Con varias citas religiosas y culturales del 28 de marzo al 4 de abril
Así era Santa Teresa de Jesús: de la mirada de sus coetáneos en el siglo XVI a la reconstrucción científica
La Madre María de San José decía de ella que tenía ojos negros muy vivos y un rostro armónico, unas palabras que la ciencia ha aprovechado cinco siglos después
¿Cómo era Santa Teresa? Aunque hasta ahora teníamos las representaciones pictóricas y escultóricas de la Santa, desde hoy, día en el que se conmemora el 510 aniversario de su nacimiento, tenemos la que está considerada la recreación más fidedigna del rostro de Santa Teresa, una 'vera efigies' de una mujer de unos 50 años que la ciencia ha recreado a partir de los datos antropométricos obtenidos de las radiografías de su cráneo pero también de la detallada descripción realizada por la Madre María de San José, una carmelita descalza del tiempo de la patrona de Alba de Tormes.
El trabajo realizado para la reconstrucción de su rostro representa a la Santa aproximadamente con 50 años. Ella los cumplió en San José de Ávila el 28 de marzo de 1565. El monasterio había sido fundado el 24 de agosto de 1562 y en él permaneció la Madre Teresa hasta agosto de 1567. Una mujer que se encontraba en "plena madurez humana y espiritual, con los ojos grandes negros y redondos, un rostro dulce, cejas grandes y arqueadas, regordeta y un rostro muy atractivo que mostraba una dulzura y una manifiesta profundidad y serenidad interior. Un rostro que nos acerca a lo profundo de nosotros mismos, a lo íntimo del alma y un rostro que nos invita al encuentro con los demás. Su rostro refleja estas dos facetas: el encuentro íntimo con Dios y la relación extrovertida con los demás", ha dicho el padre Miguel Ángel González, prior de los Carmelitas Descalzos de Alba de Tormes.
Estas son las palabras con las que la Madre María de San José describía a Santa Teresa:
"Era esta Santa de mediana estatura, antes grande que pequeña; tuvo en su mocedad fama de muy hermosa y hasta su última edad mostraba serlo; era su rostro no nada común sino extraordinario, y de suerte que no se puede decir redondo ni aguileño; los tercios de él iguales, la frente ancha e igual y muy hermosa, las cejas de color rubio oscuro con poca semejanza de negro, anchas y algo arqueadas; los ojos negros, vivos y redondos, no muy grandes, mas muy bien puestos; la nariz redonda y en derecho de los lagrimales, para arriba disminuida hasta igualar con las cejas, formando un apacible entrecejo, la punta redonda y un poco inclinada hacia abajo, las ventanas arqueaditas y pequeñas y toda ella no muy desviada del rostro.
Mal se puede con pluma pintar la perfección que todo tenía: la boca, de muy buen tamaño; el labio de arriba delgado y derecho, el de abajo grueso y un poco caído, de muy linda gracia y color; y así la tenía en el rostro, que con ser ya de edad y muchas enfermedades, daba gran contento mirarla y oírla porque era muy apacible y graciosa en todas sus palabras y acciones.
Era gruesa más que flaca y en todo bien proporcionada; tenía muy lindas manos, aunque pequeñas; en el rostro, al lado izquierdo, tenía tres lunares levantados como verrugas pequeñas, en derecho unos de otros, comenzando desde debajo de la boca el que mayor era, y el otro entre la boca y nariz, el último en la nariz, más cerca de abajo que de arriba.
Era en todo perfecta como se ve por un retrato que al natural sacó fray Juan de la Miseria, un religioso nuestro".
Con ello y los datos y medidas obtenidas a través de las radiografías del cráneo, la profesora Jennifer Mann ha recreado su rostro, la visualización más exacta realizada hasta la fecha, que viene a completar todos los datos revelados durante la realización de estudio de su sepulcro y de sus restos mortales, que comenzó el pasado mes de agosto y que confirma que su cuerpo se encuentra en un estado de conservación extraordinario, sin haber pasado por un proceso de momificación artificial.
Más allá del asombroso estado de conservación, el análisis ha revelado importantes detalles sobre la salud de Santa Teresa de Jesús. Se ha determinado que medía aproximadamente 156,8 cm de altura y que sufría diversas afecciones óseas. "El tejido óseo de las vértebras muestra cierto grado de osteopenia, asociado a una morfología alterada típica de la osteoporosis senil", señala el informe.
Uno de los aspectos más llamativos es la grave cifosis cervical y dorsal que presentaba, lo que hacía que su cuello y tronco estuvieran inclinados hacia adelante. Además, la Santa padecía una artrosis avanzada en ambas rodillas, especialmente en la izquierda, donde el cartílago articular estaba completamente desgastado. "El desgaste era tan severo que había contacto directo entre el fémur y la tibia, con grandes formaciones óseas llamadas osteofitos", detalla el estudio. También se identificaron espolones calcáneos en ambos pies, que podrían haberle causado dolor al caminar.
El informe sugiere que estas afecciones óseas y musculares habrían dificultado su movilidad y su capacidad para arrodillarse, un gesto esencial en su vida religiosa. "La asimetría en la artritis de las rodillas y la infección del dedo gordo del pie derecho probablemente hicieron que cojease al caminar", concluye el documento.
Todo este estudio acerca la figura de Santa Teresa a nuestros días, cinco siglos después de su vida y con el que la Orden del Carmelo Descalzo quiere también "transmitir su mensaje".
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