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El día que Alfonso XIII visitó Alba de Tormes: cien años de una visita real en torno a Santa Teresa

La villa ducal celebra una recreación histórica del momento en el que los reyes estuvieron en la localidad para imponer las insignias doctorales a la Santa

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El día que Alfonso XIII visitó Alba de Tormes: cien años de una visita real en torno a Santa Teresa
Insignias doctorales de Santa Teresa
Isabel Andrés Rodríguez
Isabel Andrés Rodríguez
Lectura estimada: 5 min.

8 de octubre de 1922. Alba de Tormes se engalana para recibir a los reyes en uno de los actos centrales del nombramiento de Santa Teresa como doctora honoris causa de la Universidad de Salamanca, la primera mujer que consiguió este título en la USAL. Todo un acontemiento del que ahora se cumplen cien años y que la villa ducal celebra este fin de semana con una recreación histórica de la jornada.

Las crónicas de la época cuentan que fue un día repleto de anécdotas y detalles, que han quedado reflejados en diferentes documentos. Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia visitaron la localidad para imponerle a la imagen de la Santa sus insignias doctorales: el birrete y una pluma. Insignias que aún hoy luce la talla. Una jornada histórica que el Ayuntamiento, tal y como se refleja en las actas municipales, comenzó a preparar en 1921. No obstante, la primera vez que figura con certeza la visita real a la villa ducal es en agosto de 1922.

En su momento, el periódico ABC realizó una extensa crónica de los actos y de la estancia de Sus Majestades en Salamanca, donde participaron en el acto que tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad. Según cuenta, los reyes salieron de la capital en torno a las 9.30 horas y llegaron a Alba de Tormes sobre las 10.15. "Los monarcas saludaron afectuosamente a todos y, acompañados del alcalde de Salamanca, que fue con Sus Majestades hasta Alba de Tormes, partió al auto, en medio de ovaciones delirantes a los reyes y a Salamanca", cuenta el diario.

Y es que, el que por entonces era alcalde de Salamanca, Federico Anaya, miembro del partido republicano, acompañó al rey hasta Alba de Tormes y aprovechó sus momentos con él para charlar con el monarca. Así lo contaba ABC: "El monarca, en uno de los momentos en que le dejó libre la infinidad de actos a los que tuvo que asistir, conversó largo rato con el alcalde, expresándole su gratitud por el recibimiento que le había otorgado Salamanca, felicitándole por la organización de los festejos y añadiendo: He de volver a Salamanca, pero de incógnito, para conocer desde cerca sus necesidades y, de paso, descansar unos días en el campo. Nada me habéis pedido y es costumbre de otras capitales solicitar algo cuando los Reyes las visitan. Pero conozco bien los dos principales problemas que Salamanca anhela resolver, y que son el ferrocarril de Peñaranda a Ávila y la solución del expediente de los saltos del Duero. Ambas cosas serán objeto de rápida tramitación, especialmente la del ferrocarril, que ya debía estar terminado".

A su llegada a la villa ducal, la comitiva real fue recibida por el alcalde, Antonio García, y numerosas autoridades civiles, militares y religiosas, además de "millares de almas de los pueblos cercanos que se habían trasladado a Alba para conocer a los Soberanos". Desde allí, se dirigieron a pie a la basílica de Santa Teresa, que se encontraba en construcción, donde tuvo lugar el momento central de la visita, para la imposición de las insignias doctorales. 

"Comenzó el acto levantándose los Soberanos y dirigiéndose a la imagen de Santa Teresa, llevada allí para este acto, la Reina tomó el birrete, magnífica joya regalo de las damas españolas, y se lo impuso a Santa Teresa; seguidamente el Rey colocó en la mano derecha de la Santa la pluma de oro que él le regalaba y besó la mano de la efigie. El público se dio cuenta de este beso de fe, prorrumpió en aclamaciones, vivas a los Reyes, a la Santa, a España y al Ejército. El momento fue sublime. Una lugareña dijo, cuando el silencio comenzaba a hacerse: ¡Viva el rey valiente!'", cuenta ABC en su crónica.

Tras el acto, que incluyó un sermón del arzobispo de Valladolid y una misa rezada, la comitiva se desplazó hasta el convento  de las Madres Carmelitas, donde visitaron las reliquias de Santa Teresa y la clausura del convento. 

La jornada concluyó con un banquete real en lo que hoy es el Hostal América y que entonces era una hospedería mandada construir por el padre Cámara para las peregrinaciones. El Ayuntamiento de Alba de Tormes ha querido recordar esta efeméride con unos vídeos en los que relata algunos detalles de la visita y donde cuenta alguna anécdota de este banquete. Así, cuentan que los reyes se dieron cuenta de que había un grupo de bailarines charros que querían bailar ante ellos y salieron al balcón central para presenciar los bailes.

También cuenta la historia que el postre de ese banquete consistía en unas natillas carmelitanas elaboradas por el hermano Joaquín, un hermano carmelita cocinero que el rey había conocido en Las Hurdes. Sin embargo, los organizadores del banquete no estaban seguros del plato, por lo que le hicieron un gesto a la reina para que no comiera. Sin embargo, el rey se dio cuenta de este detalle y empezó a degustar el postre, del que quiso repetir.

Tras el banquete, los soberanos salieron hacia Ávila.

Toda una jornada cargada de detalles y anécdotas que continuaron días después. Así se recoge en las actas de la época, que cuentan que días después de su visita, el rey mandó 500 pesetas para repartirlas entre los pobres de la villa ducal.

Además, ABC también relata en su crónica una anécdota del paso de los reyes por Peñaranda de Bracamonte: "El gobernador civil ha contado lo ocurrido a los Reyes al cruzar por Peñaranda de Bracamonte, donde no pensaba detenerse la comitiva regia. Don Alfonso XIII, apreciando el desbordamiento de entusiasmo que suponían aquellos millares de almas de los pueblos cercanos congregadas en la carretera para ver a los reyes a su paso y agasajarles con una verdadera lluvia de flores y con aclamaciones delirantes, dirigiéndose a su augusta esposa, hondamente conmovido, le dijo:

- Vamos unos momentos a callejear por entre la multitud. 

Y se apeó del automóvil. El entusiasmo popular de aquellos instantes es cosa inenarrable. Los señores Sánchez Guerra y el gobernador pretendieron abrir paso a los soberanos, lo que impidió el rey diciendo:

- Déjame, que me lleven donde quieran.

Los vítores continuaban atronando el espacio. Un campesino, que se hallaba junto al Rey, exclamó: "No te vas sin besarte", y abrazándose al monarca le besó en la mejilla izquierda. El Soberano rió complacido la ocurrencia del campesino. Su Majestad la Reina iba detrás del Monarca, confundida en un grupo formado por varios cientos de mujeres. Los reyes, después de atravesar el pueblo entre una lluvia de flores, lograron reanudar el viaje. Don Alfonso comentaba después, lleno de entusiasmo, la ocurrencia del campesino que le besó".

Ahora, la villa ducal conmemora este fin de semana la efeméride de este visita y lo hace con una recreación histórica de la jornada, que tendrá lugar este domingo, 9 de octubre.

Pergamino del nombramiento de Santa Teresa como doctora honoris causa de la USAL

 

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