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El peñarandino Sergio Pérez brilla en la despedida de Valladolid de Pablo Hermoso de Mendoza

Pablo Hermoso, Lea Vicens y Sergio Pérez salen a hombros en la primera de Feria vallisoletana en una entretenida tarde pasada por agua

El peñarandino Sergio Pérez brilla en la despedida de Valladolid de Pablo Hermoso de Mendoza
R.C.G.T
R.C.G.T
Lectura estimada: 2 min.

Se despedía este sábado una leyenda del toreo a caballo de la plaza de toros de Valladolid que tantas veces le vio triunfar. Y el aguacero a punto estuvo de dar al traste con el emotivo adiós que tributó el público del Coso de Zorrilla a Pablo Hermoso de Mendoza

Pero, afortunadamente, dos horas después, Lea Vicens y Sergio Pérez de Gregorio acompañaban en hombros al maestro de Estella en su triunfal salida, por última vez, en la Puerta Grande de Valladolid.

Hermoso firmó una digna actuación en el que abría la Feria de Nuestra Señora de San Lorenzo de Valladolid. En su primero, soso y sin chispa, cortó una oreja al ejemplar del Capea, que apenas colaboró. A pesar de ello, demostró que los viejos rockeros nunca mueren. Buenas banderillas y embroques ajustados a un astado que nunca se entregó.

Diluviaba en el toro de la despedida del caballero navarro. Y el rejoneador tiro de raza y conocimientos para lograr otro trofeo ante unas circunstancias que impidieron el lucimiento.

Lea Vicens también cortó un trofeo a cada uno de sus enemigos. En su primero, el segundo del festejo, firmó una meritoria labor ante un oponente de poca fuerza. La parte más emotiva llegó con las rosas que recordaban a su mentor, el gran Ángel Peralta. Un tercer rejón efectivo le permitió pasear un trofeo. En el quinto rubricó su tarde con otra oreja arrancada en una faena en la que rozó buen nivel.

Aunque el triunfo más gordo del festejo llegó en el que cerraba plaza. El salmantino Sergio Pérez hizo lo más destacado ante un gran ejemplar de San Pelayo premiado con la vuelta al ruedo. El de Peñaranda exhibió su gran cuadra y hubo momentos de gran belleza y conexión con el tendido. Meritorias fueron las banderillas en las que el caballero arriesgó con sus cabalgaduras. Ya en su primero había logrado una oreja bajo la lluvia, en una tarde que fue de triunfos y pasada por agua.