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El Obispo de Salamanca valora su año y hace autocrítica: "Hay bastante desinformación de la Iglesia"
"Los actos se hacen para estar o sentirse cerca de la Iglesia y eso no engancha, no te encoge el corazón", explica José Luis Retana, obispo de Salamanca
Hay personas que sin hablar dan confianza. Desde el lado más cercano y con toda la naturalidad posible, el obispo de Salamanca, José Luis Retana, a punto de cumplir un año, repasa con Tribuna de Salamanca los primero 365 días "en carretera" entre la Diócesis de la capital y la Diócesis de Ciudad Rodrigo. No es el único obispo en tal situación, pues como el bien sabe en Jaca y Huesca ocurre lo mismo desde años. Confiesa que trata de llevarlo "lo mejor posible", pero para ello necesita tener la agenda "bien ordenada". ¿Cuál es el balance general que lleva a cabo?
"Mi balance es positivo. Los comienzos fueron difíciles, por todo. Físicamente, el hecho de estar en dos casas, de no saber dónde teníamos las cosas... pero poco a poco nos hemos ido ordenando, no tanto ir y venir, sino colocar los diferentes actos públicos y en este momento estamos con una agenda muy ordenada, llena eso sí. No es fácil, pero creo que hemos dado muchos pasos. Sobre todo el primero, el de conocer a la gente. Evidentemente, todos los sacerdotes, toda la gente cercana a la Iglesia y que colabora directamente con ella, las delegaciones, la relación con los arciprestazgos... quizás ha sido lo más importante. También hemos solucionado algo importante, el asunto del Palacio Episcopal, que ya está bastante encaminado. Una presencia ya en la Diócesis con normalidad. Con celebraciones ordinarias, en Catedral y en muchos pueblos de la provincia".
Esa ordenada agenda, ¿le permite no vivir en la carretera como aseguraba en la rueda de prensa de su bienvenida ante los medios de comunicación?
"Viajamos mucho, pero repito con mucho orden. Yo comprendo las dificultades de estar en dos diócesis y el que es sensato entiende esa dificultad, pero antes decíamos que sí a todo por generosidad y atender lo mejor posible a ambas, ahora lo hacemos más ordenado. De este modo, los desplazamientos tienen más coherencia y se puede estar un día entero o incluso más en el mismo sitio. Pretendo unir cosas. A veces llegas físicamente, pero está claro que el cuerpo se resiente".
¿Y para qué le gustaría tener más tiempo?
"Para leer y para preparar mis intervenciones, una homilía o lo que se preste. Físicamente, llegamos siempre bien y con tiempo, la puntualidad es una manía mía, pero el tener tiempo para sentarte con paz, preparar una homilía, una intervención... muchas veces vas a salto de mata y cada día te toca una cosa".
Tanto ajetreo, tanta institucionalidad y compromisos... ¿le hacen olvidar en algún momento los cimientos sobre los que sustentó su vocación de sacerdote?
"No. Creo que la cercanía, el afecto y la sencillez con la que tienes que estar y tratar a la gente... cuando más lo he experimentado ha sido de párroco en Ávila y ahora. La capacidad de relación es algo muy importante; el sentir la cercanía de la gente, que son tus diocesanos... eso creo que te hace no olvidarlo. Además, hay otro aspecto que te permite mantener la frescura de relación que es la presencia de mi familia en casa. Después de cenar, dejamos de trabajar y comentamos la jugada".
Hablando de la comunicación, parece que de la Iglesia permanece una imagen negativa sobre el mensaje bueno que debe ser la religión cristiana? ¿Cómo debe explicarse?
"Creo que hay bastante desinformación de la Iglesia, incluso los cristianos de toda la vida piensan que la Iglesia consiste en hacer obras buenas y asistir a actos piadosos, pero se pierden lo mejor. El cristianismo es una persona, Jesucristo. Un joven que se encuentras con él, la historia cambia. Tú haces lo mismo; debes estudiar, trabajar, tener novio o novia... pero lo vives de modo distinto. La pasión, el gusto y la belleza de hacer las cosas con un sentido es lo que trae la fe. Es un estilo de vida, de entrega a los demás, la paz, la justicia... todo nace de lo mismo que es el encuentro con Jesucristo y la relación que hay con él".
Está claro que hay algo que falla, ¿qué autocrítica hace? ¿Qué debe cambiar?
"Creo que no hemos sabido transmitir la fe. Ahora uno habla de si va a misa o no, pero poco más, pero hay que hablar de la belleza de vivir todo con sentido. No es lo mismo. La relación con los hermanos, con los padres, con los hijos, el trabajo, los estudios... Cristo tiene que ver con todo. Eso es lo que no se entiende o no se vive así. Creo que los actos se hacen para estar o sentirse cerca de la Iglesia y eso no engancha, no te encoge el corazón".
¿Debe evolucionar la Iglesia en ese sentido?
"La Iglesia deberá adaptarse a los nuevos tiempos modernos, pero el problema es de fe. Lo que se comunica no tiene sentido, ir a misa sin saber el sentido, resulta pesado. Uno debe ir a misa porque cree que le va a ir mejor".
¿Y qué le ha transmitido Salamanca en ese sentido? ¿Observa vejez dentro de las iglesias?
"Salamanca tiene el atractivo de la gente joven. Para los que somos de fuera, para esos jóvenes, es libertad. No hay control de horarios. Sociológicamente, Salamanca es libertad. Religiosamente o espiritualmente, tiene sus dificultades. Todos entendemos las dificultades que tienen los jóvenes para vivir la fe, pero como para otras cosas".
No se si ha escrito ya la carta a los Reyes Magos pero, ¿qué le pide a Salamanca para este 2023?
"Hace mucho que no la hago (risas), pero le pediría una fe más fresca. La de Salamanca es impresionante, las delegaciones cuentan con gente preparada, no solo hay personas, hay equipo. Pero quiero que haya vida más allá. Que todo lo que aparece alrededor, por ejemplo, de la Semana Santaa, tuviera una vida. No quiero estructura, sino vida. Y como obispo... seguir entregándome a estas dos Diócesis".
El Sínodo de la Sinodalidad ha abierto un debate cada vez más sonado, el papel de la mujer dentro de la Iglesia. ¿Qué perspectiva aporta usted sobre ello?
"La Iglesia no se puede entender sin la mujer. No hay más que ir a cualquier lugar e Iglesia. En el Sínodo ha quedado claro que hay que reconocer mucho más de lo que está reconocido el papel de la mujer dentro de la Iglesia. Si hablamos de la posibilidad de ordenación sacerdotal es un tema ya cerrado. Lo que está claro es que nadie ha tratado a las mujeres como las trató Él, estando por aquel entonces desvalorada. Creo que en cualquier comunidad, las que son capaces de leer, de cantar, tienen iniciativa para ir a una excursión juntos, para levantarse... son las mujeres. Se estudia la posibilidad del diaconado y cada vez será más conocida".
Haciendo de abogada del diablo... cada vez hay menos curas, cada vez son más mayores, ¿cuál es la solución? "La solución a la dificultad vocacional no es el ordenar a la mujer. En otros lugares se casan los sacerdotes y tienen el mismo problema. El problema es que estamos en un mundo que hace la vida al margen de Dios y es muy difícil hacer una entrega y a fondo perdido, pero eso también vale para el matrimonio. Otra de las cuestiones que ha aparecido en el Sínodo muy acentuada es el quitar de nuestra Iglesia y sociedad el clericalismo. El sacerdote se encarga de muchas cosas, pero no debe encargarse de todo, se habla también de corresponsabilidad dentro de la Iglesia. Ahora haré el nuevo equipo de Gobierno de la Diócesis y me gustaría meter a alguna mujer en el Consejo Episcopal. Debe estar dentro de la estructuras de la Iglesia que no tiene nada que ver con el ministerio ordenado, pero sí con responsabilidad".
¿Qué personas quiere a su alrededor en los altos cargos? "El obispo tiene su Consejo Episcopal que ayuda a todas las decisiones. Yo con los vicarios elijo hasta qué día estoy en fechas festivas en un sitio u otro. Para renovarlo, hay que tener en cuenta la edad, las circunstancias... he pedido nombres que puedan renovar el equipo. Después está el Consejo de Pastoral, el Presbiteral... hay muchos organismos colegiales que al obispo le ayudan y que debe oír antes de tomar decisiones. Hay Consejo Económico... el obispo no quiere hacer lo que quiera".
Otro de los asuntos más sonados en torno a la Iglesia es el de los abusos sexuales. ¿Cómo se trabaja desde la Diócesis de Salamanca para atajar el problema? "La posición de la Iglesia ahora es clara: cero. En la Iglesia ha habido abusos y creo que es un problema dentro de la sociedad en general. Eso sí, solo con un pecado de ese tipo es una cosa atroz. Que un sacerdote haga algo así... aprovechándose de la confianza de la familia, es un pecado atroz. En concreto en la Diócesis, yo tengo atadas las manos. En el momento en el que reciba una denuncia así inmediatamente debo ir al Fiscal. Aquí hay tres personas que son las encargadas de recibir las denuncias que haya. Desde que se ha creado la Oficina no hemos tenido ninguna, pero es el camino iniciado".
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