Los familiares de la mujer asesinada en Béjar confirman que el asesino era "muy, muy celoso": "Que se pudra en la cárcel"

Un hombre ha asesinado a su pareja en la mañana de este miércoles, 30 de agosto, en el municipio salmantino de Béjar. De origen venezolano, el detenido amenazó con arrojarse desde un un viaducto en el kilómetro 412 de la A-66, dentro de la citada localidad, aunque finalmente depuso su actitud y se enregó a las Fuerzas de Seguridad del Estado. 

El alcalde de la localidad, Luis Francisco Martín, se mostraba "consternado" en declaraciones a Tribuna de Salamanca. "Lo ves en televisión, pero nunca piensa que pueda pasar aquí y menos a gente que conoces de toda la vida. Me siento consternado, triste, con rabia... además, hablamos una situación familiar difícil. La mujer tiene cuatro niños. Es dantesco. No nos lo creemos", señalaba.  

En este caso y según informa, el papel del Ayuntamiento es el de "tender la mano": "Estamos dotando de ayuda psicológica y económica a la familia, haremos todo lo que podamos. Nos hemos desplazado hasta el domicilio. Estamos a su disposición plena. Estamos para ayudar, somos una comunidad, un pueblo pequeño en el que nos conocemos todos y cuando uno necesita ayuda tenemos que estar para ayudar a los vecinos". 

Según informa la agencia ICAL, desplazada hasta el lugar de los hechos. El llanto y los abrazos se suceden en el número 7 de la calle de Gredos. "Ella había empezado a trabajar en un bar y él decía que se acostaba con los camareros y con los clientes", explica a Ical la cuñada de la víctima, quien clama por justicia.

Por su parte, la madrastra, esposa de su padre, rota de dolor, confirma, en declaraciones a esta agencia, que el presunto asesino era "muy, muy celoso". Su cuñada añade que "él le achacaba a ella que no tenía trabajo y que ella sí lo tenía", pues era empleada en un establecimiento de hostelería del municipio. La relación, según aclaran, había comenzado hace cuatro años, los dos últimos los habían pasado juntos en el piso de la calle Gredos y, aunque habían empezado a convivir en Béjar, más tarde se habían ido a vivir a Elche antes de regresar, definitivamente, a la ciudad textil.

Anoche mismo, según el relato de las dos familiares, Rosario había tomado la determinación de romper su relación y había retirado las llaves del hogar que compartía con su pareja, la letra C del primer piso, ahora precintado por la Policía Nacional, en un modesto bloque de cuatro alturas en las afueras de Béjar. Presuntamente, una fuerte discusión entre ambos derivó en un fuerte golpe en la cabeza de ella que terminó con su vida, según las primeras informaciones difundidas por fuentes oficiales.

"Que le caigan un montón de años, que se pudra en la cárcel y que no vuelva a ver la luz porque ha dejado huérfanos a cuatro niños", ha declarado la cuñada a los periodistas trasladados. 

Rosario deja cuatro hijos. Los mayores, una niña de 13 y un adolescente de 16 años. Los más pequeños, mellizos de siete. Ninguno estaba ya bajo la tutela de la pareja, que acumulaba problemas en el seno de un entorno deprimido y en el que las actitudes violentas de él hacia ella no eran una novedad.