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La historia encriptada (I)
Casas del Tratado de Tordesillas. TRIBUNA
Ramón Tamames Gómez
Ramón Tamames Gómez
Lectura estimada: 5 min.
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Las aproximaciones históricas a los grandes momentos de la humanidad, dejan una marca en el proceso de evolución. Ese tema lo abordamos en la presente serie de tres artículos sobre La Historia encriptada. Además de una expresión pública de un acontecer resonante, hay momentos en la ciencia de Clio en que hay que buscar más allá de lo exterior para encontrar su significado máximo interno. Este es el caso de los tres artículos que empiezan hoy.

1. Una idea para reflexionar: la encriptación

La encriptación es el proceso por el cual se vuelve ilegible la información que se trata de mantener en secreto salvo para su destinatario; de tal forma que sólo puede accederse a ella desencriptando, lo que requiere disponer de la oportuna clave. Pudiendo decirse que la encriptación más célebre de la Historia fue la conseguida para las emisiones de radio alemanas del III Reich; y señaladamente, la dirigida a los submarinos.

Esa encriptación (mensajes cifrados de ubicación y de itinerarios a seguir), era un auténtico gran activo bélico, que el Almirante Dolnitz manejó durante un tiempo, con un éxito extraordinario. Hasta que los servicios británicos de espionaje, en este caso dirigidos por Alan Turing, con un gran equipo de colaboradores, desentrañaron tales mensajes alemanes, que se emitían a través de la máquina Enigma.

También hay encriptación de las subpartículas atómicas dentro del propio átomo, que lejos de ser indivisible (eso es lo que átomo significaba, en griego, para Leucipo y Demócrito), está integrado por un núcleo y su electrón, componiéndose el primero de un protón y un neutrón, que en última instancia resultan de la cohesión de una serie de subpartículas: quarks, leptones y bosones, que en su conjunto configuran el sistema estándar subatómico.

Análogamente, los hechos históricos tienen una realidad visible, de episodios diversos interconectados, con sus consecuencias, pero además de eso, que puede verse en directo, hay toda una serie de fuerzas que no se evidencian, porque están encriptadas; como verdaderos esquemas que siguen procesos determinados, que una vez que se escrutinan, acaban explicando muchas cosas.

Tal vez toda la Historia, en el fondo, sea el intento de desencriptar más o menos, para interpretar los hechos en su ilación y derivados de fuerzas determinadas, pues de otra modo, la Historia, no pasaría de ser lo que los franceses llaman evenemancière; es decir, una simple retahíla de sucesos insuficientemente articulados. En definitiva sucede que muchos historiadores se quedan en las primeras razones de ser, y no desencriptan hasta el final.

2. Dos casos de encriptaciones: las guerras mundiales

Estas ideas sobre la Historia, seguro se han más que discutido ad nauseam, pero en cualquier caso, a mí me ocurrió que al pensar largamente sobre algún tema concreto, acabo encontrándome con la necesidad de desencriptar. Dos casos concretos de esa forma de proceder son los que cito a continuación:

- La Primera Guerra Mundial, se inició en agosto de 1914, de manera aparentemente casual: por un magnicidio, lógicamente inesperado. Pero en el Informe Crowe de 1907, de un funcionario del Foreign Office, ya se advirtió que la guerra estallaría entre Alemania y el Reino Unido fundamentalmente, por una serie de motivos que llevaban ineluctablemente a la contienda. Que acabó produciéndose, como comenta Henry Kissinger en su libro On China: el Informe Crowe desencripta la dinámica política europea de los años de la belle epoque antes de la gran conflagración de 1914/18.

- Análogamente a la Primera Guerra Mundial, en el caso de la segunda gran contienda, la idea de la 'Esfera de prosperidad del Pacífico', de los imperialistas japoneses, es otro caso igualmente de gran interés: una desencriptación de la dinámica histórica que precedió a lo que empezó con Perl Harbour y terminó con Hiroshima y Nagasaki. Un periodo de tiempo insuficientemente estudiado, con sus antecedentes, de lo que fue la militarización del imperio japonés, desvelado en parte cuando Hiro Hito ofreció formalmente la rendición incondicional.

3. Algunas observaciones adicionales sobre cómo utilizar la Historia

Hechas las anteriores observaciones, antes de entrar en un caso concreto de desencriptación, ampliaré mis observaciones sobre algunos aspectos de la Historia; que es la ciencia para el estudio del transcurrir de toda clase de sucesos en el tiempo, siempre con intención interpretativa, y como precedente para el futuro.

Por su parte, la Ucronia es el relato imaginario, a partir de hechos reales, en la idea de lo que podría haber sucedido, en vez de lo que realmente ocurrió. En tanto que la Psicohistoria, en Asimov, es pura ciencia ficción, esto es, propagación del presente al futuro con base en una cierta lógica de continuidad de ciertas inercias, incluyendo innovaciones propias de la tecnología progresiva.

En cuanto a la Historia encriptada, a la que ya nos hemos referido al comenzar este ensayo, cabe agregar ahora la importancia de las ideas y proyectos de una serie de protagonistas históricos, de los cuales seguramente no se han tomado en consideración una serie de aspiraciones, en busca de su grandeza, que fueron la verdadera fuerza de impulso de sus acciones.

4. Pensando en los efectos de Tordesillas

A los efectos de desencriptar, entro ahora en una exposición que hice en la Real Liga Naval Española, hace un tiempo. Entonces me referí, en el Auditorio que la Universidad Camilo José Cela tiene en Madrid, a las navegaciones y conquistas que en su conjunto supusieron la ocupación sistemática, por España, de los espacios asignados en el Tratado de Tordesillas (1494), cuando lusos e hispanos se dividieron el mundo en dos hemisferios.

La Línea de Demarcación de ambas partes del globo -primera globalización- fue el meridiano, de polo a polo, definido por 370 leguas marinas (2.055,97 kilómetros) al Oeste de Cabo Verde. De modo que el Estado español en ciernes asumió el derecho -confirmado por el Papa Alejandro VI- de hacerse con el entero dominio de todo un hemisferio terrenal. Ante lo cual, fue surgiendo un elenco de navegantes y conquistadores decididos, contra viento y marea -y nunca mejor dicho-, para llevar a efecto la ocupación de tan amplio espacio, la mayor parte de él desconocido en 1494 para los europeos.

La magna tarea referida, empezó a vislumbrase en sus verdaderas dimensiones en el cuarto viaje de Colón (1502/1504), por mucho que el Almirante no llegara a reconocer su error: había descubierto para España un Nuevo Mundo, que no era ni Cipango, ni Catai; ni las Indias que estaba buscando. La constancia plena de tal realidad sólo se consiguió desvelar, paladinamente, por Balboa, en 1513, al avistar el Mar del Sur en el Golfo de San Miguel, la actual Panamá.

A la postre, resultó que la línea de demarcación que se trazó en 1494 se abarcaba a todo un nuevo continente, ignorado hasta entonces por los europeos, así como un inmenso océano que sólo a partir de esos tiempos se puso en el mapa: eran lo que pronto empezarían a llamarse América, y Mar del Sur u Océano Pacífico.

Así las cosas, consumada la ocupación por los españoles de las islas principales del Caribe entre los años 1492 y 1509/1519 -Santo Domingo, Puerto Rico, Jamaica y Cuba-, se saltó al continente: desde Santo Domingo a Tierra Firme; y desde Cuba a México.

Seguiremos el próximo viernes, emplazando ya a Don Hernán Cortés para que nos atienda debidamente en este repaso historiográfico. Mientras tanto, los lectores pueden contactar con el autor en castecien@bitmailer.net.

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