El Partido Popular ha ganado las elecciones generales del 23J, pero paradójicamente podría no servirle para gobernar. Con el 97% escrutado, el PP ha obtenido el 32,8% de votos válidos y 136 diputados, 47 más que en 2019.

Sin embargo, la suma con su, a priori, posible aliado Vox, se queda lejos de la mayoría absoluta de 176 escaños. El partido de Santiago Abascal se desfonda respecto a 2019 y se tiene que conformar con 33 asientos en la Cámara Baja, 19 menos que hace cuatro años. Entre ambas formaciones suman 169 apoyos.

Así pues, o Alberto Núñez Feijóo obra un milagro y consigue el apoyo simultáneo de Vox y nacionalistas conservadores, como el PNV, CC y UPN, o no habrá gobierno popular.

El 'sudoku' de la izquierda

Con este panorama, el PSOE, aunque ha quedado en segundo puesto (31,8% de voto y 122 escaños), tiene más posibilidades reales de reeditar el mandato que el PP de entrar en la Moncloa. Sus resultados, añadidos a los 31 asientos de Sumar, alcanzan los 154 diputados, pero tienen el as en la manga de los partidos nacionalistas, con los que ya alcanzaron pactos durante la legislatura pasada. La posible reedición del 'gobierno Frankenstein' está sobre la mesa.

Este es el análisis a priori y sobre el papel, que lo aguanta todo. En la práctica hay muchas preguntas en el aire. Está por ver si PNV (5 escaños) o Bildu (6 diputados) apoyarían juntos al PSOE (el año que viene hay elecciones autonómicas en el País Vasco) y si Junts y ERC (7 asientos cada uno) se sentarían en la misma mesa.

También cabe la (remota) posibilidad de un gran acuerdo PP-PSOE, de que los socialistas se abstengan para facilitar el Gobierno de Feijóo o, por qué no, de que tengamos que volver a las urnas dentro de unos meses, ya sea por intereses electorales de los partidos, por bloqueo del Congreso o porque simplemente los números no den para formar gobierno.