Las salmantinas María del Mar y Aniluz estuvieron en la cuerda floja. Dos riñones, un páncreas y muchas transfusiones después han querido compartir su historia con www.tribunasalamanca.com en el Día Nacional del Donante de Órganos.

Han olvidado las cicatrices y los malos momentos y han centrado su relato en la luz y no en la oscuridad. Historias de fe y de esperanza. De solidaridad, la palabra que más repiten y la que conecta estos dos casos, "hemos vuelto a nacer". 

El diagnóstico de una enfermedad renal severa trae consigo miedo y muchas dudas. Es la respuesta común de sanitarios, pacientes y desde la asociación Alcer. Es lo que se le pasó por la cabeza a María del Mar Élices cuando le dijeron que sus riñones estaban fallando.

Tenía sólo 30 años. En su caso, además, la mala noticia no llegó porque se encontrase mal, sino que fue a raíz de que su médico le preguntase por los antecedentes familiares. Su padre y su tío también están trasplantados, comenzaron a hacerle pruebas por tratarse de una enfermedad hereditaria. Se confirmó que ella también la tenía.

"Hace nueve años me quitaron un riñón, tenía poliquistosis, después dejó de funcionarme el que me quedaba". En diálisis estuvo poco más de un año, después llegó la mejor de las noticias, "el trasplante". Algo que no suele ocurrir con rapidez, "tuve suerte, no me lo podía creer, vas a a quirófano, pero con mucha alegría". Asegura, que es "como si volvieras a nacer, vuelve la energía, vuelve la vida". 

"La enfermedad es silenciosa, no notas nada. Cuesta asimilar mucho la noticia. No te lo crees, piensas que no te puede estar pasando". Lo que más le ha ayudado es acudir a la Asociación Alcer, "mi primer contacto fue en un retiro vacacional para la gente con diálisis, hablar con personas que pasan por lo mismo que tú, te ayuda muchísimo". Lanza un mensaje. "hay que donar. No hay nada más generoso en la vida que dar vida". 

La salmantina María del Mar Élices, trasplantada de riñón 

Trasplante simultáneo de páncreas y riñón

María del Mar comparte historia con Aniluz Piñeres. Su caso se complicó, su doble trasplante, de riñón y páncreas, tardó en llegar "tres años". "Empecé de pequeña con una enfermedad de tiroides, después diabetes... una pluripatología a nivel glandular que derivó en que mis riñones dejaran de funcionar, fue todo muy complicado". 

Tomó una actitud positiva, "era consciente de lo que tenía. A día de hoy me he venido a dar cuenta de lo mal que he estado. Me metí en un bucle y quería tirar para adelante, lo bueno es que la gente que tenía alrededor no me dejó caer. Mis familiares lo encajaron muy mal, yo, en cambio, me dediqué a seguir adelante". 

No le quedó más remedio que aguantar. "Si me dicen que llorando me voy a sanar... pero no es así, lo que cuenta es la actitud que tomas ante la vida". Según cuenta, "me quedé en 36 kilos, me tenían que dar diálisis con alimentación, estaba muy deteriorada". 

Lo último que recuerda es pensar "que no iba a tener trasplante, que no llegaba... sólo quería que pasaran los días y disfrutar de la familia". Tras la operación su vida ha cambiado por completo, "podría tirarme un día entero hablando de los beneficios, se entiende perfectamente lo que es volver a nacer. Quieres aprovechar cada segundo. Es una adicción a querer disfrutar cada momento". 

No se atreve a dar consejos, "hay que estar ahí, cada uno lo lleva como puede. Hay que tener una actitud positiva, es lo que más me ayudó. Vivir a costa de una máquina es muy complicado. Ser paciente y tener esperanza es lo más importante". 

Aniluz Piñeres, paciente con doble trasplante de riñón y páncreas