El hombre, de 50 años, intentó salir del establecimiento con productos ocultos, pero al ser interceptado por seguridad, reaccionó violentamente con un cabezazo y amenazas de muerte
Confirman siete años y diez meses de cárcel por obligar a ejercer la prostitución a una mujer en Salamanca
La mujer se vio obligada a ejercer la prostitución para el lucro del acusado todos los días con total disponibilidad para atender a los clientes
El TSJCyL ha ratificado la pena de siete años y diez meses de prisión impuesta por la Audiencia Provincial de Salamanca a un hombre por trata de seres humanos, un delito cometido al traer desde Venezuela a España a una mujer a la que obligó a prostituirse.
El Tribunal autonómico también a confirmado la condena de dos años y ocho meses de cárcel para una mujer, como cómplice de los hechos, según la resolución judicial facilitada este jueves por fuentes del TSJCyL.
La Audiencia consideró probado que el procesado, en Madrid, conforme a lo planeado con otras personas no juzgadas en esta causa, para asegurar el traslado y explotación de una mujer de nacionalidad venezolana, le indicó que fuera a una Plaza donde estaba él y la llevó a un hotel.
Le dijo que fuera a Salamanca, en concreto a un piso, en el que se vio obligada a ejercer la prostitución para el lucro del acusado todos los días con total disponibilidad para atender a los clientes, salvo un descanso de dos horas y obligación estricta de seguir los horarios.
La víctima se veía forzada a cumplir estas condiciones para poder pagar la deuda que le había impuesto el procesado, sin percibir nada más que la mitad de los ingresos que generaba además atemorizarla diciendo que había personas muy peligrosas, que le harían daño a ella, incluso a su familia.
Posteriormente, se dispuso que la mujer fuera trasladada a Francia, donde en varios apartamentos situados en distintas localidades francesas fue sometida, sin que pudiera oponerse ya que tenía la obligación de pago de la deuda, en condiciones aún más estrictas, sin percibir tampoco ninguna cantidad.
La mujer acusada colaboraba en el control de los pisos para asegurar la explotación de la víctima.
Cuando se consideró que la perjudicada había pagado la deuda, la víctima se marchó del piso en Francia y volvió a Salamanca, pero se le siguió exigiendo la entrega de dinero mientras ella sentía un temor cierto de sufrir daño si no atendía a tal reclamación.
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