El actual capitán suma, hasta el momento, con el club celeste 574 partidos, 220 goles y 82 asistencias
Golpeado por la efectividad del Sevilla, goleador en cada uno de sus tres remates a portería en el Metropolitano y con un 1-3 en contra, en el minuto 57, el Atlético de Madrid se rehízo, niveló el partido y fue aún más allá en el 94, con el 4-3 de Antoine Griezmann que culminó la remontada y desató la apoteosis de su afición.
Una victoria de carácter, al filo de la caída, del conjunto rojiblanco, que agrandó su imponente racha hasta los nueve triunfos consecutivos. No lo lograba desde hace 477 encuentros. Desde 2015. Y, sobre todo, consolidó aún más su aspecto de aspirante a todo en LaLiga EA Sports, aún en la tercera posición, pero de tú a tú con Barcelona y Real Madrid.
Antes del 4-3, el Atlético fue por delante en el marcador tan solo dos minutos y 40 segundos. Después de dos ocasiones de Griezmann, una a la cruceta y otra con una fenomenal parada de Ferllo, sostenido en la portería por García Pimienta pese a la recuperación de Nyland, se adelantó con un derechazo de Rodrigo de Paul. Un golazo. Suma tres en los últimos tres duelos.
Justo cuando el cronómetro señalaba el minuto 9, el argentino alojó su remate fuera del alcance de la estirada del guardameta. La acción la originó un rebote en el talón de Isaac Romero cuando conducía al contragolpe Lukebakio, que después dispusieron de su revancha para remover el encuentro en el Metropolitano, con una pegada tremenda.
El Sevilla remontó con dos remates en el primer tiempo. En el minuto 11 y 40 segundos, casi después del 1-0, un córner reactivó al equipo andaluz. El saque en corto, tan mal vigilado, pone en evidencia la concesión del Atlético, visibilizada aún más porque Lukebakio recibió, sorteó con un bicicleta a Julián Alvarez y soltó un potente derechazo demasiado fácil. El 1-1.
No era superior el Sevilla. Tampoco el Atlético, demasiado expectante al fallo de su rival. No salió a la presión salvo a la pérdida propia. Lo aguardó al bloque andaluz en el borde de su medio campo, el equipo visitante respondió con temple, con una secuencia de pases anodina sin ningún riesgo. La partida de ajedrez, entonces, era inofensiva. Sólo estrategia.
El contragolpe era el objetivo. No lo encontró el Atlético. Sí lo hizo el Sevilla, que aprovechó un pase fallido de De Paul para lanzarse a la carrera hacia la portería contraria, entre tanto espacio como divisó desde el momento en que Kike Salas interceptó el balón. Primero conectó en una pared con Peque, después entregó la pelota en largo, por abajo, para la velocidad de Isaac Romero frente a Giménez, lento y sobrepasado. Isaac batió a Oblak.
Superada la media hora, contra todo pronóstico, el Sevilla doblegaba al Atlético con las mismas armas que el conjunto rojiblanco ha construido parte de toda esta reacción actual: las paradas de su portero al principio y la contundencia ofensiva después. Hubo matices en su triunfo al intermedio, como un penalti reclamado por Gallagher, y un gol anulado por fuera de juego inicial de Giuliano Simeone que había culminado después Julián Alvarez.
Entre el intenso frío, ya lo había celebrado todos y cada uno de los aficionados locales en el Metropolitano, todos y cada uno de los jugadores sobre el campo y en el banquillo y con una exultante expresión Diego Simeone, consciente de la trascendencia que habría tenido el 2-2 al intermedio, que finalmente no fue tal. Un contratiempo. De nuevo, a contracorriente.
Aún dispuso Giuliano Simeone de una ocasión, negada por Ferllo, en el segundo tiempo, cuando el Sevilla construyó un golazo. Una secuencia de pases movimientos, desde su defensa hasta su ataque, con precisión, con desborde, de la derecha a la izquierda y de la derecha a la izquierda para la culminación de Juanlu. Tres remates, tres goles. Incontestable.
Aún era el minuto 58. Un mundo en el fútbol. Aún más en el Metropolitano. Lo advirtió rápidamente el 2-3 de Griezmann, definidor perfecto de un fantástico pase de Barrios. Había partido. Mucho. El gol revitalizó al Atlético. Lo energizó. Falló Alexander Sorloth tres cabezazos claros, todos al medio, para el lucimiento del portero, cuando a Samuel Lino le bastó con controlar el balón y soltar un latigazo desde lejos para anotar el 3-3. Minuto 79.
Y en el 94, entre las constantes pérdidas de tiempo del Sevilla desde muchísimo antes, desde el 1-1, Griezmann controló dentro del área, se giró y conectó con el alma y la izquierda el gol de la victoria épica del Atlético. La remontada y la euforia del Metropolitano. La desolación de su rival, sin consuelo ante una derrota cruel.
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