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De Bilbao a Cipérez para tomar las riendas detrás de una barra

Aitor Velasco decidió dar el paso a sus 39 años y desde el pasado mes de octubre regenta uno de los dos bares de la localidad

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De Bilbao a Cipérez para tomar las riendas detrás de una barra
Manel Pacho
Manel Pacho
Lectura estimada: 3 min.

En una provincia marcada por la despoblación sangrante en la zona rural como es Salamanca, Cipérez se mantiene como un bastión galo con sus 242 habitantes registrados en el año 2023 –según recoge el Instituto Nacional de Estadística- y en parte es gracias al papel de vecinos como Aitor Velasco. Rodeado de otros tantos municipios donde incluso los ayuntamientos tienen que sacar ofertas para que alguien coja el testigo del bar, esta localidad de la Tierra de Vitigudino cuenta con dos bares abiertos y ambos con personas jóvenes al frente.

Más allá de ser sitios para consumir, todo aquel que pasee por algún pueblo es consciente de que estos lugares ejercen de motor social. Un pueblo sin bar es un pueblo muerto. Por ello, la decisión de Aitor, un joven de 39 años nacido en Bilbao se ha instalado en el pueblo de su padre para tomar las riendas de uno de estos comercios. Nacido en tierras vascas, Aitor se mudó con su familia a Salamanca con 12 años cuando su padre se quedó sin empleo, un regreso a los orígenes que se tradujo en un cambio de rumbo para él.

Tras vivir también en Buenamadre, este cipereño de adopción decidió que su sitio estaba en el lugar que vio nacer a su progenitor. Con años de experiencia a la espalda en fincas de ganado bravo y en el sector de la construcción, también estuvo en el mundo de la hostelería y, entre otros sitios, fue ayudante en el Bar Hernández. Un negocio que desde octubre de 2023 regenta él con horario de nueve de la mañana a once de la noche, cerrando únicamente los miércoles.

No parece fácil tomar la decisión de querer seguir con un negocio que no es el de tu familia y menos aún en un pueblo, pero Aitor no se lo pensó demasiado. "Me lo pensé un poco por lo duro que es abrir un negocio en estos pueblos, pero como me gusta la hostelería decidí dar el paso y fui para adelante", aclara.

Sin ayudas administrativas más allá del pago único del SEPE, el nuevo dueño decidió volver a abrir la trapa de un local que cada día tiene a sus clientes habituales y que sigue manteniendo la tradición de las famosas partidas. Con mesas reservadas para los jugadores, los cafés y las cervezas no suelen faltar como consumición habitual en unos meses de invierno que son los más complicados a la espera de los 'forasteros'.

"La hostelería en un pueblo pequeño es dura, hay poca gente, tienes que aguantar muchas horas si quieres ganar algo", reconoce este hostelero que explica sus vivencias mientras atiende a varios clientes que lo llaman por su nombre y que bromean con él. Es lo que tiene el trato cercano de un lugar pequeño. Por ahora, con el verano en el horizonte, lo más duro ya ha pasado: "Siempre hay alguien, pero en invierno hay poca gente".

Pese a los días donde las sillas reciben menos visitas de las deseadas, donde el frío hace mella y hace que muchos de los vecinos se queden en casa por su avanzada edad, Velasco deja claro que no se ha arrepentido "nunca" de mantener abierto el Bar Hernández.

Su trabajo tiene recompensa y es que Cipérez ejerce de polo de atracción en la zona, recibiendo incluso a vecinos de otros pueblos para tomar algo en el día a día. "Por la mañana viene gente a desayunar, a mediodía hay partidas y por la tarde igual. Hay un rato más parado pero viene gente". La rutina parece clara, el dinero no da para coger ayudantes y la ilusión sigue intacta. La receta deja el futuro de Aitor en Cipérez, un pueblo que, como él mismo explica, "es de los que tienen gente y aguanta con gente joven". Un oasis que mantiene la esperanza en una tierra golpeada por la emigración y que ha visto cómo durante décadas sus vecinos más jóvenes hacían las maletas. Pero también hay casos como el suyo en los que las maletas se deshacen en Cipérez, y lo hacen para quedarse.

1 comentario

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usuario anonimo 5/5/2024 - 7:24:35 PM
Debe ser que en Bilbao no hay mucho trabajo. Normal, con tanto inmigrante... Gracias Bildu.
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