La ciudad será sede de una jornada clave sobre protección de monumentos en abril y participará en 'La Noche del Patrimonio' el 13 de septiembre
Una imagen actualizada de la economía española (V)
Nueva entrega del serial en el que en esta ocasión se analiza el deterioro medioambiental en sus diversos aspectos
Dentro de la imagen de España que estamos ofreciendo a los lectores de Tribuna, hoy dedicamos la sesión de escritura y lectura al deterioro medioambiental en sus diversos aspectos. A tales efectos examinamos la situación de los ríos, comparativamente mejorados respecto a una contaminación anterior mucho mayor, para seguir con las aguas freáticas. En este caso, todavía con un desconocimiento considerable, y sobre todo con un posible deterioro de muchos acuíferos debido a las filtraciones de agentes exteriores nocivos, al tiempo que se aprecia el agotamiento de algunas cuencas subterráneas. Luego el aire, para cuya mejora se está aún lejos, y habrá que esperar al automovilismo eléctrico, en vez de basado en combustibles fósiles. Por último, en vertido de basuras, residuos solidos urbanos, también se ha avanzado considerablemente, y en el caso del paisaje, el hacinamiento y el ruido, nos encontramos todavía con muchas cuestiones a resolver.
El deterioro medioambiental
En España los problemas medioambientales revisten gravedades diversas, siendo el país, en su conjunto, una buena muestra de la falta de adecuada conservación: desforestado en gran medida, erosión del suelo en ciertas regiones con gran intensidad, degradación del paisaje, falta de una política de desarrollo urbano adecuado, etc. Seguidamente, hacemos una relación de los principales problemas.
Ríos. Especialmente los del País Vasco, los 'ríos papeleros' como el Oria, el Urumea y el Leizarán estuvieron muy contaminados, sin olvidarse de los antiguos 'ríos salmoneros' de Asturias con el carbón, aunque ya en ambos casos con medidas de depuración[1]. Y lo mismo sucede con las situaciones lamentables en que se encontraban el Llobregat, la red del Jarama y el Tajo medio, etc., hasta que fueron objeto de denuncias insistentes para desarrollar sistemas de depuración, como fue el caso del Plan de Saneamiento Integral del Ayuntamiento de Madrid de 1980.
Aguas freáticas. En este caso, el problema de la contaminación es muy grave; y a largo plazo aún más serio, pues la cantidad de agua natural almacenada en los primeros 850 metros de corteza terrestre es equivalente a ciento treinta años del caudal de los ríos[2]. En ese sentido, había que citar los muchos trabajos de Ramón Llamas, tal vez, el máximo exponente del estudio de las aguas freáticas en España. De las que todavía hay mucho por conocer, para tener un conocimiento cabal de la verdadera dimensión de los acuíferos y de su efectiva utilización.
Aguas marinas. Las contaminaciones de las aguas del mar, junto con la sobrepesca (overfishing), amenazan con reducir paulatinamente el litoral español a un mar pobre ictiológicamente, en donde las capturas disminuyen de año en año. Afortunadamente, ya existe conciencia del problema y están tomándose medidas de depuración de aguas residuales en las costas, mayor vigilancia pesquera, etc. Pero tales medidas llegan con notorio retraso, sobre todo en el Mediterráneo, donde la situación es en especial preocupante. [3] Particularmente alarmantes son algunas situaciones concretas, como el delta del Ebro, donde la subida del nivel del mar por el calentamiento global amenaza el futuro de sus actuales características. Otro caso es la albufera de Valencia, invadida por toda clase de residuos agrícolas, industriales y urbanos. El tercero es el Mar Menor, en la región de Murcia, una laguna de agua salada amenazada por los efluvios de la agricultura intensiva, en parte ilegales, del entorno del Campo de Cartagena.
Aire. En las grandes ciudades y en los núcleos industriales, la expulsión de monóxido y dióxido de carbono (CO y CO2) y de gases sulfurosos y nitrosos, constituye un serio motivo de alarma, especialmente en Madrid, Barcelona, Bilbao y Huelva, donde se alcanzan a veces niveles de acusado peligro. Según el Inventario de Gases de Efecto Invernadero elaborado por el Ministerio (hoy de Transición Ecológica), que cuantifica las emisiones desde 1990, el gas predominante es el CO2 (supone un 85 por 100 del total), que en un 60 por 100 procede del sector energético, y en otro 40 del parque de transporte[4]. Todo lo cual se relacionó con el Protocolo de Kioto de 1997, al cual estuvo adherida España hasta su derogación, en 2020, al entrar en vigor el Acuerdo de París de 2015.
Vertido de basuras. Los núcleos urbanos deben hacer frente a la eliminación de ingentes cantidades de residuos sólidos urbanos (RSU)[5], han pasado de una media diaria de poco más de 300 Kgs/ hab/día en 1990, a 485 en 2018. El cuadro 1, desglosa territorialmente esos desechos en términos absolutos y por habitante. Globalmente, puede decidirse que éste es uno de los sectores ambientales en que España va más rezagada, no cumpliendo los porcentajes señalados por la UE. Se necesita, pues, una mayor atención a los RSU, para acabar con tantos vertederos como hay, muchos de ellos ilegales, con los graves problemas que comportan. En cuanto a la consecución de los objetivos se han acometido los Planes Nacionales Integrados de Residuos, que se ocupan de:
- Vertederos controlados.
- Plantas de recuperación y compostaje.
- Incineradoras municipales menores, sin recuperación de energía.
- Obras de sellado y recuperación de vertederos incontrolados.
- Recuperación de zonas degradadas por vertederos incontrolados, dado el impacto para la salud humana y el medio ambiente que de ellos se deriva.
España generó en 2019 algo más de 25 millones de Tm de residuos sólidos urbanos, de los cuales muchos todavía fueron al vertedero sin tratamiento previo[6].
El paisaje. Su deterioro, alcanza, en ocasiones, límites casi increíbles. En esto, la experiencia española no ha podido ser más negativa, y para demostrarlo ahí están los abusos cometidos en la Costa del Sol, Costa Brava, Costa Dorada, etc. En realidad, habría que citar prácticamente todas las costas de la periferia peninsular, así como los dos archipiélagos[7]. El arquitecto Manuel Sainz de Vicuña[8], con base también en la experiencia hispana, recuerda que los once grandes enemigos del paisaje son: las canteras 'vistas', los terraplenes de las carreteras de circunvalación de núcleos urbanos, los polígonos industriales que tapan los viejos pueblos, los silos para cereales, los rascacielos en las costas, los concursos de 'embellecimiento' de pueblos, la sustitución de especies forestales autóctonos por otras exóticas, las urbanizaciones y parcelaciones que destrozan dehesas y montes, el empleo de materiales distintos a los tradicionales, la publicidad exterior, y los cementerios de coches. Gran importancia tiene también la Ley de Costas, con especial referencia a límites a la construcción en las áreas de playa (Ley Ley 2/2013, de 29 de mayo, de protección y uso sostenible del litoral y de modificación de la Ley 22/1988, de 28 de julio).
Hacinamiento urbano. Las grandes ciudades padecen una grave penuria de espacios verdes, sobre todo en los distritos más populares. Algunas veces, las cifras promedio pueden resultar engañosas. Así por ejemplo, puede decirse que Madrid disponía (1973) de 8 m2/habitante de zonas verdes de propiedad municipal y uso público, frente a 5,5 en Barcelona, 8 en Moscú, 9 en Nueva York, Londres y Roma, 12 en Tokio y 13 en Berlín[9]. Pero la realidad es que tanto como la media importa la distribución de esos espacios, en gran parte fuera de la ciudad, con grave insuficiencia de zonas verdes en las áreas más pobladas.
Ruido. En esta rápida revisión de los principales problemas ambientales no cabe olvidar ese problema, especialmente grave en las grandes ciudades, que ocasiona estrés y otros efectos negativos sobre todos los seres vivos. Para el mayor control de la situación acústica se publicó la Ley 37/2003 de 17 de noviembre, del ruido, en correspondencia a la directiva comunitaria 2002/49/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de junio de 2002, sobre evaluación y gestión del ruido ambiental. Pero esa legislación no basta para erradicar la vieja afición española de hablar más alto, incluso a gritos, en lugares públicos, como restaurantes, bares, y especialmente discotecas. Como tampoco la UE ha logrado erradicar los estridentes cañones de aire para recoger residuos en las calles de las ciudades.
Dejamos aquí el tema por hoy, para seguir el próximo viernes. Y como siempre, los lectores de Tribuna pueden conectar con el autor en castecien@bitmailer.net.
[1] En 1927 había en Asturias 24 ríos salmoneros, con un recorrido total de 2.000 km. En 1971, sólo quedaban nueve ríos, con menos de 200 km. Frente a esta situación se levantó la «Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza». Del artículo de César Álvarez, «Contaminación de las aguas; alarma en Asturias», en Criba, núm. 10, de 24 de junio de 1972, pág. 7.
[2] José Lladó Fernández-Urrutia, «La investigación en el tratamiento y depuración de las aguas», en Economía Industrial, núm. 108, diciembre 1972, pág. 9. Manuel Ramos Llamas Madurga, «Aspectos generales de la contaminación de las aguas subterráneas en España», en Estudios Territoriales, núm. 5, páginas 125-135. Como obra de corrección de la situación anterior de grave contaminación de aguas, cabe destacar el Plan de Saneamiento Integral (PSI) de Madrid, que con nuevos colectores y estaciones depuradoras recoge todas las aguas residuales de la capital de España ,una media de 14 m3/segundo, para verterlas descontaminadas al río Manzanares.
[3] Juan García Armendáriz, «Mediterráneo, 505» en El Mundo, 6.V.1990.
[4] En la Primera Cumbre Mundial sobre Cambio Climático (Kioto, 1998) se planteó, para el 2012 el control de las emisiones de gases de invernadero (CO2, metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonos, etc.), a un nivel del 90 por 100 del alcanzado en 1990. España comprometió un incremento de las emisiones del 15% respecto a 1990, para lo cual la Secretaría General para la Prevención de la Contaminación y el Cambio Climático tutela, como luego expondremos, una Estrategia Nacional a tal efecto.
[5] Según el MMA, los vertederos son el destino del 80 por 100 de los RSU generados en España. De ahí la gravedad de que un tercio de los existentes estén incontrolados (1999). Las normativas comunitarias tienden a ir reduciendo el número de vertederos, al tiempo que se fomentan los procesos de reciclado.
[6] Como en cualquier otra área, en lo medioambiental cada vez es más frecuente utilizar Internet para acceder a todo tipo de información. Al respecto, puede consultarse la página de Ministerio de Transición Ecológica (http://www.miteco.gob.es); y a escala UE, tanto la de la Agencia Europea del Medio Ambiente (http://www.eea.eu.int), como la de la Red Europea de Información y Observación sobre el Medio Ambiente (http://www.eionet.eu.int).
[7] La Ley 22/1988, de 28 de julio, Ley de Costas, con sus medidas protectoras, llegó cuando el daño era ya casi siempre irreversible.
[8] «Los once grandes enemigos del paisaje» Manuel Sainz de Vicuña, en Informaciones, núm. del 8 de marzo de 1972, págs. 6 y 7. En este área de deterioro del paisaje hay que destacar la Orden (26.217) de 20 de noviembre de 1984 (BOE, 28-XI-1984) por la que se desarrolla el R. D. 2994/1982, de 15 de octubre, sobre restauración del espacio natural afectado por actividades mineras. Sobre el paisaje son también de gran interés los trabajos de Fernando González Bernáldez.
[9] Del artículo de María Luz Nachón en la Hoja del Lunes de Madrid, de 2 de julio de 1973 págs. 22 y 23.
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