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Andrés Roldán, joven de 26 años en Salamanca: De querer "una vida mejor" a "dormir en la calle"

Un testimonio de verdad. Un testimonio de personas a las que no se mira. ¿Cómo se ha sentido al ser extranjero en una ciudad de Salamanca?

Andrés Roldán, joven de 26 años en Salamanca: De querer "una vida mejor" a "dormir en la calle"
Andrés Roldán
María  Pedrosa García
María Pedrosa García
Lectura estimada: 3 min.

Andrés Roldán. 26 años. Extranjero procedente de Colombia en Salamanca sin hogar. Tiene estudios, tiene voluntad, ha trabajado en lugares que nunca hubiese imaginado. Ha dejado una familia detrás y ha vivido en la calle. Su historia no es casual, pero sí excepcional. Excepcional desde un punto de vista de superación, de esperanza, de ver el vaso medio lleno y la luz en medio de la oscuridad. 

Con una promesa comenzó su historia, la de poder encontrar "una vida mejor" y así, implementar el bienestar de su familia primero y después de él. La promesa vino de la mano de unos "amigos" que habían conseguido prosperar en Madrid. Sin embargo, una vez que hubo llegado los que decían que iban a tenderle una mano, ni siquiera le contestaron. Así, después de una decisión de ese tipo, se vio solo en un país extraño, en una ciudad que asusta y muy poco dinero. 

"Lo primero que hice fue acudir a una oficina de inmigración. Allí me dijeron que para pedir asilo en Madrid había mucha demora debido a la gran cantidad de inmigrantes y que me fuera a otra ciudad. Me recomendó varias ciudades y decidí venirme a Salamanca. Llegué a un 23 de abril a las 21:00 y no encontré habitación, por lo que dormí en la calle. No solo ese día, sino hasta el lunes para poder acudir a un lugar de ayuda. No comí en dos días y me pusé a buscar, así encontré Cáritas y Cruz Roja", comienza a contar Roldán. 

Ese mismo lunes comenzó su búsqueda de trabajo y su intención de conseguir los papeles necesarios (seis meses después y un sinfín de trabajos, no lo ha encontrado). "Encontré trabajo, pero solo dos días a la semana, por lo que pude comer. Es muy complicado vivir sin estar regularizado en este país. Muchos meses sin un hogar fijo, sin comer bien, estando solo...", continúa. 

Y apareció Cáritas y Cruz Roja: "Cáritas me ayudó a pagar un mes y después me fui a un albergue de Cruz Roja. Estuve 15 días mientras encontraba trabajo y podría decir que Salamanca me la conozco como la palma de mi mano. Me cuesta mucho encontrar trabajo a pesar de tener estudios, pero claro no tengo documentos. Estudié electricidad y también tengo experiencia en las ventas". 

¿Cuál es su situación actual? "Ahora mismo pagó una habitación dentro de un piso compartido con más personas. Hay veces que trabajo más, otros días no... no ganó mucho, pero puedo solventarme mientras que consigo el permiso de trabajo". 

LAS PERSONAS QUE SE APROVECHAN DE LA DESGRACIA

Al mismo tiempo tiempo que existe Cáritas o Cruz Roja, organizaciones que suponen un suplo de aire fresco ante la asfixia que muchas veces supone la vida; existen decididas a aprovecharse de la desgracia de los otros. Y no es una opinión, es una conclusión a su experiencia laboral en España. 

"He trabajo en cosas que nunca imaginé, pero cuando sientes necesidad no importa. He cuidado a una persona que me prometió 40 euros al día y después de dos semanas acabó pagándome el día por 10 euros. Además, he trabajado recogiendo chatarra por la calle por 5 euros al día. Eso son algunos ejemplos. Es una preocupación constante. Sigo todos los días saliendo a conseguir trabajando, pero la respuesta es la misma, sin papeles... no puedo y no depende de mí. Solo quiero conseguir documentos para estar tranquilo", afirma.

"Vine con el propósito de traer a mi familia en el futuro, pensé que iba a ser difícil, pero no que iba a sufrir tanto. Estoy solo y ni un solo día he dejado de tener preocupación o dolor de cabeza". 

¿Cómo se ha sentido al ser extranjero en una ciudad de Salamanca? "Como un bicho raro. Hay prejuicios. Piensan que todos somos iguales. Soy un chico de familia, estudioso... me he sentido raro y con miradas por encima". 

UN FUTURO MEJOR

A pesar de su presente, cree en un futuro mejor. Sabe que debe pasar momentos malos para conseguir buenos y confía en Dios para ello: "No estoy como quisiera estar, pero ya no duermo en la calle que es lo importante. Trato de ver el sentido bueno a todo aunque se me venga el mundo encima. Hay que tener la mejor actitud para afrontar cualquier cosa", finaliza.