"Yo me quedo con él, y a ver cuál es el menú", ha bromeado la esposa del cantante, Natalia Figueroa
Detrás del 80 por ciento de los suicidios hay una enfermedad mental y ésta multiplica por diez el riesgo, pero con un seguimiento adecuado muchos se podrían evitar, según explican a EFE desde la Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de la Costa del Sol (AFESOL).
Para quienes trabajan en este campo, una manera de prevenir el suicidio es hablar abiertamente de ello, algo que aún cuesta porque durante años se ha considerado un tema tabú, pero en el Día Mundial de la Prevención del Suicidio entidades como AFESOL reclaman campañas de sensibilización similares a las de la Dirección General de Tráfico (DGT).
Uno de los problemas a solucionar y en el que pone el acento la presidenta de esta entidad, Concha Cuevas, es que hasta el momento "en Andalucía el tema de las adicciones y la salud mental van (se atienden) separadas", señala, y sin embargo, "hay una relación muy cercana" entre ambas.
"No todas las personas que tienen problemas de salud mental tienen adicción a tóxicos y no todas las personas que tienen adicciones a tóxicos desarrollan una enfermedad mental", precisa, pero son muchos los casos en los que van de la mano.
Actualmente el sistema sanitario dispone de Unidades de Agudos en las que, básicamente, tratan a pacientes con crisis como brotes psicóticos pero que, a su juicio, no son el lugar adecuado para quienes padecen también una adicción, pues para ellos es necesaria tanto la atención previa al ingreso como una "continuidad en los cuidados" a la salida.
En este punto reivindica la necesidad de contar con "centros adecuados -centros intermedios, dice- para tratar la llamada patología dual" y no dejar la responsabilidad del cuidado de estos pacientes a sus familias, algo que considera "perverso" porque no son profesionales y no saben cómo hacerlo.
Así, comenta, la ampliación de plazas en Agudos que se ha llevado a cabo en los últimos dos años "no vale absolutamente para nada porque (estas unidades) se están convirtiendo en una puerta giratoria", donde los enfermos "entran y salen" constantemente y carecen, en muchos casos, de seguimiento porque los equipos de salud mental están sobrepasados, lamenta.
"Las asociaciones hacen lo que pueden pero no están mejor", apunta. Cada día hay más pacientes, sobre todo entre jóvenes y adolescentes, y menos personal, denuncia.
Uno de los momentos más críticos y en el que han de estar más vigilantes los profesionales sanitarios para evitar que estos enfermos intenten quitarse la vida es "cuando empiezan a tener conciencia de lo que han padecido. Ahí es cuando se pierden", sentencia Cuevas.
En esto coincide con la psicóloga y terapeuta Carolina Fernández Mcnally, especialista en prevención y rehabilitación psicosocial de personas con enfermedad mental en centros penitenciarios.
A veces llegan a autolesionarse porque sufren un cuadro psicótico con alucinaciones y delirios, pero otras se produce a raíz de que el enfermo, ya en tratamiento y con la sintomatología en remisión, "toma conciencia de su enfermedad", comenta Fernández.
Para la especialista, el sistema está fallando principalmente porque faltan recursos. Son necesarios más profesionales por ratio, que los protocolos funcionen correctamente o que haya continuidad en el cuidado del enfermo que se ha intentado quitar la vida.
El apoyo a la familia también es fundamental porque cuando estas situaciones se producen, "el entorno familiar también sufre muchísimo y está muy perdido" ya que a veces se encuentran, incluso, con que alguien debe renunciar a su trabajo para cuidar al paciente.
"Yo me quedo con él, y a ver cuál es el menú", ha bromeado la esposa del cantante, Natalia Figueroa
Es "esencial que esas personas sean conscientes y tengan mecanismos de apoyo para no volver a caer", según Lucía Hipólito, profesora de la Universitad de Valencia
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