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La Granja, Extremadura. Esta historia no puede contarse sin la figura esencial de su abuelo. Sin más horizonte que sus ojos, Jesús Yglesias, uno de los alumnos más aventajados de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca, rememora con emoción el inicio de su sueño de ser torero.
Apenas contaba con doce años cuando decidió emprender camino en solitario y trasladarse a Salamanca. "En mi familia nadie se dedicaba a ello. Fue mi abuelo quien me llevaba de la mano a los toros", recuerda con nostalgia. De aquella fascinación infantil brotó la semilla de su vocación. La curiosidad pronto se convirtió en determinación, y así nació su deseo irrefrenable de ser torero.
La disciplina y el sacrificio marcaron sus días desde entonces. Instalado en una residencia de estudiantes, compaginaba los estudios con las clases de tauromaquia. "Al principio, no sabía ni cómo coger un capote ni una muleta", confiesa. Sin embargo, con entrega y esfuerzo, fue forjando su destreza en el ruedo, puliendo su arte con cada faena, cada lección aprendida en carne propia.
Las tardes en la escuela transcurrían entre el lunes y el viernes, de cuatro a ocho, con entrenamientos intensos que se prolongaban cada mañana y cada tarde, entre tentaderos y prácticas incansables. Siempre tuvo claro su destino. "En la escuela me han ayudado mucho", admite con gratitud. Su debut como becerrista con el traje de corto en Salamanca marcó el inicio de dos temporadas sin caballos que le brindaron importantes triunfos.
"Me fui de casa muy pronto, pero mi vida está aquí y gira en torno al toro"
Ahora, el horizonte le depara un nuevo desafío: debutar con caballos en Ciudad Rodrigo el próximo 3 de marzo. Para ello, se encuentra en Sanlúcar de Barrameda, afinando su preparación y exigiéndose un nivel aún mayor. "También estaremos a la finca de Montalvo para intensificar los entrenamientos", explica, consciente de la magnitud del reto que se avecina.
"Me encuentro en un gran momento, muy mentalizado. Quienes me rodean han sido clave para que mi preparación sea la correcta de cara a ese día", afirma con convicción. Sus maestros le aconsejan mantener la calma. "Me siento preparado y sé que debo aprovechar la oportunidad. En el mundo del toro, las oportunidades son oro, no se pueden dejar escapar".
Su confianza se cimenta en experiencias pasadas. "Durante mi etapa sin caballos, tuve la suerte de matar un novillo de Montalvo. Las sensaciones fueron inmejorables: le corté el rabo y sentí que estaba en el camino correcto". Ahora, consciente de que ha dado un paso más en su carrera, asume la responsabilidad con madurez. "Es una carga muy grande, pero no puedo dejar que la presión me supere. Para que las cosas salgan bien, hay que estar sereno y confiado".
El cartel que compartirá en esta importante cita es de "auténtico nivel": Diego Bastos, Cid de María, Javier Zulueta, junto a un encierro de la ganadería de Montalvo. "Es un privilegio poder compartir cartel con compañeros que han destacado esta temporada 2024", reconoce con admiración.
La temporada pasada comenzó con fuerza en el Bolsín Taurino de Ciudad Rodrigo, donde logró clasificarse y torear en el emblemático Carnaval del Toro. Desde entonces, su trayectoria ha sido ascendente, con participaciones en certámenes de renombre como el Kilómetro Cero de Vista Alegre y triunfos en plazas como Salamanca, donde le cortó el rabo a un novillo de Lorenzo Espioja. Su talento ha sido reconocido con galardones como el Espárrago de Oro en San Adrián (Navarra) y el Premio Pino de Plata en Huerta de Rey. Además, de su presentación en Francia volvió con dos premios bajo el brazo.
"Quiero sorprender con lo que yo busco en el toreo: torear con mucha pureza"
Ahora, su meta es clara: sorprender. "Quiero que la gente vea mi evolución, que noten el crecimiento y la madurez en mi toreo. Sobre todo, busco transmitir pureza en cada lance". Cree firmemente en el presente y futuro de la tauromaquia. "La fiesta goza de buena salud. Cada vez hay más jóvenes que acuden a los toros con auténtica pasión. Les diría que vayan, que lo vivan. Es una experiencia única y, si les toca el corazón, seguro que repetirán".
A pesar de haber dejado su hogar siendo apenas un niño, su sacrificio ha valido la pena. "Me fui de casa muy pronto, pero Salamanca es mi segunda casa. Puedo visitar a mi familia con frecuencia, aunque mi vida gira en torno al toro".
Tiene muchos referentes, pero si hay figuras en las que se fija con especial devoción, son José María Manzanares padre, José Tomás y Julio Robles. De ellos ha absorbido la esencia de un toreo puro y elegante, el mismo que ahora busca plasmar en cada tarde que pisa el albero.
Su vida se mide en días, en oportunidades que no se pueden dejar pasar. "Si haces las cosas bien, llegan más festejos. Me han inculcado que la oportunidad sólo pasa una vez, y cuando llegue, debo estar preparado para aprovecharla".
Jesús Yglesias lo tiene claro: su destino está escrito en el ruedo. "Cuando uno está dispuesto a perderlo todo, empieza a estar en condiciones de ganarlo".