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Valero distingue como hijo predilecto a su doctor Juan Prieto: "A mis pacientes les dedico la atención que merecen"

Juan Prieto, médico en esta localidad salmantina desde hace tres años, defiende la atención sanitaria en el mundo rural

Valero distingue como hijo predilecto a su doctor Juan Prieto: "A mis pacientes les dedico la atención que merecen"
Juan Prieto, médico en la localidad de Valero
Tamara Navarro
Tamara Navarro
Lectura estimada: 3 min.

A lo largo de tres años, el salmantino Juan Prieto ha prestado sus servicios como médico de Familia a los vecinos de Valero. Una experiencia que, afirma el facultativo, "no cambiaría por nada" a pesar de los vaivenes propios de la profesión.

En Valero como en otras consultas rurales, no hay mucho espacio para la planificación. Los días son una sorpresa, no hay forma de saber qué se viene. Para ejercer en zonas alejadas de las grandes urbes "hay que cambiar la perspectiva que se tiene de una consulta".

Recorre más de 120 kilómetros diarios para poder desempeñar su profesión, pero esto no es ningún impedimento. No llega a trabajar en tres minutos andando, pero tiene más de diez para poder dedicarle a sus pacientes la atención que merecen. 

Prieto es el protagonista de esta historia destinada a resaltar los valores del médico rural, una profesión que se encuentra 'en peligro de extinción'.

Su cercanía ha hecho que lo nombren hijo predilecto de la citada localidad, "me hizo mucha ilusión. Están reconociendo mi labor y eso me enorgullece". 

Y es que el trabajo del sanitario de 'pueblo' también tiene sus virtudes, a pesar de que las plazas de Medicina de Familia no se cubren en las convocatorias MIR. "Es cierto que la fama no es muy buena pero creo que es porque no se conoce adecuadamente", explica. 

¿Y cómo es en realidad el trabajo? Juan comienza su turno de mañana. "Llegamos al centro de salud de Linares de Riofrío". Desde la irrupción de la pandemia del Covid en nuestras vidas "llevamos a cabo lo que llamamos atención no presencial: partes de baja, recetas, resultado de analíticas, radiografías...".

Y después llega la hora de pasar consulta en Valero y el cara a cara con los pacientes. "Hay menos sobrecarga asistencial. Aquí no hay listas de espera como en la ciudad. "Son atendidos en el día". Los médicos reclaman al menos diez minutos por paciente en cada consulta, "esto lo tengo, les dedico el tiempo que necesitan y eso es ejercer la medicina como yo quiero", ahonda. 

Conocer su historial es una de las bases de la Atención Primaria. "En muchos sitios no hay médico fijo, cuando no atiende un mismo profesional no se puede seguir la longitudinalidad médico-paciente". 

Seguramente por ese trato construido día a día, siente la confianza de los vecinos: "me tratan con muchísimo respeto, es gente súperagradecida. Confian en mi, es algo mutuo, me encuentro muy a gusto desde el primer día. Cuando empecé no sabía lo qué me iba a encontrar. Es gente encantadora y muy cercana". Se deshace en halagos. 

Sabe de memoria su historia familiar, social... "si son ancianos, tienen algún problema de movilidad o urgencia" recorre sus casas. "En las guardias no conocemos tanto a los pacientes como en el pueblo, cuanto más se sabe, mejor se actúa", da especial importancia.

El doctor destaca que hasta el pueblo más pequeño "debería tener su propio consultorio. La población de Valero es muy diferente a otras, pero tendría que haber un equipo sanitario (médico y enfermera). Es algo básico, viven más tranquilos".

No cambiaría "nunca" ser médico en el mundo rural por un gran hospital. "Acabé la residencia de familia en el año 2011. Al principio hice sustituciones, la mayoría de ellas en pueblos. En estos diez años he trabajado en la provincia de Zamora y SalamancaDesde 2016 fui teniendo contratos más largos, después me saqué la plaza...". No ha 'pisado' apenas la ciudad, no echa de menos trabajar en un gran centro ni tampoco en un frenético servicio de Urgencias. "Poco a poco uno se va haciendo su sitio".

Muchos son los consultorios locales que han tenido que echar el cerrojo a lo largo y ancho de la provincia, pero Valero consigue, por ahora, mantenerse con alrededor de 300 cartillas que ya forman parte de su vida.

Por eso, reivindica que la medicina rural es la más bonita, la más cercana y quizás el máximo exponente de lo que significa la relación entre el médico y el paciente. Debemos luchar por un sistema nacional de salud que garantice la mejor calidad asistencial sin importar el código postal o el número de habitantes.