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La transición española como expresión de cambio político pacífico de la dictadura a la democracia (V)
Nueva entrega del serial del profesor Ramón Tamames para TRIBUNA
Seguimos con la quinta entrega sobre la Transición española a la democracia, que tiene tantos defensores, y también no pocos detractores. Esto último, sobre todo, entre las promociones emergentes de políticos de apariencia izquierdosa que se refieren al candado de la Constitución de 1978. Y precisamente para contrapesar ideas tan antihistóricas como agoreras, he preparado este trabajo, no tanto para defender la Transición como para exponer en qué consistió.
CÓMO SE NEGOCIARON LOS PACTOS DE LA MONCLOA
Sobre los Pactos de la Moncloa, recurro de nuevo a mi libro Más que unas Memorias (RBA, Barcelona, 2013) para reflejar aquí el espíritu con que estaba negociándose la Constitución:
A lo largo de los meses de agosto y septiembre de 1977, los problemas económicos no dejaron de agudizarse: más inflación, más paro, grandes empresas, incluso del Estado, sin posibilidad de afrontar sus deudas a corto plazo y declarándose en suspensión de pagos para evitar la quiebra; protestos masivos de letras, y miles y miles de pequeñas y medianas empresas en la incertidumbre de la supervivencia.
Todas esas circunstancias eran las consecuencias sumadas de la crisis energética de 1973/74, más las incertidumbres sobre el futuro político del país; dejándose sentir, además, los efectos de tres largos meses sin criterios económicos claros y efectivos. Por todo ello cada vez se apreciaba más la necesidad de actuar con decisión, y tras una serie de antecedentes, se concluyó la idea de que era necesario algún tipo de pacto para aunar fuerzas y afrontar la dura realidad fue extendiéndose gradualmente.
Así las cosas, a primeros de octubre de 1977, el Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, convocó a La Moncloa a los representantes de todos los partidos políticos del Parlamento, a fin de entablar conversaciones sobre la situación económica. Fue una
decisión importante para superar el impasse político, lo que confirmó a Suárez como el primero y gran estadista de la transición.
La primera sesión de los Pactos se celebró el sábado 7 de octubre de 1977 en La Moncloa, y arrancó con el examen del informe de 101 páginas preparado por el equipo del vicepresidente del Gobierno para Asuntos Económicos, y por ello conocido como Documento Fuentes Quintana; fundamentalmente a modo de programa de saneamiento económico financiero a corto.
Debatimos ese papel punto por punto, incorporando al esquema inicial una serie de cuestiones importantes señaladas por los diversos grupos políticos, y especialmente por el PCE, según habíamos previsto de hecho en nuestro encuentro del 13 de julio con el Presidente Suárez. Almorzamos en el propio Palacio, y por la tarde seguimos con los debates. De manera que al día siguiente, domingo 8, al finalizar la mañana, ya parecía que sería posible sentar las bases del futuro acuerdo. Y en este, nuevamente extraigo algunos párrafos de mi libro Más que unas Memorias:
El caso es que tras el largo debate mantenido en la mañana del domingo 8.X.77, nos dispersamos por varios salones de la planta noble del palacio, incluida la sala del consejo de ministros; para hablar en círculos más reducidos y tomar un breve refrigerio tipo buffet. Después vino una pausa, sin que nadie supiera muy bien qué haríamos a continuación. Y fue en ese lapso de indecisión, cuando al pasar por una de las áreas del salón principal del Palacio, vi a Suárez y Carrillo hablando tranquilamente. Suárez me hizo señal de que me acercara.
- Y ahora, Ramón, ¿qué vamos a hacer? - preguntó Suárez con la mayor naturalidad, con un Carrillo visiblemente complacido por el
buen papel que íbamos haciendo el PCE en la negociación.
- Muy sencillo, Presidente -contesté-: a mi juicio lo mejor sería elaborar un resumen escueto de lo tratado, de los temas suscitados por la ponencia, y de los muchos otros que fueron surgiendo en la discusión. Y con esas bases, en los próximos días se elaboraría el repertorio detallado de las medidas que vamos a aplicar para reanudar el desarrollo económico de este bendito país en mejores condiciones.
- Eso está bien -dijo el presidente sonriendo, con el pleno asenso de Carrillo-. Así que, manos a la obra... ¿Cómo lo vais a hacer?
¿Por qué no os ponéis de acuerdo José Luis Leal y tú y preparáis ese resumen?
- Perfecto, Presidente: ahora busco a José Luis, localizamos a una secretaria, y le dictamos el papel de síntesis...
- Pues ¡hala! -dijo Suárez-, que no tenemos mucho tiempo... la tarde se nos está echando encima...
En no más de un minuto localicé a José Luis Leal y le puse al corriente de lo hablado con Suárez, y él -Director General de Política Económica por entonces- en seguida agenció un despacho y encontró a una secretaria, que se revelaría de lo más experta.
Pasamos al cómodo y silencioso habitáculo y juntos hicimos la síntesis de la larga sesión de debate, en la que yo traté de confirmar la presencia de cuestiones que habíamos aportado desde el PCE, de modo que en un momento determinado yo dictaba, por ejemplo:
- Reforma agraria con los ajustes económicos, técnicos y sociales correspondientes, para cambiar la actual situación depresiva del campo, especialmente en las zonas latifundistas...
Y José Luis Leal -que vivió las jornadas de mayo de 1968 en París, siendo miembro del FLP (Frente de Liberación Popular, coloquialmente el Felipe), para años después llegar a Presidente de la ADB, la Asociación de Banqueros de España-, reaccionó con su propia lógica:
- Hombre, Ramón, eso es demasiado, y no alcanzaríamos consenso. Mejor, si te parece, ponemos algo así como: política agraria adecuada y operativa para modernizar a fondo la agricultura española no sólo en términos económicos, sino
también sociales, con un verdadero programa agrario...
En otro momento, y siguiendo las ideas del programa que habíamos discutido unas semanas antes en el Congreso de los Diputados, hice la siguiente proposición:
- Código de los trabajadores, con los derechos sociales que para los obreros implica la reincorporación del país a un sistema democrático de sindicalismo libre...
- Bueno, bueno -comentó sesudamente José Luis-, ¿qué te parece esto otro más suave?: Estatuto de los trabajadores, fijando derechos y obligaciones [que también las tienen los obreros]; definiendo los principales derechos y compromisos de los sindicatos en la sociedad democrática.
- Consideración de la empresa pública como instrumento de planificación para impulsar el desarrollo de la economía española. Propuse yo seguidamente.
- Otro estatuto, esta vez el de la empresa pública, si te parece -comentó José Luis.- Con el cual podrían igualarse las condiciones de todo orden -fiscales, laborales, etc.- entre sociedades del Estado y privadas, para así acabar con las discriminaciones actuales...
Así fue quedando la cosa, con la secretaria de lo más diligente, manejando con gran habilidad su moderna máquina electrónica IBM, de gran capacidad de memoria, y ya con posibilidades de corrección sobre la marcha. De tal manera que en poco más de una hora concluimos el escrito, del cual se hicieron inmediatamente fotocopias para llevar a la mesa del plenario. Allí, ante la mirada complacida de Suárez, y la más inquieta de Fuentes Quintana -"¿qué habrán hecho estos dos, y sobre todo Don Ramón?", meditó tal vez-, expusimos el trabajo realizado, y sólo se hicieron algunas pequeñas correcciones. De manera que el documento resultante fue la base de los Pactos de La Moncloa.
- ¿Y cómo llamaremos este principio de acuerdo? -preguntó Suárez, con ganas de ir terminando la sesión que ya se había prolongado bastante en la tarde del segundo día.
Y antes de que nadie pudiera decir nada, Felipe González -que veía los pactos como una hiperrepresentación del PCE y que por ello mismo tenía más ganas de finiquitar la jornada que el propio Presidentes-, dijo de manera resuelta y con un cierto deje de
sequedad:
- Pues sencillamente, Programa de Trabajo...
- Así quedará... -ratificó Suárez.
Acto seguido, desde el PCE, Carrillo propuso que hubiera una comisión de seguimiento de los Pactos, pero González, que veía menguarse el protagonismo a que aspiraba, emitió otra de sus lapidarias frases que tanto le gustaban por aquellos sus entonces
años aún muy juveniles:
- Nada de comisiones de seguimiento. Ya va a funcionar una ponencia dentro de la Comisión de Economía del Congreso y con eso basta- Y enfatizando más, agregó-: ¡Ahora, que el Gobierno gobierne!
Sobre la base del 'Resumen de Trabajo' del domingo 9 de octubre, el desarrollo del resumen se inició con una serie de conversaciones de mucho detalle por los representantes del Gobierno y del arco parlamentario, a nivel de comisiones especializadas. Y así, gradualmente fue alcanzándose efectivamente el consenso en textos muy precisos. Y los acuerdos se firmaron el 25 de octubre, para finalmente someterlos a debate en el Congreso de los Diputados en forma de moción, que fue aprobada por unanimidad el día 27.
Terminaremos el próximo viernes lo que, como ya se ha dicho, es un relato para explicar algunos rasgos fundamentales de la Transición. Y en el interim hasta nuestra nueva entrega, los lectores de Tribuna pueden contactar con el autor a través de castecien@bitmailer.net.
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