Ubicadas entre la calle de La Victoria y la plazuela de José Paz Maroto, de 2 y 3 dormitorios y garaje, los inquilinos tendrán además la opción de compra
'Smart Farm' y el 'robot granjero': el proyecto de la USAL que combina huertos ecológicos, voluntariado e investigación
La Oficina Verde, en colaboración con el grupo de Grupo de Investigación ESALAB, ha puesto en marcha esta iniciativa para potenciar los espacios verdes del complejo Peñuelas de San Blas a la vez que se crean herramientas educativas y de investigación.
En pleno centro de Salamanca, frente al Palacio de Congresos y entre Fonseca y las universidades, el complejo de Peñuelas de San Blas se alza tan modesto que puede llegar a pasar desapercibido. Sin embargo, es un recinto con una ubicación privilegiada y que alberga en su interior una zona verde que la Universidad de Salamanca ha convertido en un huerto tecnológico, en el que la docencia y la investigación van de la mano con la agricultura ecológica.
Es el segundo año que está en marcha este proyecto y tiene tres partes: el huerto robótico, el huerto tradicional ecológico, en el que en estos momentos la Oficina Verde está empezando a planificar las plantaciones de primavera y verano, y un jardín comestible. En ellos se cultivan todo tipo de plantas. Berenjenas, calabacines, calabazas, algún girasol, caléndula, consuelda, frutos rojos, frambuesa, fresa, grosella, un membrillo, rábanos, lechugas, escarolas, chalotas, canónigos, acelga, chalotas y hasta azafrán. La lista es aún más larga, pero el objetivo es "usar plantas que sean interesantes como variedades autóctonas o variedades que estén en riesgo de desaparición y visibilizar algunas plantas que no conoce mucho la gente como guisantes serranos o una variedad de rábanos de Cádiz, y se lo vamos contando a la gente para que el día de mañana seamos más selectivos a la hora de consumir, que miremos más las etiquetas y veamos de dónde proviene, de si son agricultura ecológica o socialmente sostenible", cuenta Javier Carbonero, de la Oficina Verde de la USAL, impulsora del proyecto.
Así, 'Smart Farm USAL' es un proyecto multidisciplinar puesto en marcha entre el Grupo de Investigación ESALAB, perteneciente al Departamento de Informática y Automática, y la Oficina Verde de la Universidad de Salamanca. El huerto robótico es el que ha abanderado el proyecto, aunque no puede entenderse sin los otros dos huertos, que se encuentran dentro del recinto de Peñuelas de San Blas. En total, casi 70 metros cuadrados dedicados todo el año al cultivo a través de los principios de la agricultura ecológica como la eficiencia en el uso de agua, la utilización de fertilizantes naturales y de productos respetuosos con el medio ambiente.
"Queríamos poner en valor este espacio y el objetivo es incrementar la biodiversidad de los espacios verdes y poner en marcha unas herramientas educativas, de participación y que fueran valiosas para la parte académica de la universidad", asegura Carbonero.
La iniciativa partió del grupo de investigación ESALAB, quienes propusieron el uso de este robot, FarmBot Express XL v1.0, una herramienta de código abierto desarrollada por una universidad estadounidense, para que los alumnos pudieran utilizarlo. Con la financiación de la Junta de Castilla y León, se adquirió el robot y la Oficina Verde preparó el bancal en el que se encuentra para que los miembros del grupo de investigación realizaran el montaje y la programación. "Lo inauguramos en abril del pasado año y desde entonces hemos ido aprendiendo cosas".
"El robot es un hardware parecido a lo que sería una impresora 3D, está georeferenciado. En este caso, tenemos un bancal de 6x2, unos doce metros cuadrados, pero en vez de decirle que imprima una cosa con plástico le decimos que riegue en un determinado sitio o le decimos que hay tales plantas. El robot riega, lo podemos programar a través de una app, sabe dónde está cada cosa y establece algunos parámetros para cada variedad hortícola. No es lo mismo poner un calabacín, que cuando lo plantas ya te hace una circunferencia amplia por lo que va a ocupar, y, sin embargo, si pones rábanos te deja poner muchas juntas porque las plantas son pequeñas. Esto es para aprovechar el terreno y gestionar el cultivo", cuenta.
Se trata de un 'agricultor robótico' con innumerables funcionalidades y herramientas que ayudan a los participantes del proyecto a gestionar los cultivos. A través de una app para dispositivos móviles los responsables pueden hacer caso a sus recomendaciones o programar cada una de sus funciones. Y es que este robot riega, siembra, elimina las malas hierbas, tiene una tira de luces LED y realiza fotografías. Todo para cultivar, investigar y transferir el conocimiento.
"Podemos programar diferentes acciones como programar los riegos, por ejemplo regar todos los días un segundo a las 10 y él automáticamente lo hace. Tiene una tira de luz que puede servir para que se active cuando están los riegos o para ver de noche; puede hacer fotografías de todo el huerto o de las plantas para ver su evolución, que puede estar bien para montar un time lapse. También tiene una herramienta para eliminar malas hierbas, por eso es muy importante decirle al robot dónde está cada cosa porque si aparece una planta donde no hay nada se activa el sensor y con un taladro elimina la mala hierba. Es un agricultor robótico más que otra cosa", asevera el técnico de la Oficina Verde.
Su uso es triple. Por un lado la Oficina Verde lo utiliza para el trabajo de sus voluntarios ambientales, pero también es una herramienta para la investigación y la docencia. "Nuestros voluntarios pueden venir a trabajar, a aprender cómo funciona un huerto, cómo funciona esta tecnología, pero también es una herramienta docente y de visibilidad hacia la sociedad. Ya tenemos planificadas a partir de mayo visitas de colegios y actividades con diferentes colectivos. A los alumnos también les vale como prácticas curriculares y extracurriculares, en las que van adquiriendo competencias porque la educación ambiental también puede ser una salida laboral para Biología o Ambientales, pero también para la gente de Educación", apunta.
Por el momento, el robot es una versión de iniciación, pero hay otras funcionalidades que pueden añadirse como un sensor para medir la humedad y equilibrar los riegos, un sensor para realizar un pequeño arado y facilitar así la siembra, o un sensor para conocer los nutrientes que tiene el huerto.
Otros huertos
El proyecto Smart Farm se completa con otras dos zonas de plantaciones en la zona verde del complejo universitario. Por un lado, cuenta con un huerto tradicional, también ecológico, y, por otro, el jardín comestible.
En total, el pasado año se consiguieron entre 70 y 80 kilos de verdura que después se repartió entre los participantes, voluntarios y entre algunas de las visitas que recibe el proyecto. "Principalmente funcionó mejor el robótico que el de abajo", cuentan.
"La idea es que estas plantaciones sean herramientas para trabajar temas de cambio climático, de agricultura sostenible, de seguridad alimentaria y puede ser una idea muy buena para el día de mañana poder tener huertos robóticos a gran escala para producción. Está todo muy integrado con lo docente, lo participativo, la educación ambiental, la transferencia de conocimiento y la investigación", concluye Javier Carbonero.
Una asociación salmantina que brinda apoyo y orientación a familias y pacientes en la lucha contra los trastornos alimentarios
Mariano Barbacid denuncia en Salamanca el retroceso en la financiación pública: "Tengo menos recursos que en 2010, es increíble"
Entre las principales conclusiones, se ha puesto de manifiesto que la integración es un reto colectivo