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Cada 9 de noviembre

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Cada 9 de noviembre
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.
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Por fin el humo blanco se elevó en la mañana de ayer sobre el cielo gris y lluvioso de Bruselas. Ya puede Sánchez respirar tranquilo y desterrar de su mesilla el Trankimazin. Será de nuevo presidente. Y como ya nos ha explicado, eso es lo único que importa. Lo único necesario para el bien de España y para que el país siga avanzando por el camino de esa hégira en la que nuestro presidente nos guía hacia la Meca del progreso. Caminaremos, eso sí, de la mano de Puigdemont, que como hace pocas horas ha dicho en X, citando a Espriu, por fin va a "dejar de ser aquel perro insensible al sufrimiento que lamía la áspera mano que le ha sujetado tanto tiempo, y convertirse en único señor: esto es lo que nos mueve desde que hoy hace 9 años empezamos a caminar de nuevo".

Puigdemont, el procesado por malversación con el que este Gobierno, tan sensible a otras corrupciones, ha pactado su continuidad, es el que maneja los hilos y los tiempos. No es casualidad que haya dado por fin el sí a Sánchez un 9 de noviembre. No ha sido por su admiración por Cecilia, ni para enviar a su esposa un ramito de violetas, como siempre sin tarjeta. No ha sido porque es feliz en su nuevo matrimonio con Pedro. No. Es porque ayer, hace nueve años, se celebró el primer referéndum que Artur Mas disfrazó de "proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña", y que le valió una condena por desobediencia. Una condena que el Tribunal Constitucional ratificó en octubre de 2021.

Pero, aunque esa sentencia es de hace solo dos años, eran otros tiempos. Ahora Sánchez ha decidido comprar los siete votos que necesitaba y pagarlos con impunidad. Impunidad por necesidad. Impunidad para aquellos que como Jordi Turull, que se define en su perfil de X como "preso político con las convicciones intactas", aseguran que "tal día como hoy, el 9 de noviembre de 2014, Cataluña comenzó un camino sin retorno. ¡Sin renuncias, con persistencia y determinación saldremos adelante!".

Y todo esto viene a ser de lo que Sánchez habla cuando dice que "Cataluña ya está lista para el reencuentro total". Esto viene a ser el diálogo y la convivencia ante los que merece la pena sacrificar el Estado de Derecho, la separación de poderes y la igualdad de todos los españoles ante la ley. Porque como ya no dudan en ocultar ni en Ferraz ni en Moncloa, todo vale con tal de que no gobierne la derecha, en un sublime ejercicio de exaltación de los valores democráticos.

Son cosas que pasan. Porque precisamente eso es la vida, cosas que pasan mientras uno anda haciendo planes. Y sin duda el primer ministro portugués, Antonio Costa, ha debido darse cuenta el martes pasado de lo acertado de esta idea, que algunos atribuyen a John Lennon. Andaba el hombre tratando de aprobar unos presupuestos generales del estado para el año que viene, de "contas certas" que dicen nuestros vecinos, es decir sin gastos desaforados, ni subidas de impuestos, ni incrementos de deuda o de déficit público, pese a ser un socialista admirado por Pedro Sánchez. Y en estas que la fiscalía, que allí no depende de él, detiene a su jefe de gabinete y a un empresario amigo en una investigación ordenada por el Tribunal Supremo.

Y Costa va y dimite por el sólo hecho de saberse investigado él también, ya que considera que cualquier sospecha de corrupción le inhabilita para seguir liderando el Gobierno, pese a contar con mayoría absoluta. Ni una sola palabra de reproche contra los jueces, ni una mención al peronista "lawfare" tan de moda en España, ni una acusación a la oposición, ni una alusión a que oscuros poderes de los cenáculos lisboetas quieren impedir un gobierno de progreso para que Portugal siga avanzando.

Intuyo que la inmensa mayoría de los portugueses, votantes socialistas incluidos, suscribirán todas y cada una de las palabras de Costa, que bien podría haber empezado la breve alocución en televisión en la que anunció su dimisión diciendo "en nombre de Portugal, por el interés de Portugal". Porque, sin duda, ha actuado poniendo el interés de su país por encima del suyo propio.

Esto me produce cierta envidia. Envidia sana, si es que eso existe. Sobre todo, al recordar la alocución de Sánchez ante los excitados corderos del comité federal, esa clientela lanar que le aplaudía cuando explicaba que iba a conceder esa amnistía que necesita para lograr los siete votos de Puigdemont "en el nombre de España, por el interés de España". En realidad, al actual PSOE solo le preocupa que no gobierne el PP. Y desde luego nada le importa si, para lograrlo, hay que aprobar una amnistía, un referéndum o incluso despiezar la red nacional de ferrocarriles, en contra de los sindicatos. Para no perder el Gobierno están dispuestos a perder la democracia.

Es triste constatarlo, pero el Partido Socialista ha dejado este 9 de noviembre de forma oficial de ser un partido democrático, capaz de anteponer la lealtad a las instituciones democráticas a los intereses de su lindo líder carismático. No ha sido así, y tal día como ayer se sumó al grupo de los populismos. Que no importa si son de derechas o de izquierdas, porque lo que les define es el deseo de conservar el poder a cualquier precio e impedir que gobiernen otros, haciendo para ello "lo que haga falta".

Por eso, a diferencia de Antonio Costa, que podrá ser un corrupto, como Puigdemont, pero ha demostrado que es un demócrata, Sánchez y el PSOE se han declarado este 9 de noviembre acérrimos enemigos de la independencia del Poder Judicial. Y todo para contraer un matrimonio con el mismo demonio. Por supuesto, dicho sea esto en sentido figurado y parafraseando a Cecilia.

Que los jueces no se metan en política. Salvo por supuesto los que Sánchez ha nombrado ministros: Marlaska, Robles y Llop. Y también los que fueron ministros y ahora son otra vez jueces, como Campo, el que escribió en la ley de los indultos que la amnistía era inconstitucional y ahora votará su constitucionalidad desde su asiento en el TC. Impunidad. Eso es lo que necesita España. Que los jueces aparten sus sucias manos de todo lo que tenga que ver con Puigdemont y sus compinches. Incluso de ese que blanqueaba dinero para Sito Miñanco. Con la manía que les tenían Sánchez y su Yolanda a los narcos gallegos durante la campaña electoral?

Recuerdo de mi infancia una viñeta de Mafalda en la que explicaba que "si dices la verdad no tendrás que acordarte de nada". Pero Sánchez ha encontrado la fórmula para mentir y tampoco tener que acordarse de nada. Porque ya todo vale. No dice nada porque lo sabe todo. Sabe que es feliz, así de cualquier modo. Y los españoles que aún creemos en la democracia lo recordaremos. Cada 9 de noviembre.

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2 Comentarios

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usuario anonimo 11/10/2023 - 3:29:02 PM
Cierto, enhorabuena por el artículo una vez más. El artículo 62 de la Constitución que determina las funciones del Rey, faculta al jefe del Estado a ejercer el derecho de gracia con arreglo a la Ley, pero prohíbe los indultos generales. Nada dice nuestra Constitución sobre la amnistía ¿Podemos clasificar la Ley de amnistía como indulto general?
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usuario anonimo 11/10/2023 - 12:56:18 AM
Una vez más estupendo artículo de Diego Jalón, clavando la felonía de Sánchez, el presidente más maquiavélico y tramposo que hayamos tenido jamás.
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