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Las residencia salmantina que ha bajado su mortalidad durante el coronavirus: "Nos hemos sentido abandonados"
Ricardo de la Torre Laso analiza la situación por la que han pasado las residencias salmantinas y explica su experiencia personal: "La organización por parte de las instituciones ha sido mala. Tema de muchos, responsabilidad de nadie".
El coronavirus llegó a las residencias sin preguntar. Arrasó de forma repentina, sin tiempo para la reacción, respuesta o incluso despedidas. Los más mayores y al mismo tiempo más débiles de la sociedad han sido los más perjudicados por un virus que a pesar del tiempo que lleva entre nosotros, sigue generando miedo e incertidumbre. Miedo ante lo que hemos pasado, pero también miedo a la inseguridad del futuro.
La residencias de Las Azucenas, una situada en San Morales y la otra en Nueva Naharros, han sido unas de las pocas en mantener su contabilizador a cero, sin casos positivos ni muertes. Puede deberse a la suerte, pero sin duda la prevención y la responsabilidad de sus trabajadores también han jugado un papel fundamental en el mantenimiento de dichas cifras.
Hemos visto como se ha dejado morir a gente en residencias
Ricardo De La Torre Laso, gerente de ambas residencias, considera que han tenido mucha suerte, "nosotros cerramos las residencias el día 6 de marzo, adelantándonos al estado de alarma, pero hicimos lo mismo en otra de las residencias que tenemos en Ávila y sí que hemos tenido muchos casos. Allí fallecieron 15 personas con coronavirus, por coronavirus y sin nada, simplemente dejándolos morir. Hemos visto como a una persona sin síntomas de coronavirus se le ha denegado el acceso al hospital y ha fallecido".
Los datos ponen los pelos de punta. Hasta 2.587 personas mayores que viven en residencias han fallecido con coronavirus o síntomas compatibles y de ellas 1.724 lo han hecho en su lugar de residencia. ¿Qué se le pasa por la cabeza al ver estos datos?
"Al final la entrada del coronavirus en las residencias es como si entras en un corral y te pones a disparar. Los residentes tienen muchas patologías previas, son muy mayores y tienen sistemas inmunológicos muy débiles...si una gripe les afecta tanto, imagínate este virus. Nosotros al principio lo identificamos como una gripe fuerte, además dentro de las peores épocas en residencias, otoño y primavera, donde solemos tenemos más fallecimientos. Pero al ser tan contagioso y con una carga viral tan fuerte, ha arrasado. Nosotros hemos tenido mucha suerte, hemos hecho las cosas lo mejor que hemos podido, pero aún así tienes que tener ese factor", explica De La Torre.
"Nuestros residentes al haber estado tanto tiempo aislados no han tenido ningún tipo de gripe, catarro o problema físico, no salían de sus habitaciones y eso ha llevado a que no ha fallecido ni una sola persona en las residencias de Salamanca, ni siquiera por otros motivos. Únicamente tuvimos un caso terminal, pero ya. Al final, la media suele ser de entre dos y tres residentes al mes y el hecho de estar encerrados, no tener contacto con nada ni con nadie ha dado lugar a que no haya muertes. Antes cuando uno tenía gastroenteritis, la tenían casi todos, ahora no ha habido contactos".
Sin embargo, el aislamiento ha conllevado también aspectos negativos: "Al haber estado tanto tiempo solos se han demenciado. Ante tanta incertidumbre, nosotros decidimos a partir del 6 de marzo que no podían salir ni de la habitación. Una simple infección de orina conllevaba aislamiento directo. Era la única forma de responder ante su agresividad con las personas mayores".
Una vez pasada la cuarentena por parte de trabajadores y residentes, solo quedaba ser lo más responsable posible y cuidar el mínimo detalle: "Hemos acabado con el ascensor a base de lejía...El ejército ha llegado a venir hasta dos veces por semana para desinfectar todo y nosotros hemos cuidado que todos los trabajadores tengan material suficiente tanto para dentro de la residencia, como fuera. Llamé a una gran superficie e hice compra de todo lo que nos pudiera ayudar, desde monos y gafas de pintor, hasta de protección. Todo lo que veíamos de otros países. Fue muy complicado en su momento porque hubo falta de pruebas, de suministros y de coordinación por parte de las autoridades, luego nos empezaron a suministrar material cuando la Junta comenzó con los pedidos y hasta hace poco".
"Eso sí, me gustaría destacar públicamente la labor y el esfuerzo llevado a cabo por todos mis trabajadores, han conseguido a base de mucho trabajo no contagiarse. Gracias a ellos hemos tenido esta evolución tan satisfactoria y seguimos con cero casos dentro de nuestras residencias. Ha sido un trabajo en equipo. Yo ahora mismo estoy siendo la voz de mucha gente", destaca.
"No se ha hecho autocrítica ni se ha actuado con transparencia"
¿Cómo valoras la actuación llevada a cabo por las autoridades con respecto a las residencias? "Tema de muchos responsabilidad de nadie. Cuando se creó el mando único desde la declaración del estado de alarma, las órdenes han sido un caos. Lo que he visto, lo que valoro es que al final la Junta ha sido un mero transmisor del Ministerio. Hemos recibido instrucciones a las once de la noche para cumplir al día siguiente. Nos hemos sentido muy abandonados, es la verdad, sobre todo al principio, pero por la administración en general. Las cosas se han hecho mal, no digo que otros las hubieran hecho mejor, pero no se ha hecho autocrítica ni se ha actuado con transparencia".
"Nosotros tuvimos suerte no me quiero ni imaginar los centros en los que entró. Se han vivido tres fases, la primera que fue la más brutal, la segunda en la que se empezó a elaborar un plan de partida y de ataque y, por último, la de recuperación, pero con miedo todavía, cada vez mandan protocolos nuevos y los aislamientos preventivos son constantes".
¿Cómo se decide un aislamiento preventivo? "En un primer momento se nos dijo que cualquier visita a un hospital o centro de salud, aunque fuera para una cura o un oftalmólogo, requería un aislamiento preventivo de una semana, aunque no tuviera nada que ver. Humanamente eso era imposible, porque teníamos muchas consultas y constantes. De la misma manera, los ingresos nuevos, directamente una semana de cuarentena, porque tienen que venir con PCR negativo. Ahora mismo el cuidado y la prevención tiene que ser tan grande como el de antes", asegura.
¿Cómo es la nueva normalidad? "Ahora mismo es muy difícil, las visitas son muy duras. No puede haber ningún tipo de contacto físico. Durante todo este tiempo han llevado a cabo videollamadas, pero no ha sido tan duro como las visitas. Al final las personas se resienten y tienen un deterioro cognitivo después de un encierro así y es muy difícil de asimilar ver mal a un familiar. Ha sido un shock, después de dos meses volver a verse y de qué manera, no comparten ni el mismo espacio. Las visitas se quedan fuera, el residente está dentro y se ven a través de un stor de PVC a más de dos metros de distancia. Hay un tiempo determinado de 30 minutos y entre cada visita y visita se tiene que desinfectar todo", señala.
En las residencias, ya nada volverá a ser como antes: "Antes teníamos nuestra sala de estar, comedor común...ahora con la distancia de seguridad hemos tenido que reorganizar todos nuestros centros. La residencia tiene que ser polivalente, las personas tienen que tener en todo momento distancia. Por ejemplo, tan solo dos personas por mesa comiendo y claro, a ser posible, que compartan habitación, porque así se minimiza el riesgo. ¿Actividades? En vez de realizarse en un salón de 30 metros en el jardín de 100 y con menos personas. Mascarillas para todos obligatoria y desinfección continua. Todo es poco ahora mismo".
¿Qué es lo que más le ha llegado emocionalmente? "Me ha impresionado mucho el silencio en la calle. Nos hemos dado cuenta de que nuestro estado de bienestar se puede ir de la noche a la mañana sin poder hacer nada. Ha sido muy duro ver como las personas enferman y se mueren sin poder tener un entierro digno, eso ha sido horrible. Creo que esto todavía no ha acabado y tenemos que seguir siendo responsables, por todas las personas que han recibido una llamada de la muerte de un familiar y no han podido hacer nada. Ha sido una bofetada a la humanidad y al final lo que más miedo da es no saber y no sabemos cómo va a evolucionar", finaliza.
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