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El último baile de Erika de Souza tenía que ser en casa

Una de las más grandes de la historia de Perfumerías Avenida y seguramente la extranjera más determinante que tuvo la Liga se despide del baloncesto en Europa

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El último baile de Erika de Souza tenía que ser en casa
Erika de Souza
Teresa Sánchez
Teresa Sánchez
Lectura estimada: 3 min.
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Un 17 de marzo de 2004 Perfumerías Avenida se encontraba por primera vez frente a una pívot imponente de 1.97 centímetros llegada desde Brasil pocas fechas atrás para reforzar el Universitat de Barcelona-UB Barça y hacerlo así más fuerte en sus aspiraciones por doblegar al entonces favorito al título. Aquel partido lo ganó el equipo catalán 64-63 con la brasileña 30 minutos en pista para anotar 8 puntos y coger 'solo' 13 rebotes.

Erika de Souza, que por entonces apenas había jugado una temporada en Europa en concreto en el Pecs húngaro, comenzaba a escribir una carrera de leyenda, propia de la que durante muchos años fue considerada la mejor '5' del mundo. Lo ha sido por su juego, por sus condiciones y por una personalidad que allá por donde ha pasado la ha convertido en la jugadora más querida por su afición y la más temida por el rival.

Durante años De Souza fue, primero como jugadora de UB Barça y después de Ros Casares, 'el enemigo' en Würzburg aunque era aquel que como el corsario Dragut era tan temido como admirado y, por tanto, deseado. Eran como dos fuerzas destinadas a encontrarse y así se cumplió cuando Avenida le tendió la mano en su salida de Ros y la brasileña llegó a Salamanca para completar un 'roster' que iba a hacer historia. Junto a Xargay, Torrens, Snell, Sánchez, Montañana, De Mondt, Gil, Gastaminza, Domínguez y Sancho Lytltle, con la que formó un interior brutal, llevó a Avenida a lo más alto y a ganar su primera Euroliga. 

Fuera de la pista siempre ha sido la 'antiestrella'. Tímida, amiga de sus compañeras, eludiendo el protagonismo, sobre el parqué todo un carácter, con sus gestos en el campo, su compromiso con la camiseta desde el primer partido que, en dos etapas distintas, deparó una relación perfecta entre Erika y Avenida, entre De Souza y una Salamanca a la que consideró su casa pese a ese invierno que a una brasileña nunca le acaba de convencer.  

La pívot jugó cinco temporadas de azulona -la sexta estaba firmada aunque al final acordó con el club separar sus caminos-, y ganó en Salamanca todos los títulos posibles. Lo hizo entre aquella primera temporada del cetro europeo y la siguiente con aquel 'argandazo' del que fue gran protagonista, su primera MVP de Copa de los dos conseguidos con Avenida con un emotivo y celebrado segundo en Vitoria. 

En cuanto a sus cifras son de escándalo. En competiciones nacionales disputó como jugadora del equipo salmantino un total de 145 encuentros en los que sumó 1.681 puntos y 1.122 rebotes -casi 12 y casi 8 por encuentro-. 

En Euroliga han sido 53 partidos de azulona con una media de 11,3 puntos y 8 rebotes por encuentro, siendo por ejemplo significativo sobre su rendimiento y compromiso que fuera en su última campaña como jugadora de Avenida cuando tuvo su mejor porcentaje roboteador con ocho capturas por choque. 

Datos que explican esa consideración de leyenda con la que se la recibirá este próximo sábado en Würzburg junto con su actual equipo, el Hozono Jairis al que ayudó a subir a Liga Femenina y en el que será el último encuentro de la temporada y también su último partido en Europa.

Ella evita la palabra retirada porque a sus 41 años le es difícil, reconoce, no pensar en competir. "Todavía no estoy preparada mentalmente para despedirme, cada vez que lo pienso me pongo a llorar. También tengo miedo a mi vida de después, llevo compitiendo desde los 19 años y no sé si voy a poder vivir sin esa adrenalina a la que estoy tan enganchada", reconocía justo antes de su último partido en Alcantarilla. 

El sábado seguro que sonará los sones de la samba en el pabellón de Würzburg como merece Erika de Souza en su último baile. Se marchará a Brasil aunque habla con cariño de dejar una casa para siempre en la localidad murciana y otra en Salamanca y lo hace con una maleta en la que atesora un anillo de la WNBA, tres Juegos Olímpicos, ocho ligas en España, ocho Copas de la Reina, una Euroliga, el récord de rebotes y tapones y, sobre todo, el título de mito ganado a pulso

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