A través del espejo
Se nos escapa el año de las manos. Le quedan horas al 2023 y qué lejos nos parecen ya aquellos tiempos en los que Pedro Sánchez les contaba a sus votantes que "no nos podemos entender con un Bildu que representa todo lo opuesto a los valores democráticos que de manera centenaria ha defendido siempre el Partido Socialista. Bildu no es el cambio en Navarra". Ah, cómo hemos cambiado, qué lejos ha quedado aquella amistad, cómo hemos olvidado... y todo eso que cantaban los Presuntos Implicados. Qué se lo pregunten también a Óscar Puente.
Todo aquello que resultaba vergonzante hace un par de años no debería dejar de ser vergonzoso hoy, por mucho que el tiempo pase deprisa, pero así es. Porque en esto el que ha cambiado de opinión ya no es sólo Sánchez, también la mayoría de sus votantes, que ahora prefieren a Bildu antes que a UPN. Dice Ramón Alzórriz, secretario de organización de los socialistas navarros, que el acuerdo con Bildu es "histórico", que sin duda lo es, pero porque según él "fomenta la convivencia".
Hay dos concejales socialistas del Ayuntamiento de Pamplona que han renunciado a sus actas y el PSN no encuentra sustituto para uno de ellos. Esto lo atribuye Alzórriz a que no han sabido soportar la presión y los señalamientos de UPN. Una presión que ha resultado insoportable para los concejales de un partido que sí pudo soportar 27 asesinatos de ETA sólo en Pamplona. Son cosas de esta situación que también le resulta "inaceptable" al presidente, por "el nivel de descalificaciones e insultos a los que ha llegado la oposición durante estas últimas semanas".
Ya nos dijo en la presentación de "su" libro que "nunca ha habido en la democracia española tanta inquina" como la que hay ahora contra él. Y ahora en su discurso de fin de año sigue con la misma pamplina, a ver si todos nos olvidamos de una vez de la inquina criminal de los compañeros de Otegui y de Mertxe Aizpurúa contra Germán González López, Enrique Casas, Vicente Gajate, Fernando Múgica, Francisco Tomás y Valiente, Fernando Buesa, Juan María Jáuregui , Ernest Lluch, Froilán Elespe, Juan Priede, Joseba Pagazaurtundua o Isaias Carrasco, por citar sólo a los socialistas asesinados por sus ahora socios, esos con lo que nunca iba a pactar, "si quiere se lo repito veinte veces".
Pero ni de los pactos con Bildu, ni de la amnistía habló Sánchez en su comparecencia en la Moncloa para cerrar el año. Sí que nos dijo, con la seguridad de quien es muy feliz al mirarse al espejo, que gracias al "impulso decidido" de su Gobierno, los precios de la energía están bajando en toda Europa y en todo el mundo, así que nos va a ir subiendo los impuestos, de momento de "forma paulatina" y ya veremos a qué ritmo una vez superadas las elecciones gallegas, vascas y europeas a partir del mes de julio.
Nos contó también Sánchez que "la economía española ha desmentido a todos los profetas del caos, mostrando solidez pese a la incertidumbre" y que "España va a crecer cerca del 2,5%, cuatro veces más que la media de la Eurozona", lo mismo que el empleo, que también va a crecer el doble que en la Eurozona. Presume Sánchez de su gestión económica y escuchándole se diría que somos la admiración del mundo. Pero no es cierto que España haya crecido más que nadie ni en PIB ni en empleo. Esto sólo ha sido así en el último año y se debe al evidente efecto aritmético de que venimos de mucho más abajo que el resto de los países europeos. Tampoco nos ha querido recordar el presidente que nos hemos endeudado más que nadie.
Dice Sánchez que "la España de hoy es una España mejor que la que encontramos cuando llegamos al gobierno, con más empleo". Y esto, salvo en la realidad alternativa en la que tan a gusto se maneja nuestro presidente, dista mucho de ser cierto. Hay un hecho tan objetivo, tan palmario, que resultaría imposible de rebatir para cualquiera, salvo para él. Y es que desde 2021, España cumple los criterios para solicitar los fondos de cohesión, esos que la Unión Europea reserva a los países que no superan el 90% de la Renta Nacional Bruta media.
Volvemos a estar, con el 85% de esa renta bruta media, en el club de países como Bulgaria, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Grecia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Portugal, República Checa y Rumanía. Tampoco nos explicó el presidente que desde que él está en el Gobierno, nuestro PIB per cápita no ha crecido, que la renta disponible de los españoles creció por debajo de la media de la OCDE, que el riesgo de exclusión social crece a mayor ritmo que el de ninguno de nuestros vecinos, que casi 500.000 jóvenes se han ido de España o que el empleo que más ha crecido ha sido el público.
Todo esto no existe en la realidad de nuestro presidente, en su país de las maravillas. En ese en el que nos explicó que va a incrementar el gasto reduciendo el déficit. Si lo consigue, no les quepa duda de que no será magia, tirará de nuestros impuestos. Sánchez y su Gobierno han disfrutado del mayor incremento de ingresos fiscales conocido en democracia, de la mayor transferencia de fondos europeos de la historia y, pese a la inflación más alta desde los años 80, lo que ha conseguido es acumular la mayor deuda que ha tenido este país en los tiempos modernos. Y esto, en casi todos los multiversos imaginables, indica una tremenda ineficiencia en la gestión del dinero público, que es el dinero de todos y cada uno de nosotros.
Y en vez de recortar gastos y gestionar mejor, el presidente ya nos ha dicho que su idea es la de seguir subiendo impuestos, de momento "de forma paulatina". Inevitablemente, habrá un momento en el que, en un país en el que ya hay 19 millones de personas que reciben algún tipo de ayuda o subsidio, a la vaca se le acabará la leche. Y entonces esos ?profetas del caos? de los que reniega Sánchez se quedarán muy cortos en sus profecías. Como le preguntaba Alicia a Humpty Dumpty "¿No cree usted que estaría más seguro aquí abajo, con los pies sobre la tierra? ¡Ese muro es tan estrecho!". Pero la respuesta de Sánchez sería muy similar a la de Humpty Dumpty: "¡Pues claro que no lo creo!".
Mucho me temo que todo esto resume bien lo que nos espera el año que viene. Pactos, acuerdos y cesiones con quien nadie con principios éticos o morales querría pactar, negociar o ceder, más impuestos y una gestión económica nefasta que sólo puede producir más pobreza y exclusión social. Presididos por un tipo que ignora la realidad, califica de insulto cualquier crítica, dedica todos los esfuerzos al autoelogio y nos cuenta que el Rey "es el jefe del Estado y todos los ciudadanos y ciudadanas, la amplia mayoría de ciudadanos y ciudadanas, voten lo que voten, se tienen que ver reflejados y representados en su discurso. Y yo lo que le puedo decir es que el PSOE se ha visto reflejado en el discurso". Seguramente a través del espejo, que es lo que ocurre después del país de las maravillas.