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Aitana Sánchez-Gijón: "Siempre he tenido un 'feedback' fantástico del público de Valladolid"
Desde 1991, en su primer paso por la Seminci, la actriz nacida en Roma ha sido una habitual en el festival de cine, pero también en el palco escénico con numerosas producciones teatrales
Llegaba por primera vez a la Semana Internacional de Cine de Valladolid como jurado una joven talentosa, por entonces de 23 años, que despuntaba en el panorama nacional tras darse a conocer al gran público dos años antes por su papel de Elena en 'Bajarse al moro'. Desde entonces, la ganadora de una Concha de Plata en San Sebastián en 1999 por 'Volavérunt' Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 1968), una de las actrices más reconocidas por público y crítica, ha ido renovando cíclicamente su compromiso con la Seminci y con la capital vallisoletana (y provincia) para comparecer a esta edición con el papel de Roberta, un secundario de lujo en la película 'Que nadie duerma' que se ha estrenado este fin de semana en las salas de la ciudad del Pisuerga.
PREGUNTA: Llegas a esta 68º Seminci con tu papel de Roberta en la película 'Que nadie duerma'. Un personaje que irrumpe en la vida de Lucía (Malena Alterio) y la deslumbra. ¿Qué función dirías que cumple Roberta en la vida de Lucía?
RESPUESTA: Desafortunadamente cumple una función no muy positiva. Eso habrá que descubrirlo viendo la película. Ambas se conocen casualmente porque Roberta es la primera clienta de Lucía, que arranca ese día su carrera de taxista. Roberta es una productora teatral y establece una relación con Lucía. Se queda fascinada con ella y con su mundo, que no sabe muy bien si de fantasía o de realidad, y las cosas que le cuenta sobre su vida. La vemos en varias ocasiones con Lucía como queriendo saber más cosas sobre ella. Al final, vemos que no es para un propósito muy bueno. Sobre todo, que no ha sido muy honesta con ella. Es un personaje, que es importante para el desarrollo de la trama y en lo que sucede, pero es un secundario.
P: Lucía quiere dejarse llevar por las fantasías que a ella le han brotado, en medio de un momento crítico de su vida y Roberta conecta con ese punto de fantasía que ella está empezando a desarrollar, pero luego todo acaba de forma un tanto turbia. ¿No deja esto una lectura negativa sobre no seguir los sueños?
R: Yo creo que de lo que habla esta historia es de la vampirización de la realidad. Como el mundo de la ficción, del arte, de los que cuentan historias, muchas veces se alimentan y vampirizan la realidad sin demasiados miramientos. A mí me hace gracia porque Antonio Méndez Esparza, es la primera vez que trabaja con directores profesionales, ya que sus películas anteriores en Estados Unidos las ha hecho con gente de la calle y ha contado las historias de esa gente de la calle y las ha ficcionado. Entonces, él mismo dice que esta película es como una venganza hacia sí mismo. Como una justicia poética al colocarse de una manera autocrítica, porque a veces vampirizamos la realidad sin el permiso de quienes están siendo vampirizados.
P: Sí, pero, ¿no es como un castigo a Lucía por perseguir sus sueños?
R: Yo no hago esa lectura. Un personaje como el de Lucía que tiene una vida tan dura, tan difícil, que está intentando reinventarse con ilusión y esfuerzo. Todos tratamos de tapar los dolores de la vida y a veces lo hacemos por medio de la fantasía y no le haces daño a nadie, no pasa nada.
P: Hablaba en una entrevista en televisión hace unos meses de que no se suelen escribir buenos personajes para mujeres de más de 40 años, pero en esta película vemos muy buenos personajes femeninos, ¿se está mejorando en ese aspecto?
R: Está mejorando, está mejorando. Todavía no es suficiente, pero está mejorando. Sobre todo el personaje de Lucía es una joya y Malena está extraordinaria.
P: A la Seminci llega por primera vez en 1991 como jurado, con 23 años. ¿Qué recuerda de aquella edición?
R: Llegué de jurado ¡y tan jovencita! Fue una experiencia extraordinaria. Además vimos muy buen cine ese año. Fue el año que premiamos a 'Thelma y Louise', 'El niño que gritó Puta'. Con compañeros de jurado, además, como Pancho Lombardi, Juan José Campanelas? Lo recuerdo como una experiencia muy enriquecedora, aprendiendo mucho sobre cine y pudiendo hablar de cine con gente fantástica. Pasé aquí nueve días y lo disfruté muchísimo.
P: La de 1991 es una edición muy recordada en Valladolid...
R: ¡Vino Brad Pitt, que en ese momento no lo conocía casi nadie! Yo recuerdo de tenerlo ahí entre cajas justo antes de salir a recoger los premios. Era un chaval joven, un actor talentoso que empezaba, pero no era una estrella todavía.
P: Después de esa edición, pasa por la Seminci casi de forma cíclica: año 2000, 2007 (con 'Oviedo Express'), 2015 (con el cortometraje 'El Pozo' y entrega de una Espiga a Juan Diego) y ahora en 2023. ¿Se puede decir que la Seminci ha visto crecer a Aitana y Aitana a la Seminci?
R: La Seminci ha pasado por muchas etapas y han sido todas estupendas y brillantes y yo personalmente he ido viviendo y haciéndome mayor. Estamos todos en el camino.
P: ¿Cuál es su mejor recuerdo o anécdota de su paso por el festival?
R: Cuando vinimos con 'Oviedo Express' que Maribel Verdú nos llevó al Bingo. La primera y única vez que he estado en un bingo.
P: ¿Les tocó?
No (ríe). Pero da igual, nos lo pasamos muy bien.
P: Pero a Valladolid no solo viene por la Seminci.
R: Yo al Calderón vengo muy a menudo porque yo he estrenado varios espectáculos en el Teatro Calderón.
¿Le gusta el público de Valladolid?
R: ¡Me encanta! Es un público respetuoso, exigente y siempre he tenido un 'feedback' fantástico del público de Valladolid. No es un público muy caluroso como en otras partes de España, porque yo creo que los castellanos somos menos expresivos, quizás. Pero luego cuando la gente te espera a la salida y te cuenta lo que ha sentido, ahí sí, se explayan más.
P: En 2021 rueda en la provincia, en Almenara-Puras, la serie 'En el corazón del imperio'. Un proyecto muy complejo y ambicioso. ¿Qué recuerda de aquella experiencia?
R: Bueno, lo de tener que interpretar en latín? fue uno de los mayores retos que he tenido. Iba pensando que no iba a ser capaz de soltar todos esos parlamentos en latín. Le pedí incluso al director que me pusiera carteles para poder mirar por si se me iba el texto, pero luego no hizo falta. Fue una experiencia muy distinta a lo que había hecho hasta ese momento. Con el director, Israel del Santo, había hecho también 'Conquistadores Adventum', como Isabel la Católica. Y tiene una forma de rodar muy distinta a lo que estaba acostumbrada. Una experiencia estupenda. Luego, además, nos enseñaron todas las ruinas y el yacimiento arqueológico con esos mosaicos increíbles.
P: Hablaba ese rodaje de 2021, pero es que en los dos últimos años no ha parado de trabajar y, además, con producciones como 'Madres paralelas que le han dado' tantas satisfacciones. ¿Diría que no le afecta el tan temido edadismo laboral?
R: ¡Parece ser que no! Pero también tengo la suerte y el privilegio de tener una carrera teatral muy rica que me ha dado los últimos 15 años los personajes más grandes. Ese equilibrio que tengo entre el mundo audiovisual y el teatro ha hecho que tenga una carrera muy amplia en muchos frentes. Con 'Madres paralelas' tuve mi primera nominación al Goya, aunque para mí en realidad, lo importante es el camino y los personajes que me toca interpretar. Los premios y los reconocimientos son un plus a lo que haces, pero no es el objetivo. Es un extra que te regala la vida y que hay que disfrutar como un pastel de crema.
P: Por último, aparte de 'Que nadie duerma', acaba de estrenar hace unos días 'Mi otro Jon', que además tiene un carácter benéfico. ¿Qué nos puede contar de esa película?
R: Es una película en la que yo también tengo una participación pequeña. La protagonista es Carmen Maura, con Pablo Arbizu. Las historias que cuenta Paco, que está muy involucrado en la Fundación Aladina ayudando a los niños con cáncer, tienen mucho que ver con la enfermedad y con la muerte, pero lo hace con ternura y también desde la comedia, porque tiene un don especial para manejar esos dos códigos. Te emociona y te hace reír y te hace naturalizar el hecho de la enfermedad y de la muerte. El hecho de que sea una película que sea 100% benéfica es loable. Todo lo que se recaude va destinado a los niños con cáncer y a un hospital de La Palma.
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