circle
24h

Quinientos años de una vuelta al mundo maldita con un épico paso por América

La expedición de García Jofré de Loaysa, que comenzó en 1525 y que tras rodear Sudamérica terminó con doce de sus 450 integrantes

imagen
Quinientos años de una vuelta al mundo maldita con un épico paso por América
Tomás Mazón (Foto: EFE)
Luis Ángel Reglero
Lectura estimada: 3 min.

Juan Sebastián Elcano, que murió en medio del Pacífico, el apoyo de Hernán Cortés desde México y un épico paso por América, con gigantes de la Patagonia incluidos, son solo parte de los personajes y episodios de la segunda vuelta al mundo, una epopeya poco conocida que costó doce años, sin apenas supervivientes.

'La vuelta al mundo maldita' titula el español Tomás Mazón el libro de editorial Edaf que narra aquel viaje, la expedición de García Jofré de Loaysa, que comenzó en 1525 y que tras rodear Sudamérica terminó por fin en 1536 para quienes lograron regresar a España desde las islas de las especias en Asia: apenas doce de sus 450 integrantes.

"En 2025 se están cumpliendo 500 años de la partida de esta expedición, así que se trata de un buen momento para que entre todos ayudemos a que su historia sea más conocida", subraya el autor a EFE.

Una proeza que también merece ser conocida en América, añade Mazón, que en libros anteriores había abordado la primera vuelta al mundo que acabó de milagro Elcano.

Loaysa fue, por encima de Elcano, el líder de esta otra odisea cuyo objetivo eran las islas de la Especiería, las Molucas, surcando miles de kilómetros por el Atlántico y Pacífico.

"Solo en 2023 visité nueve archivos históricos buscando conocerle mejor", a Loaysa, "fue fantástico", reconoce.

Sobre el trabajo para escribir el libro, prefiere "no echar cuentas, porque han sido cosa de cuatro años manejando cientos de legajos, muchos de ellos inéditos".

"Eso convertía en difícil abordar esta historia, pero a la vez resultaba apasionante porque es muy poco lo que se ha escrito sobre ella. La sensación de vértigo al investigarla ha sido permanente, porque uno se sabe navegando solo más allá del horizonte y eso engancha", confiesa.

Sensación que pudieron sentir quienes sufrieron el paso por el estrecho de Magallanes, en lo que hoy es Chile.

"Resultó a todas luces heroico, épico", pues "sufrieron una sucesión de temporales que les llevó a perder una nave y recibir daños en otras", relata.

"Una valentía extraordinaria"

Aquellos intrépidos demostraron "una valentía extraordinaria", con apenas seis horas de luz al día en medio de un frío terrible y un silencio igual de helador entre montañas nevadas.

Algunos tuvieron que pisar tierra, encontrándose con los "gigantes patagones", nativos de los que terminaron huyendo "desnudos y con plumas en la cabeza", en escenas de película.

Perdieron vidas y naves, algunas sin que cinco siglos después se sepa qué fue de ellas, pero Loaysa entró en la leyenda de los marinos.

En esta travesía bien arriesgada, algunos llegaron a Nueva España, en el actual México, para contar su peripecia a Hernán Cortés, quien envió tres navíos de apoyo, mientras los de Loaysa seguían su aventura por el Pacífico, pasando cerca de la isla de Pascua, aunque no sería descubierta hasta dos siglos después.

"Supera a cualquier ficción. Es otro viaje que se suma a esta historia y contribuye a convertirla en una aventura máxima. Aunque tuvieron que hacer frente a todo tipo de dificultades y la muerte podía llegar en cualquier momento, esta gente obró con una determinación extraordinaria. No hay novela que lo supere", asevera.

Loaysa y Elcano murieron en medio del Pacífico y el resto, cuando llegaron a las Molucas, tuvieron que luchar contra Portugal, que disputaba las islas a Castilla.

Andrés de Urdaneta, aprendiz de Elcano, se convirtió en otro de los grandes protagonistas de esta historia: terminó haciéndose fraile y completando el primer tornaviaje, o viaje de regreso, entre Asia y América: "Vidas épicas que inspiran y que hay que conocer".

"La enorme dureza de esta historia se pone de relieve en que solo unos pocos consiguieron regresar al cabo de doce larguísimos años", añade, hasta el punto de que el último capitán de la expedición, Hernando de la Torre, pidió al emperador Carlos V dar "voz y fama" a las hazañas de sus compañeros.

"Cuando uno se sumerge en muchas de estas historias piensa constantemente en la necesidad de darles 'voz y fama', porque solo contarlas se termina convirtiendo en una reivindicación ante el desconocimiento o incluso desprecio", sentencia.