El imperio de la ley
La opinión de Diego Jalón en TRIBUNA
España era como ese mar de la tranquilidad lunar en el que aterrizó el Apolo, y estábamos a punto de dar un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para Pedro Sánchez, en forma de "alivio penal", hasta que llegó Aznar para hacer, el pasado lunes en la inauguración del Campus de FAES, un llamamiento a la "rebelión nacional".
Menos mal que las guardianas de las esencias de nuestro país estuvieron atentas, prestas y dispuestas, para alertarnos sobre la alocución del expresidente, que podría haber pasado desapercibida si no es por ellas, y que pone en riesgo los cimientos de nuestro país, de nuestra convivencia y de nuestra democracia.
Isabel Rodríguez, que es portavoz del Gobierno y, por si alguien no lo recuerda, también ministra de Política Territorial, comenzó el martes la rueda de prensa posterior al Consejo de ministros, ya saben, ese acto semanal que el Gobierno dedica a criticar al PP, explicando que "es de absoluta gravedad que un expresidente del Gobierno haga este tipo de declaraciones, que se parecen más a comportamientos antidemocráticos y golpistas que a los propios de un expresidente. Son incompatibles con los valores democráticos y constitucionales de nuestro país".
Rodríguez, de habitual risueña y sonriente, se puso muy seria para preguntarnos "¿qué sería lo siguiente, la llamada a un alzamiento?". Y es que claro, ¿quién con un sentido democrático tan arraigado y con convicciones y responsabilidades tan grandes en lo que se refiere a la política territorial no se indignaría ante un llamamiento a la "rebelión nacional"?
Hasta la propia Yolanda, ya de vuelta de su excursión en Falcon a Bruselas, estaba muy enfadada, con lo cariñosa y alegre que es ella. Y también acusó a Aznar, con las mismas palabras que Rodríguez, será casualidad, de "llamar a la rebelión nacional". Y, de paso, a Feijóo de estar cometiendo un "fraude de ley" por intentar una investidura "sin ninguna posibilidad de ser elegido", en un país que "necesita orden y avanzar".
Según Yolanda, Feijóo está "faltando a la verdad a la ciudadanía" y, lo que es peor, está "instrumentalizando el artículo que le permite ir a la investidura para solucionar su crisis interna", "incurriendo en un fraude de ley con el artículo 99 de la Constitución". Feijóo está, dice la vicepresidenta que se reúne y se fotografía ufana y mimosa con Puigdemont, "preparando una dinámica destituyente" y que "el PP está abdicando de la política". Y por todo ello, le pide a su paisano gallego "que renuncie, que informe al Rey de que no irá a la investidura", porque la deriva de la derecha "es muy peligrosa" y "desestabilizadora".
Oyendo sonar todas estas alarmas de quienes estoy convencido que más de esfuerzan por preservar el Estado de Derecho y la legalidad vigente, no he tenido más remedio que visionar (creo que ahora es la forma fetén e instruida para decir "ver", que suena muy cateto) el vídeo de la perorata de Aznar.
Y cuál fue mi sorpresa al comprobar que el expresidente no dice en ningún momento eso de "rebelión nacional". Sí explicó, en cambio, que es un momento "dramático" para el país, "porque existe un riesgo cierto existencial para la continuidad de España como nación" y que "hay que decir de nuevo basta ya, porque España no puede volver y no va a volver a un sistema basado en la exclusión, en el sectarismo, ni en la destrucción programada de la nación".
Igual lo de la "rebelión nacional" lo dicen Isabel y Yolanda porque Aznar afirmó que "nadie puede quedarse al margen de una tarea que nos debe convocar para asegurar el futuro. Ninguna instancia, ningún poder democrático, ningún liderazgo social, cultural o intelectual, tampoco la izquierda constitucional que se juega su propia identidad y su trayectoria, nadie, insisto, con sentido de responsabilidad, comprometido con el acuerdo histórico entre españoles".
Pero seguramente, lo que más debe haber indignado a Isabel _y por tanto al Gobierno_ y a Yolanda _y por tanto también al Gobierno_ es que Aznar haya dicho que lo que está en juego es "la continuidad de España como nación de ciudadanos libres e iguales bajo el imperio de la ley". Igual por lo de imperio, que suena un poco como a rancio y demodé, pero, sobre todo, porque eso de que impere la ley, por encima de la "voluntad del pueblo", a la que sólo ellas representan, no les parece moderno ni progresista.
Aunque Montesquieu dijese en su día que "la ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie" y que mucho antes Cicerón explicase que "las leyes se han hecho para el bien de los ciudadanos" y que "la salud del pueblo está en la supremacía de la ley", para Yolanda, para Sumar, para Isabel y para el actual Partido Socialista, la ley es sobre todo un "obstáculo para la convivencia".
Por eso nos llevan años machacando con eso de que hay que "desjudicializar la política", con que la justicia no se tiene que inmiscuir en asuntos políticos y con que a los comportamientos políticos hay que darles una respuesta política y no jurídica. Lo que viene a ser que si un político comete un delito, pues no cabe juzgarle, sino darle una solución política. O sea, en el caso de Yolanda y Puigdemont, unos "biquiños", unas fotos chulísimas y, como ella misma dijo, "el diálogo y la democracia".
Porque Yolanda y todos quienes rebuznan eso de la "desjudicialización de la política" no entienden que precisamente el imperio de la ley es el pilar fundamental de la democracia, que no puede existir si no somos todos iguales ante la ley y nos sometemos a las leyes, que deben ser también iguales para todos. Las leyes, que en una democracia emanan del pueblo y son precisamente sus representantes, los diputados, quienes las elaboran, son también las que encauzan y limitan la actuación de los políticos.
Presentar "democracia y diálogo" como otra opción posible frente a las leyes y las sentencias judiciales es no comprender que las leyes son precisamente el producto de un diálogo, reglado e institucionalizado, entre aquellos a los que el pueblo ha concedido en las urnas la facultad de representarle. Basta ya de decir tonterías. Porque la democracia es el imperio de la ley y el que ha llamado a la rebelión en España no es Aznar sino Puigdemont. Y no lo digo yo, lo dijo en su día Pedro Sánchez: "Lo que se produjo el pasado 6 y 7 de septiembre en el Parlamento de Cataluña fue un delito de rebelión".
Claro que también dijo hace poco que "uno no puede aspirar a representar a España con actitudes y discursos que nos abochornan". Pero creo que se refería a Rubiales y no a Yolanda ni a Isabel.