán de Yuso y de San Pedro de Arlanza, sin olvidar la  soriana Ermita de Nuestra Señora de los Remedios, muy próxima a los Campos de Almenar -Campos de Arabiana-, lugar donde acaeció la batalla en que los Infantes fueron  traicionados, derrotados y muertos. Por otra parte, Salas de los Infantes presume de guardar las  cabezas; mientras  que la Catedral de Burgos se ufana del sepulcro de Mudarra, el hermano cordobés, que cobrará terrible venganza, dando muerte a los traidores Ruy Velázquez y doña Lambra.

A bastantes kilómetros  de estas tierras, las murallas del castro vetón de la Vieja Yecla, actual Yecla, entran en liza y proclaman poseer la tumba de los hijos de Gonzalo Gustioz y Doña Sancha. En el recorrido del camino de la muralla que rodea el castro, en dirección Sur, hacia la puerta cegada, nos desviamos de la muralla, acercándonos al Arroyo del Encinar. Aquí, nos topamos con una piedra granítica de gran tamaño  donde aparecen grabados siete caballos y un perro o lobo. También destacan un signo en forma de cruz y otros detalles de difícil clasificación. Debajo, vemos una inscripción o letrero, lógicamente, muy posterior, que, sorprendentemente, los identifica con los Siete Infantes de Lara. Es por ello por lo que, la tradición popular supone que aquí están sepultados.

A lo largo de la muralla, descubrimos decenas de insculturas de caballos en los sillares. El sentido de estos grabados tiene que ver con ritos protectores de los  animales y las personas del castro. También hay otros animales: asnos, toros, gatos, jabalíes. Las figuras raramente forman escenas, sin embargo, la tropa de los Siete Caballos de los Infantes de Lara constituye una excepción. Los caballos, nos dice el gran especialista Ricardo Martín Valls: "Las insculturas del Castro Salmantino de Yecla de Yeltes y sus relaciones con los petroglifos gallegos", se nos muestran muy esquemáticas y repitiendo, relativamente, el tipo. "Se enmarca solo el contorno del animal que une, incluso, las extremidades dos a dos".

El análisis de la técnica del grabado de estas insculturas exhibe una sección en forma de U, con sus extremos muy desgastados y suaves al tacto. El piqueteado ha desaparecido, debido a la erosión. Su antigüedad se remonta al S. V a. de C. Esta es, también,  la técnica y la época de los caballos.

En claro contraste, el letrero o inscripción muestra un surco menos ancho y más profundo, en forma de V. El piqueteado se percibe con claridad, debido a una erosión menor, al ubicarse  en el Siglo XII. Unos 17 siglos separan la inscultura  de los  siete caballos y el grabado de la inscripción.

De  lo expuesto, se deduce que la hipotética relación de los caballos y la inscripción contienen un exiguo fundamento.

Si de la cronología de los grabados, pasamos a la cronología histórica, la veracidad del evento es manifiestamente débil. La Leyenda de los Infantes se ubica en la segunda mitad del Siglo X, momento del explendor del Califato de Cordoba. Los castellanos, acosados  por Abderramán III, Alhaken II y Almanzor, no tienen ninguna relación con las tierras salmantinas  del Castro vetón, que quedan muy al Sur,  dominadas por los musulmanes. En tales circunstancias, repetimos, el posible sepulcro de los Infantes en el castro tiene muy difícil defensa, aunque no imposible.