La espera de un trasplante de riñón se hace dura, pero en algunos casos llega. Lo sabe bien la salmantina, Emma Esteban, operada en el Hospital hace apenas un mes. "Estoy muy contenta. Me han regalado una segunda oportunidad para vivir", dice especialmente emocionada. 

Nació con poliquistósis renal crónica, pero no fue hasta los 23 años cuando comenzaron a aparecer los primeros síntomas. Hasta entonces su familia nunca sospechó que podía padecer la misma enfermedad que su progenitor, "soy la menor de tres hermanos y la única que lo ha heredado". 

"A los 45 años me dijeron que mi riñón no iba a funcionar más", fue un golpe duro, "te derrumbas", lamenta mientras recuerda el momento de la noticia. "Con el tiempo lo aceptas".

"Los enfermos renales vivimos en una montaña rusa"

"No puedes comer sal, tomar cafeína, hay que hacer deporte... antes salía con amigos y hacía lo que quería, pero ya no podía". Empezó con el tratamiento: diálisis peritoneal y hemodiálisis.

Después la operaron, "me quitaron un riñón de más de siete kilos y me pasé un año recuperándome". Tras estabilizarse, decidió volver a su puesto de trabajo, "mi meta era intentar buscar estabilidad". Entró en la lista de espera.

Dos años y seis intentos después a Emma le ha cambiado la vida con el trasplante de riñón. "Esta vez si era para mí. Cuando descolgué el teléfono no podía reaccionar. Me lo empecé a creer al salir de quirófano, pensaba que no podía ser real. Por la cabeza se te pasan mil cosas. Los enfermos renales vivimos en una montaña rusa". 

"Nos regalan una segunda oportunidad de vivir"

"A veces los órganos no valen o no son  para ti. Esperas ansioso. Esta vez la cosa ha salido bien y ya estoy en casa. Ya he tenido mi primera revisión, está todo estupendamente". 

Ahora, intenta "hacer una vida normal. Comer, beber dentro de unos límites, salir a pasear... es muy diferente. No estás pendiente de una máquina". Puede hacer planes y quedar con sus amigos, "he recuperado mi vida. Vuelvo a ser una persona normal, es un cambio". 

En el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos, que se celebra el primer miércoles de junio, reconoce "que es un gesto enorme el que hace el donante y su familia en momentos tan duros. La gente debe darse cuenta que los órganos nos ayudan a personas como a mí, podemos seguir viviendo gracias a eso". 

Lanza un mensaje: "El agradecimiento a esas personas o a esas familias es eterno, aunque no los conozcamos pasan a ser parte de nuestra vida. Nos regalan una segunda oportunidad de vivir".