circle

"Y ¡adiós!": 90 años desde la última clase de Miguel de Unamuno en Salamanca

La importancia del acto fue de tal dimensión que acudió el Jefe del Estado Alcalá Zamora y se aplazó el comienzo del curso para que estuvieran los rectores

"Y ¡adiós!": 90 años desde la última clase de Miguel de Unamuno en Salamanca
Miguel de Unamuno con Alcalá Zamora
Teresa Sánchez
Teresa Sánchez
Lectura estimada: 3 min.
Última actualización: 

De todos es conocido la especial vinculación que Miguel de Unamuno mantuvo con Salamanca a lo largo de su vida, tanto en lo personal como en lo intelectual. Llegó a la ciudad en 1891 para ocupar la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca, institución con la que mantuvo una estrecha relación durante más de cuatro décadas. A lo largo de su carrera, llegó a ser rector en varias ocasiones, y desde allí desarrolló gran parte de su obra filosófica y literaria, haciendo de Salamanca un escenario clave en su vida y pensamiento.

Su vínculo con la ciudad fue tan profundo que, a pesar de sus conflictos políticos y destituciones, siempre regresaba a una ciudad en la que falleció en 1936, solo dos años después de jubilarse. Este mismo lunes 30 de septiembre se cumplen 90 años de aquella 'retirada' que se celebró de manera especial en la ciudad.

Cuando Unamuno se jubiló se le tributó un homenaje sin precedentes. Los actos duraron dos días y tuvo carácter nacional, con la tuna escolar alegrando las calles salmantinas, la ciudad participando en el festejo y en los actos sociales, religiosos y académicos que tuvieron lugar aquel día.

A media mañana del 29 de septiembre de 1934 llegaron a la ciudad el Jefe del Estado Alcalá Zamora y el presidente del Gobierno, Samper, acompañados por algunos ministros. Entre los actos oficiales celebrados durante aquella jornada cabe destacar el que tuvo lugar en el ayuntamiento donde se descubrió una lápida en su honor.

La importancia del acto fue de tales dimensiones que el Gobierno aplazó el comienzo del curso académico en las universidades españolas para que los catedráticos de España asistieran al homenaje. Se hizo una suscripción económica a favor de Unamuno y se anunció una edición de sus obras completas.

El día 30 de septiembre don Miguel de Unamuno pronunció en el Paraninfo su discurso jubilar. Conmovido señalaba: "Aquí vine después de la vida de destierro y no olvidaré aquel entusiasmo del alma salamantina, que me recibió con regocijo inmenso y alegría porque retornaba a su casa. No olvidaré tampoco el día de la proclamación de la República y no puedo olvidar en aquel solemne y augusto momento cuando hicimos la proclamación en esa plaza que parecía un escenario de la civilidad salmantina y de la emancipación del espíritu de este pueblo dentro de la civilidad que traía la democracia republicana".

Y añadía: "Día a día he venido labrando mi alma y labrando la de otros, jóvenes, en el oficio de la enseñanza universitaria y del aprendizaje. Que enseñar es, ante todo y sobre todo, aprender. (?) Y mis últimas palabras de despedida, compañeros de escuela, maestros y estudiantes, estudiosos todos: tened fe en la palabra, que es cosa vivida; sed hombres de palabra, hombres de Dios, Suprema cosa y Palabra Suma, y que Él nos reconozca a todos como suyos en España. ¡Y a seguir estudiando, trabajando, hablando, haciéndonos y haciendo a España, su historia, su tradición, su porvenir, su ventura! Y ¡ adiós!"

Concluyó el acto con la elogiosas palabras del Presidente de la República, diciendo que Unamuno representaba lo más alto de la intelectualidad española. "Unamuno, espejo de vida ciudadana, ejemplo y modelo de profesores, guía luminoso de la intelectualidad española, trabajador infatigable de la enseñanza, perteneciente a la estirpe intelectual más escogida y valorada (...) Se premia una vida, una obra, una cultura, un talento, una escuela, una conducta. Ha llegado a sus setenta años con el mismo vigor intelectual y la misma alma creadora que forjaron y cincelaron páginas tan importantes como las de El sentimiento trágico de la vida".