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La solidaridad de los voluntarios frente a la devastación de la DANA en Valencia

Aitor, un burgalés afincado en Valencia, relata el desastre absoluto en las calles anegadas y la lucha de vecinos y voluntarios por salvar lo poco que queda

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La solidaridad de los voluntarios frente a la devastación de la DANA en Valencia
Foto: A.F.A
Verónica Fernández Ramos
Verónica Fernández Ramos
Lectura estimada: 3 min.

Aitor, burgalés de nacimiento y valenciano de adopción, es uno de los muchos voluntarios que han respondido al llamado de emergencia tras la devastadora DANA que golpeó a varias localidades de la Comunidad Valenciana. Con una mezcla de consternación y entereza, relata su experiencia en las primeras horas de ayuda en Benetússer, una de las zonas más afectadas.

"Fuimos cuatro personas desde primera hora de la mañana. Íbamos a ayudar a una conocida que vive allí, y la calle era un desastre: una hilera de coches bloqueando el paso, todo parecía fuera de lugar", cuenta, evocando imágenes de desorden y destrucción que lo impactaron profundamente. Al llegar, descubrieron que los servicios de emergencia apenas habían estado en la zona: solo cuatro bomberos voluntarios habían acudido el día anterior. 

El trabajo comenzó sin esperar órdenes. Junto a otros voluntarios, Aitor empezó a vaciar cocheras inundadas, despejando garajes y moviendo coches arrastrados por la fuerza del agua. "La magnitud era dantesca; parecía un escenario de guerra. Era sobrecogedor encontrarse máquinas de gimnasio en una lonja, cuando el gimnasio estaba a más de un kilómetro de distancia", recuerda con asombro. Las puertas de las casas estaban abiertas de par en par, y las calles del barrio mostraban un contraste tremendo, especialmente en las viviendas de protección oficial, donde muchos residentes se enfrentaban a una realidad socioeconómica precaria y, ahora, a un desastre natural. "Es como estar en otro mundo, el agua parece que va buscando los lugares más frágiles".

Lo que Aitor ha presenciado es una mezcla cruda de humanidad y desesperación, con familias que apenas tienen fuerzas, pero encuentran la manera de sacar adelante a los suyos. Describe la valentía de los vecinos y voluntarios, quienes se han visto forzados a actuar sin esperar ayuda. "Son las propias víctimas quienes están sacando las castañas del fuego; el impacto de esta tragedia ha dejado a gente sin nada", cuenta. También describe la desesperación y la indignación de ver la falta de organización en algunos puntos. "Vas con tu buena fe, pero sin alguien que lidere es complicado; terminas sin saber bien qué hacer", admite, refiriéndose a cómo el esfuerzo a veces queda fragmentado y disperso.

Las imágenes se graban en su mente, como escenas de una película apocalíptica: edificios destrozados, vehículos abandonados en medio del caos, sonidos constantes de helicópteros y sirenas que retumban sin cesar. "Es un ruido constante, como el 'chof chof' del agua que sacas de las casas. Se te queda ese sonido en la cabeza, como una banda sonora de la catástrofe", describe.

Observa, también, la enorme disparidad entre Valencia capital y las zonas afectadas, en las que muchos llevan ya varios días sin luz, agua ni alimentos. "Andas apenas 30 minutos y la realidad es muy distinta". Sin embargo, reconoce la entrega de quienes siguen llegando con provisiones, de quienes no se rinden, de aquellos que se ofrecen a ayudar con lo que tienen.

Y es que la devastación va más allá de lo físico; el impacto emocional y social será largo y profundo. En sus recorridos, Aitor ha sido testigo de gestos de solidaridad conmovedores, como el de una psicóloga voluntaria que se paseaba entre los damnificados, ofreciendo apoyo a quienes lo necesitaban. "Esto va a pasar factura en la salud mental de muchas personas. Niños que han visto cosas en directo que a los adultos nos ha horrorizado ver por televisión. Cosas que nunca nadie debería ver. Hay gente que ha perdido a seres queridos, y otros han visto desaparecer el fruto de años de trabajo en minutos", afirma con tristeza.

Aun con el cansancio a cuestas y la tristeza reflejada en sus palabras, Aitor no duda un instante en su compromiso: "Si me dicen de volver mañana, vuelvo. Hace falta mucha ayuda y no se puede esperar a la burocracia; el pueblo salva al pueblo"

La tragedia ha dejado a Valencia herida, y sus cicatrices tardarán en sanar. Mientras los servicios de emergencia se dedican a las labores de rescate y limpieza en las calles, Aitor y otros voluntarios centran sus esfuerzos en las casas, en las familias, en quienes agradecen una mano amiga en medio de tanta desolación.

"Va a costar mucho que Valencia vuelva a ser la misma", concluye al tiempo que añade que "el impacto económico va a ser brutal y a nivel social también". Pero con cada gesto de ayuda, con cada mano que se tiende, la esperanza se fortalece en esta tierra que, aunque rota, se niega a rendirse.

5 Comentarios

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usuario anonimo 11/7/2024 - 2:06:34 PM
Todos los Ayuntamientos, deben de aprender, y en las medidas de sus posibilidades ampliar el número de voluntarios de Protección Civil y de sus medios, además de tener sus dependencias igual que las de Bomberos y otros servicios de emergencias en zonas no inundables, además de ser sus edificios sismorresistentes. De nada sirve tener unos buenos servicios de emergencia si primero hay que rescatarlos a ellos ya que sus instalaciones se inundan o se desploman. Muchas cosas hay que revisar y poner remedio.
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usuario anonimo 11/7/2024 - 2:03:16 PM
Igual que en las poblaciones de la costa de Huelva y en la misma ciudad, hay carteles que indican la dirección a seguir hacia los diferentes Puntos de Reunión establecidos en zonas altas, ante el riesgo de inundación por tsunami. En toda esta zona y en otras parecidas con gran riesgo de inundación debería de establecerse diferentes "Puntos de Reunión" así como las vías a seguir hacia ellos, en zonas altas de las poblaciones y que no sean inundables para un caudal previsto de 2.400 m3/s o más si existe una presa.
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usuario anonimo 11/5/2024 - 8:38:57 AM
Existen protocolos escritos donde se describen las responsabilidades y campos de actuación de los distintos Organismos y Administraciones que se ven afectados directa o indirectamente en las situaciones de riesgo para la vida y propiedades de la ciudadanía. Es de esperar, que aprendidas las lecciones que nos están ofreciendo los acontecimientos de estos días, dichos protocolos sean revisados en profundidad para que cada individuo implicado Alcalde, Delegado/Subdelegado del Gobierno, Presidente Autonómico, General Jefe de la UME, Ministro del Interior, Presidente del Gobierno, SEPA Y ENTIENDA cual es su cometido y el alcance de su responsabilidad. En dicha revisión DEBE quedar definido como delito cualquier injustificada desviación de lo establecido y de la ayuda a proporcionar. Esos protocolos deben en la búsqueda de su perfeccionamiento exigir simulacros de emergencia que implique como mínimo la coordinación y los sistemas de comunicaciones entre los Organismos/Administraciones implicados, así como entre Comunidades Autónomas y Gobierno Central. Cualquier intento de aprovechamiento personal o político en las actuaciones de cualquier individuo u Organismo debe ser tipificado como delito tanto en simulacros como en las situaciones reales. Los avisos a la Administración por parte de las Confederaciones Hidrográficos debe de incluir la recomendación del nivel de Alerta. Esto NO puede volver a pasar.
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usuario anonimo 11/4/2024 - 9:32:10 AM
El jefe del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia, José Miguel Basset, Es quien lleva la coordinación técnica. No parece apropiado que un especialista en grandes incendios forestales, lleve la coordinación de todos los equipos de Emergencias, en esta gran inundación, hay descoordinación incluso entre los medios de las Fuerzas Armadas, increíble.
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usuario anonimo 11/4/2024 - 8:56:25 AM
Dicen, búsqueda de desaparecidos y víctimas, MUERTOS, no víctimas, MUERTOS.
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