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Tenemos que vernos más

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Tenemos que vernos más
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.

Cada 22 de diciembre, tal día como hoy, se celebraba en Venezuela el Espíritu de la Navidad. Hablo en pasado porque no sé si ahora queda ya mucho que celebrar por allá. Era algo así como el descenso a nuestro mundo del Ángel Uriel para inundarlo de paz, amor, armonía, alegría y prosperidad. Nosotros estamos en la más prosaica letanía de los niños de San Ildefonso, que además de arzobispo de Toledo en tiempos visigodos, escribió un tratado "Sobre el progreso del desierto espiritual", otro de los desiertos que avanzan desbocados.

Porque para muchos de nosotros, el espíritu de la Navidad es ya más que nada una cuestión de anuncios en televisión, para animarnos a las compras y al consumo. Muchos de ellos insisten en eso de volver a casa, en reunirnos, en lo de "tenemos que vernos más", algo que sin duda caracteriza a estas fiestas. Reuniones con familia, amigos, compañeros de trabajo y toda esa gente con la que el resto del año ni pensamos en quedar. Nuestros políticos, tan pendientes del marketing como despreocupados de la gestión y de la solución de problemas reales, han hecho suyo el jingle y están estos días muy en eso de verse y reunirse.

Y como tienen la suerte de no tener que acudir a esos encuentros en los trenes que Puente gestiona mucho mejor que Juanma Moreno la sanidad andaluza, es posible que algunas de esas reuniones se acaben produciendo. De momento no parece el caso de esa que Bolaños tenía prevista la semana pasada con el presidente del Tribunal Supremo. Al juez Marín Castán no le gustó que Bolaños no reprochase a su socia Miriam Nogueras, que afirma que por ser diputada está por encima de la justicia, lo de su lista negra. Y suspendió el encuentro.

Dice Bolaños que él y el Gobierno van a defender siempre a los jueces, pero esta semana ha sido él quien ha suspendido el encuentro con Castán. Al fin y al cabo, tampoco debe ser la cosa tan urgente, porque seguro que en sus conversaciones telefónicas Bolaños ya le ha convencido de que no hay peligro alguno para la independencia judicial mientras Sánchez sea presidente del Gobierno. Y mientras no cambie de opinión. Bienvenido sea el compromiso del Gobierno de la amnistía, los indultos o las reformas ad hoc del Código Penal, con la independencia del poder judicial. Aunque a estas alturas, un compromiso del Gobierno cotice muy por debajo de las acciones de una cadena de videoclubes.

Otro de los encuentros o reencuentros de los que se habla mucho en estas fechas navideñas es el de Sánchez y Puigdemont. Este sí que requerirá del uso del transporte, porque no se puede celebrar en España. Cosas de ser un prófugo de la justicia y de estar en situación ilegal. A diferencia de Bildu, que como nos repite Puente sin cesar, es un partido tan legal, democrático y progresista que es posible que don Óscar se acabe afiliando a él si un día tiene que dejar el PSOE. Puente vio poco democrática la manifestación de Pamplona contra la entrega del ayuntamiento a Bildu por parte del PSOE, pero no le hemos escuchado ni un reproche a los homenajes a los asesinos etarras en el País Vasco.

Pero bueno, lo del encuentro de Sánchez y Puigdemont sí que entra de lleno en la normalidad, no sólo democrática, sino navideña y familiar. Porque, qué puede haber más normal que reunirse, ahora que son familia, como cantaban las Sister Sledge. Es lo que tiene ser una familia tan numerosa, esa familia progresista-independentista tan bonita que han formado Sánchez y Yolanda, esa familia y uno más desde que el 23 de julio adoptaron a Carles. No tenía ningún sentido que el presidente de la palabra dada no quisiera verse con Puigdemont, porque además son estos encuentros los que van a traer a los españoles las mayores cotas de convivencia, paz y armonía que ha conocido nuestra historia.

Y por Navidad se va a producir también esa reunión que parecía imposible entre Sánchez y Feijóo. Esa reunión para la que no será suficiente con desplazarse, con transportarse, con viajar. Para verse habrá que atravesar un muro, pero ambos están dispuestos a hacerlo, todo sea por la Navidad. Otra cosa es que de esa reunión pueda llegar a salir nada tan positivo como lo que sin duda saldrá de las que Sánchez tenga con Puigdemont.

Sánchez ya ha dejado clara su predisposición al diálogo con el líder de la oposición, después de atizarle con todo en la sesión del Parlamento. Y por si no fuera suficiente, en cuanto se supo que Pedro aceptaba las condiciones, "para ti la perra gorda", el PSOE se apresuró a lanzar en las redes un vídeo acusando a Feijóo de insultar compulsivamente a Sánchez, que sin duda es la mejor forma de prepararse para llegar a acuerdos. Sánchez nunca ha querido llegar a ninguno, lo ha dejado claro muchas veces. Pero alguien en la Moncloa ha debido pensar que la imagen del muro no era la más adecuada para predicar la convivencia. Y ahora lo que se pretende es escenificar que el que no quiere llegar a ningún acuerdo, el que construye el muro es Feijóo.

Y como no espabile mucho el gallego, lo más probable es que Sánchez se acabe saliendo con la suya. El muro lo ha levantado Sánchez, no sólo con su discursito de marras, sino sobre todo con sus actos, con la argamasa y los mampuestos de sus mentiras, su sectarismo y sus aberraciones políticas. Con sus acusaciones de nazismo a Manfred Weber y de fascismo a todo aquel que en España no le ría las gracias. Pero Feijóo corre el riesgo de quedar maniatado frente a un muro que acabe siendo un paredón. La lógica y la razón obligan a ambos líderes a prestarse a grandes acuerdos de Estado y a Feijóo a hacer una oposición constructiva. Pero Sánchez no va a permitir ninguna de las dos cosas e intentará responsabilizar de ello a Feijóo. Esta y no otra es la estrategia que subyace tras este deseo repentino e irrefrenable de reunirse con el líder del PP.

Los que también han venido a vernos por Navidad han sido los eurodiputados de esa misión del Parlamento Europeo enviada para conocer de primera mano la situación de los colegios en Cataluña. De entrada, como no son familia, pues han ocurrido dos cosas en este viaje. Una, que les han llamado fascistas y racistas. Y otra, que los eurodiputados se han sorprendido de ello. Se nota que no son de aquí. Se ve a la legua, porque también resulta que les ha sorprendido que la Generalitat no cumpla las sentencias de los tribunales y que las familias de los niños que piden un 25% de enseñanza en castellano no lo hayan conseguido y estén siendo hostigadas y amenazadas.

Se sorprenden porque no saben que, como repite Sánchez, la Constitución se cumple hasta en el último rincón de España. Salvo cuando el PP no quiere repartirse con él los cromos del CGPJ. Pero todo lo demás es pura armonía, diálogo y convivencia, que sólo pueden ir a mejor gracias a los efectos beatíficos de la amnistía. Señores eurodiputados, para que vayan conociendo mejor la realidad de este nuestro país, aunque no sea en Navidad, tenemos que vernos más.

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1 comentario

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usuario anonimo 12/22/2023 - 12:44:49 AM
Buen y acertado artículo, comentando las trampas e hipocresías de un Pedro Sánchez que se lleva mejor con Bildu que con el partido más votado de España, que no es el Psoe
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