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Vivir y emprender en el medio rural: una oportunidad que gana adeptos

Además de las ventajas que brinda a los que deciden irse a vivir a un pueblo, ofrece oportunidades para los que quieren emprender su proyecto o negocio

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Vivir y emprender en el medio rural: una oportunidad que gana adeptos
Diego García, en su establecimiento de hostelería en Rollán.
Isabel  Rodríguez
Isabel Rodríguez
Lectura estimada: 4 min.

Irse a vivir a un pueblo y alejarse de la ciudad es una idea que, a raíz de la pandemia y de las posibilidades que actualmente ofrece el teletrabajo, ha ido ganando adeptos. El entorno rural brinda la oportunidad de estar más en contacto con la naturaleza y de buscar la tranquilidad, pero lógicamente hay otros condicionantes a la hora de tomar la decisión. ¿Qué influye a la hora de decidir cambiar de vida al entorno rural? 

El medio rural permite una forma de vida a la que no se tiene acceso en la ciudad, y más económica. Precisamente, una de las ventajas de decantarse por vivir en un pueblo es el precio de la vivienda. En el medio rural adquirir una vivienda es más económico que en las ciudades, incluso podemos encontrar casas con más metros cuadrados y con más espacios exteriores a precios mucho más asequibles. 

El tamaño de la localidad lógicamente es algo a tener en cuenta, porque no es lo mismo mudarse a un pueblo de más de mil habitantes que a uno que tenga cien o menos vecinos. Y es que estar cerca, o al menos a una distancia razonable, de servicios esenciales (centros sanitarios, colegios...) y tener conexión a internet son los principales requisitos de aquellos a los que les gustaría cambiar de residencia e irse a una zona rural. 

Precisamente un informe elaborado por un conocido portal inmobiliario, titulado 'Análisis sobre la España Vaciada', apunta que una de las claves reside en las telecomunicaciones. La amplia mayoría de los que están pensando en irse a vivir a una zona rural incluye entre sus requisitos que la localidad cuente con conexión a internet o fibra óptica para poder realizar trabajos telemáticos con normalidad.

No todas las zonas rurales, especialmente cuando se trata de municipios pequeños, pueden garantizar estos requisitos, lo que puede convertirse en un obstáculo para la llegada de nuevos residentes al pueblo. También las infraestructuras de transporte son muy importantes para los que estarían dispuestos a cambiar el entorno urbano por el rural. 

Hay otras ventajas de vivir en un pueblo. Menos contaminación y menos ruido, y eso ayuda a mejorar nuestro bienestar físico y emocional, sobre todo si lo que se busca es vivir en un entorno tranquilo y huir del  estrés y el ritmo frenético al que, en más de una ocasión, nos aboca estar en la ciudad. 

¿Sabías que las personas que pasan al menos 120 minutos a la semana en contacto con la naturaleza tienen más probabilidades de tener buena salud y bienestar psicológico? Disfrutar de más tiempo al aire libre es una de las ventajas de vivir en el pueblo. En el caso de las familias con hijos, vivir en un entorno rural tiene efectos positivos, como una vida más activa o poder jugar en la calle con tranquilidad, algo que en la ciudad es cada vez menos habitual.

Hay otro aspecto que no se puede pasar por alto, y es que en los pueblos, sobre todo en los pequeños, las relaciones sociales que se establecen son más sólidas y con un sentido comunitario mayor.

Y, además, vivir en un pueblo te permite practicar un consumo más responsable, apostando por el consumo de proximidad, por ejemplo comprando alimentos básicos, como la fruta y la verdura, a los productores de la zona. 

Volver al pueblo a emprender 

Emprender un proyecto o negocio también puede ser una buena oportunidad para regresar al medio rural. Es el caso de Diego García, que desde hace unos meses ha abierto las puertas de un establecimiento de hostelería en el municipio salmantino de Rollán. "Los pueblos se mueren porque los dejan morir", apunta, añadiendo que "si hay oportunidades, la gente viene". En su caso no ha querido dejar pasar la oportunidad que le ofrecía este municipio de unos 400 habitantes. 

El primer paso para regresar al pueblo lo dio el pasado verano con el bar de las piscinas municipales, y una vez finalizada la temporada se planteó las posibilidades de quedarse en el municipio. "Lo valoré, pero es que además en la capital todo es más caro, empezando por los locales", explica. Al final la balanza se inclinó por apostar por abrir en el medio rural su negocio de hostelería -el bar restaurante de nombre El Artesiano-, y reconoce estar "muy contento" con la decisión, destacando además "la cercanía" del cliente. 

Tanto en la ciudad como en el medio rural lo que se demanda es un buen servicio, pero los bares de los pueblos son mucho más que un servicio de hostelería, son el punto de encuentro y de reunión de sus vecinos, el lugar al que uno va seguro de que encontrará a alguien conocido para charlar un rato. "Aquí vas a tomar un café, invitas al que está al lado o te invitan porque todo el mundo se conoce"

De hecho, la carencia de bares en una localidad limita las oportunidades de desarrollo personal y cohesión social. Un estudio sobre la 'Dimensión social de la Hostelería', realizado por la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales, concluye que los bares son los últimos reductos contra la despoblación, por ser un servicio nucleador de la vida colectiva. Por este motivo, destacan la importancia de iniciativas que permiten mantener abiertos estos establecimientos en municipios con escaso número de habitantes. 

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